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viernes, 20 de marzo de 2020

El castillo de Bentomiz (1)




Restos del castillo de Bentomiz. Al fondo, Competa y la sierra de Almijara. (Foto del autor)



En el término municipal de Arenas (Málaga) se encuentran los restos del castillo de Bentomiz, situado en el cerro del mismo nombre (709 m de altitud), una de las fortalezas medievales más importantes del territorio de la actual Axarquía. A partir de la incorporación del territorio a la Corona de Castilla en 1487, los Reyes Católicos concedieron prioridad a la defensa costera, la frontera marítima y desmantelaron muchas de las fortalezas andalusíes que se encontraban en el interior. Sin embargo, aunque no estaba en la misma costa, se consideró que este castillo podría ejercer un importante papel en la defensa costera, prestando un gran apoyo a la ciudad de Vélez-Málaga, cabeza de todo el territorio, tanto por su proximidad al litoral como por la situación estratégica de que gozaba. El castillo de Bentomiz, convertido en un auténtico centro receptor y emisor de avisos, ejercería de enlace entre la marina, las sierras del interior, y la propia ciudad de Vélez, por lo que se mantuvo activo durante todo el siglo XVI, aunque no más allá de esta centuria[1].


Castillo de Bentomiz, torre Ochavada. (Foto del autor)


El cerro de Bentomiz estuvo poblado desde la Prehistoria, y de ello dan testimonio los restos líticos que se encuentran dispersos por la superficie del terreno, donde han aflorado a causa del incesante laboreo a que ha sido sometido debido a la práctica de la agricultura. Aunque dicho poblamiento no deja de ser más que una hipótesis, pues, salvo algunos ensayos publicados sobre la fortaleza andalusí y algunos estudios sobre toponimia, no hay informes arqueológicos que avalen dicho planteamiento, por la sencilla razón de que, hasta el momento, no se han realizado excavaciones, al menos de forma científica y sistemática. 


En la cumbre del cerro se encuentra el castillo de Bentomiz[2], una fortaleza desde la que se domina un amplísimo territorio: la costa, desde la de Algarrobo hasta el occidente de la ciudad de Málaga, con un dominio absoluto de la desembocadura del río de Vélez y de la ensenada de Vélez-Málaga y Torre del Mar; el valle fluvial del Vélez, al menos la parte correspondiente al curso bajo del río y su extensa vega litoral, y la misma ciudad de Vélez-Málaga y los cerros que se interponen entre ella y el castillo de Bentomiz; el territorio situado a occidente de dicho río, Comares y su tierra; parte del corredor Colmenar-Periana, y especialmente esta última localidad; al norte, la sierra de Tejeda y gran parte de la sierra de Almijara, y casi todas las localidades que se encuentran situadas en su cara meridional; y al este, el valle del río de Algarrobo y, más allá, los cerros y cumbres de la zona más oriental de la provincia. Quizá sea este último flanco el menos controlado visualmente por el castillo de Bentomiz, pues entre él y la sierra de Almijara se interponen elevaciones que impiden el dominio sobre el valle del río de Torrox, Frigiliana y Nerja, así como del sector costero situado al oriente del Morro de Lagos; sin embargo, desde las cimas de los cerros Rávita de Sayalonga (672 m) y Rávita de Torrox (694 m), situados a occidente y oriente respectivamente del río de Torrox, y desde la del Peñón del Fuerte de Frigiliana se puede establecer una comunicación perfecta con esa parte del territorio[3].


Torre del Mar y el delta del río de Vélez vistos desde el castillo de Bentomiz. (Foto del autor)


El nombre Bentomiz deriva del topónimo Munt Mās (donde el orónimo Munt es un término romance que significa «monte» y Mās hace referencia a alguna característica física del lugar) que nos conduciría directamente a un pasado preislámico de la fortaleza, por lo cual parece posible la existencia en el cerro de una estructura castral romana o hispanogoda (castellum oppidum) anterior al ḥiṣn andalusí. En época andalusí, Bentomiz/Munt Mās era un castillo, pero también era un distrito rural o taha al frente del cual estaba la fortaleza, además del nombre de la sierra en que se encontraban tanto la fortaleza como las distintas alquerías que formaban parte de la citada taha.

La primera referencia al castillo de Bentomiz/ḥiṣn Munt Mās es del siglo XI y la encontramos en las Memorias de ̔Abd Allāh, último rey zīri de Granada. El monarca, en lucha con su hermano Tamīm ibn Buluggīn, príncipe de Málaga, al llegar a Bentomiz vio «que era un castillo muy grande en el que se habían reunido todos los habitantes de las cercanías»[4]. El historiador Virgilio Martínez Enamorado ha llamado la atención sobre el papel desempeñado por el castillo, convertido en ocasiones en lugar de refugio para la población de los lugares circundantes. En el siglo XI era la única superviviente de todas las fortalezas situadas en su distrito, además de la cabeza rectora del mismo, formado por un conjunto de alquerías, al que, según las fuentes árabes pertenecían Daimalos, Sayalonga, Acuchayla o Çuheila, Algarrobo, Batarxis, y el conjunto de barrios que mucho más tarde conformarían Torrox. En el siglo XIII, el castillo, junto al que existía un núcleo de población, como veremos más adelante, presentaba rasgos propios de una pequeña medina, pues era la sede de un cadiazgo con competencias sobre todo el distrito[5].

En el tiempo de la conquista castellana, la taha de Bentomiz estaba formada por las siguientes localidades: Alcaucín, Algarrobo, Arches, Arenas, Batarxis, Benescalera, Bentomiz, Canillas de Aceituno, Canillas de Albaida, Cómpeta, Corumbela, Çuheila, Daimalos, Frigiliana, Lautín, Nerja, Periana, Rubite, Salares, Sayalonga, Sedella y Torrox[6]. Sin embargo, la documentación fiscal de comienzos del siglo XVI sitúa Frigiliana, Nerja, Maro, Lautín, Periana y Torrox (Alhaguer, Almedina y Alhandac) en una taha distinta, la de Frigiliana, que comprendía todo el territorio oriental de la Sierra de Bentomiz, precisamente aquel que estaba visualmente poco controlado por el castillo de Bentomiz[7].


Arenas y el pico Maroma vistos desde el castillo de Bentomiz. (Foto del autor)


En 1487, era alcaide del castillo El Gibli, perteneciente a la facción que apoyaba a Boabdil, quien entonces no era aún emir de Granada, sino tan sólo pretendiente al trono que disputaría a su tío El Zagal. El 15 de abril de dicho año, cuando el rey Fernando, decidido a sitiar Vélez-Málaga, instaló su campamento entre esta ciudad y Bentomiz, El Gibli prestó sumisión a Fernando el Católico quien le ordenó guardar la fortaleza en su nombre. Posteriormente, una vez tomada Vélez-Málaga, la taha de Bentomiz capituló el día 4 de mayo[8]y el rey personalmente subió a la fortaleza para verla y se la entregó a Pedro Navarro, marino, militar e ingeniero –introductor del uso de minas terrestres en el asedio de Málaga–, y le «dio la tenencia de ella, con más de mil e quinientos vecinos que cerca de ella viven»[9], lo cual evidencia que el alcaide del castillo de Bentomiz ejercía la autoridad sobre todos los lugares que formaban parte de su taha. Desde 1492 hasta 1517 tuvo la tenencia de Bentomiz el tesorero de los Reyes Católicos Ruy López de Toledo, que a la vez gozaba de la tenencia de la Torre del Mar que «solía andar con ella»; en 1492, el cargo estaba dotado con un salario anual de 250.000 maravedís, pero a partir de 1504, el sueldo del alcaide se redujo a 166.666 maravedís[10]. En 1517, al morir el tesorero Ruy López, la tenencia del castillo pasó a Antonio de Mendoza, comendador de Socuéllamos e hijo del primer capitán general del reino de Granada, Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, que la tuvo hasta finales de 1534. En 1535, por renuncia del anterior, la alcaidía de Bentomiz pasó a su hijo, Francisco de Mendoza, que la tuvo hasta 1563, año de su muerte[11]. En 1564, fue nombrado alcaide Diego de Córdoba, hijo de Alonso de Córdoba, conde de Alcaudete, quien seguía siéndolo en 1598[12].


Vélez-Málaga vista desde el castillo de Bentomiz. Al fondo, el occidente de la ciudad de Málaga. (Foto del autor)


El castillo de Bentomiz no se encuentra incluido en las relaciones de las fortalezas de la costa de Vélez-Málaga que la Corona ordenaba hacer a los visitadores e ingenieros, y es por ello que carecemos de la información que ofrecen estos documentos para otras fortificaciones; sin embargo, en una visita llevada a cabo en 1503 sí se recoge el estado de esta fortaleza, situada «más de una legua a la mano izquierda de la mar […] la cual está mal reparada», aunque el visitadador no ofrecía más datos porque, en el caso de Bentomiz,  manifestaba su preferencia por informar de palabra, y no por escrito, a la superioridad; no obstante, en el margen de la Relación se anota «que se repare la torre del homenaje e lo que más se pudiere reparar», por una cuantía de 60.000 maravedís[13].

Del estado en que se encontraba el castillo, así como de las armas y municiones que había en él y de las propiedades que tenía asignadas para su mantenimiento, informa muy detalladamente Pedro Fernández de Madrid, secretario del Consejo Real, en el acta de la visita que realizó, por orden de la reina Juana I, el día 2 de marzo de 1509. La relación de la visita contiene un listado de las armas que poseía la fortaleza e información sobre los bienes raíces propios, con especificación de lo que rentaban al año, que eran:

«en el Competín un heredamiento de tierras de secano e de riego e morales e otros árboles de fruto […] que renta cada año quince mil e quinientos maravedís, e una carga de pasas, e diez o doce gallinas, e más que quedan para el alcaide, morales en que puede criar tres onzas de seda. E asimismo que la dicha casa tiene en Arenas y en Daimalos e Pataxaxis [sic] e Çuheila, lugares de la sierra de Abentomiz ciertos pedazos de viñas e higueras e almendros e olivos e tierras que renta todo diez ducados […]. E otrosí que la dicha casa tiene un sitio de molino en el río del Competín el cual nunca se edificó ni molió después que se dio para la dicha casa.Otrosí que la dicha casa tiene cuatro pedazuelos de viña que se cogen hasta treinta o cuarenta arrobas de vino cada año»[14].

Por último, la documentación de la visita de Pedro Fernández de Madrid incluye una relación de los muros y torres de la fortaleza que permite hacer una reconstrucción bastante exacta de la misma, si se lee cotejando los datos que aporta con los restos y cimientos que quedan en pie. 

Continuará




[1]A pesar de la importancia de este cerro como lugar de poblamiento desde la Prehistoria, y particularmente del castillo, constatado desde el siglo X, los estudios y la bibliografía sobre el mismo son más bien escasos, aunque se encuentren citas y referencias breves en muchas obras. Generalmente, salvo alguna excepción, los artículos o capítulos de obras más extensas no sólo tratan de la fortaleza, sino también del territorio regido por ella. Esta entrada y la que le seguirá son una versión resumida del capítulo dedicado al castillo de Bentomiz en CAPILLA LUQUE, F., Las fortificaciones del partido de Vélez-Málaga entre los siglos XV y XIX, tesis doctoral inédita leída en la Universidad de Málaga el 29-01-2009. Véase también, CHAVARRÍA VARGAS, J.A., «De la fortaleza y sierra de Bentomiz»,Jábega 46, 1984, págs. 11-26; FERNÁNDEZ HERVÁS, E., «El Castillo de Arenas, fortaleza nazarita del Reino de Granada», Castillos de España 91, 1986, págs. 41-44; FERNÁNDEZ LÓPEZ, S., Catalogación y estudio de las fortalezas medievales de Málaga y su territorio, Tesis Doctoral inédita leída en la Universidad de Málaga en 1987, págs. 177-193, y «La fortaleza y tā‛a de Bentomiz», en Andalucía en el tránsito a la modernidad. Actas del Coloquio celebrado con motivo del V Centenario de la conquista de Vélez-Málaga (1487-1987), Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 1991, págs. 41-46. También está incluido en LÓPEZ GUZMÁN, R. (Coord.), Arquitectura de al-Andalus (Almería, Granada, Jaén, Málaga), Granada, Junta de Andalucía, 2002. Además, observaciones muy interesantes sobre el castillo andalusí y el papel ejercido sobre el territorio circundante en MARTÍNEZ ENAMORADO, V., Al-Andalus desde la periferia. La formación de una sociedad musulmana en tierras malagueñas (siglos VIII-X), Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 2003. Por otra parte, el castillo está incluido en FERNÁNDEZ RAMOS, J., Historia de la Fortaleza de Vélez Málaga. La Axarquía, Vélez Málaga, 1980, aún no siendo ésta una obra dedicada específicamente a Bentomiz; y la capitulación de Bentomiz en 1487 ha sido tratada en RUIZ GARCÍA, P. y MARTÍN CÓRDOBA, E., «La capitulación de Bentomiz», Isla de Arriarán IX, Málaga, 1997, págs. 7-16. 
[2]Sus coordenadas son: 36º 48’ 13.05” N y 4º 02’ 39.83” O, y se puede acceder al mismo por la cara norte del cerro a través de un carril terrizo que parte del pueblo de Arenas o bien, por el lado sur, por otro camino que comunica Algarrobo con el castillo.
[3]Los términos rābiṭa (pl. rābiṭāt) y ribātʿ designan realidades distintas: las rābiṭāt eran lugares a los que se retiraban hombres piadosos, donde eran enterrados una vez que morían, convirtiéndose en focos de peregrinación y culto popular; sin embargo, un  ribātʿ era un eremitorio, generalmente costero, donde monjes guerreros musulmanes se entregaban a la vida religiosa a la vez que a la defensa. J.A. Chavarría considera que la Rávita de Torrox (también la de Sayalonga) pudo ser un puesto de vigilancia o ribātʿ que con el paso del tiempo perdió su función militar. Cfr. CHAVARRÍA VARGAS, J.A., «De la fortaleza…», pág. 18.
[4]ABD ALLĀH, Memorias, en El siglo XI en 1.ª persona. «Memorias» de ̔Abd Allāh, último Rey Zīrí de Granada destronado por los Almorávides (traducción, introducción y notas de E. Leví-Provençal y E. García Gómez), Madrid, Alianza Editorial, 1980, pág. 185.
[5]MARTÍNEZ ENAMORADO, V., Al-Andalus desde la periferia…, págs. 326-327 y 579.
[6]FERNÁNDEZ LÓPEZ, S., «La fortaleza y tā‛a…», págs. 41-46.
[7]LADERO QUESADA, M.A., «La defensa de Granada a raíz de la conquista. Comienzos de un problema», Miscelánea de Estudios árabes y hebraicos XVI-XVII, Granada, Universidad de Granada, 1967-1968, pág. 27; véase también RUIZ GARCÍA, P. La taha de Frigiliana…, págs. 19-27.
[8]RUIZ GARCÍA, P. y MARTÍN CÓRDOBA, E., «La capitulación…», págs. 7-16.
[9]VALERA, D. de, Crónica…, pág. 237.
[10](A)RCHIVO (G)ENERAL DE (S)IMANCAS, Escribanía Mayor de Rentas, Tenencias de Fortalezas, legs. 1 y 2, Abentomiz, sin foliar.
[11]A.G.S. Contaduría del Sueldo, 2ª Serie, legs. 371-1 y 378-1.
[12]Idem. Véase también VAZQUEZ RENGIFO, J., Grandezas de la ciudad de Vélez y hechos notables de sus naturales, Vélez-Málaga, Arte y Cultura, 1998, pág. 99.
[13]A.G.S. Secretaría de Guerra y Marina, leg. 1, doc. 182.
[14]Relaçión de la fortaleza de Abentomyz, tierra de la çibdad de Vélez-Málaga, y de los muros e torres della. Pedro Fernández de Madrid. Bentomiz, 2 de marzo de 1509. ARCHIVO DE LA ALHAMBRA DE GRANADA, Leg. 20, doc. 1,fols. 2-2 v.

domingo, 23 de febrero de 2020

Dos imágenes devocionales de Nerja, la Virgen de los Dolores y la Virgen de las Angustias, y sus autores




Imágenes de la Virgen de los Dolores (izquierda) y de la Virgen de las Angustias (derecha) de Nerja en sus respectivos tronos procesionales. Fotos de Alejandro Jaime Peñuela y del autor



Se rinde culto en Nerja a dos imágenes marianas, la Virgen de los Dolores, en la iglesia de El Salvador, y la Virgen de las Angustias, en la ermita del mismo nombre, atribuida la primera desde hace un par de décadas a Aurelio López Azaustre, escultor granadino, y de autor desconocido, la segunda. En las líneas que siguen cuestiono la autoría o falta de ella aceptada hasta ahora y establezco otra alternativa que considero la correcta.

1. La Virgen de los Dolores

La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Nerja fue fundada en la década de 1720, fusionándose posteriormente con la de la Virgen de los Dolores, posiblemente creada en 1792. No hay información sobre la antigua imagen del Nazareno al que la cofradía rendía culto, pues toda la documentación histórica de esta hermandad se ha perdido, aunque algo sabemos acerca de la imagen de la Dolorosa. Alejandro Bueno García, en su Reseña histórica de la Villa de Nerja, refiriéndose a los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX, pero sin precisar ninguno, escribe que fue Pedro Coronado Zambrana quien «trajo de la ciudad de Málaga la imagen de los Dolores, mandó construir su capilla y la enriqueció además con otras alhajas y adornos»[1]El 20 o 21 de julio de 1936, durante el expolio de la iglesia de El Salvador, donde la cofradía tenía (y tiene) su sede canónica, acaecido en los días inmediatamente posteriores al levantamiento militar contra el gobierno de la República, las imágenes de los titulares fueron destruidas. Desconocemos cómo eran aquellas imágenes del Nazareno y de la Virgen de los Dolores, pues no se han conservado fotografías de las mismas.

Tras la guerra, a finales de 1939, la cofradía se reorganizó impulsada por Francisco Tello Vargas, quien fue su hermano mayor en aquellos años, y en 1947 adquirió una nueva imagen de Jesús Nazareno, obra del imaginero granadino Domingo-Sánchez Mesa. Un año después, en 1948, la cofradía adquirió la imagen de la Virgen de los Dolores, financiada por Francisco Romo López, un nerjeño emigrado a Puerto Rico en 1916 y establecido en la localidad de Arecibo, en nombre de su hija menor Gilda Romo González, según informó un par de años después el entonces párroco de El Salvador, Miguel Martín García[2]. (Este Francisco Romo López no debe ser confundido con otro del mismo nombre y apellidos, primo hermano suyo por parte de padre, que permaneció en Nerja y al que llamaban El amo de la mar, por ser armador y propietario de la mayoría de las embarcaciones de pesca del pueblo).


Virgen de los Dolores de Nerja (1947). Fotografía de la década de 1960


La nueva imagen de la Virgen de los Dolores es una imagen de las llamadas de candelero, consistente en una estructura de madera (candelero) para vestir a la que se le acoplan la cabeza y las manos talladas en madera y policromadas. Durante mucho tiempo fue considerada de autor desconocido, aunque sus características formales permiten asegurar que se trata de una talla de Domingo Sánchez-Mesa, muy similar a otras del mismo imaginero, como, por ejemplo, la Virgen de la Esperanza (1952), realizada por este junto con el Nazareno (1950), llamado El Pobre, ambas para la Archicofradía de la Vera Cruz de Vélez-Málaga. Por otra parte, parece lógico pensar que a la hora de encargar la imagen de la Dolorosa la cofradía nerjeña se dirigiera al mismo escultor del que el año anterior había adquirido la del Nazareno, perteneciendo por tanto al mismo taller las dos imágenes titulares. Sin embargo, desde hace unos veinte años la imagen de la Virgen viene siendo considerada, a mi juicio de forma errónea, obra de otro escultor también granadino, Aurelio López Azaustre, del que se sabe que talló una imagen mariana para Nerja, que yo no considero que sea esta, sino otra distinta, la de la Virgen de las Angustias, sobre la que más adelante trataré. 



Virgen de los Dolores de Nerja, 1947 (izquierda) y Virgen de la Esperanza de Vélez-Málaga, 1952 (derecha)


En mayo de 1999 Gonzalo Cano Castilla, profesor del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada, se puso en contacto con la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, con objeto de visitar el camarín de la Virgen y estudiar la imagen[3]. Cano Castilla realizaba su tesis doctoral sobre el escultor Aurelio López Azaustre, del que pensaba podía ser la Dolorosa, pues se había dirigido a Nerja por indicación de la viuda de López Azaustre, Concepción Muñoz Torres, quien le había facilitado algunas fotografías de la imagen de una Virgen tallada por su marido para la localidad. Tras ver la Dolorosa de la iglesia de El Salvador, Cano Castilla concluyó que aquella, aunque retocada, era la obra de López Azaustre que se correspondía con las fotografías; comunicó su hallazgo a la cofradía y le envió, a petición de esta, un «Apunte artístico y biográfico del escultor Aurelio López Azaustre, autor de María Santísima de los Dolores de Nerja», que lo publicó en su Boletín informativo anual correspondiente a la Semana Santa de 2000[4]. Algo más tarde, en el año 2003, leyó su tesis doctoral Aurelio López Azaustre, escultor (1925-1988)  en la Universidad de Granada, de momento no publicada, de la que he podido consultar uno de sus ejemplares. La tesis incluye un extenso catálogo del escultor al que está dedicada y en él se encuentra incluida la imagen de la Virgen de los Dolores de Nerja con el número 9 del catálogo[5]. En dicha inscripción se incluyen los escasos datos históricos con que se cuenta, así como la fecha de adquisición de la imagen, proporcionados por la cofradía y se incorpora una reproducción del estado inicial del busto que Cano Castilla considera de la Virgen de los Dolores y que en modo alguno guarda parecido con la escultura. En cambio, la imagen de la fotografía reproducida en la tesis sí que se corresponde con la de la Virgen de las Angustias, a la que se rinde culto en su ermita de Nerja, de cuya existencia desconozco si el investigador tenía constancia.



Virgen de los Dolores de Nerja. Fotografía de Alejandro Jaime Peñuela


2. La Virgen de las Angustias

La imagen actual de la Virgen de las Angustias es la tercera de la que se tiene noticia que se haya venerado en su ermita de Nerja. Las tres han mantenido la iconografía de la Virgen de las Angustias granadina, cuyo culto fue introducido en 1720 por Bernarda Alférez Velasco, fundadora de dicho santuario. Estas imágenes representan a la Virgen en su Sexta Angustia (María sostiene a su Hijo recién desclavado de la cruz), con una cruz de plata con sudario detrás de ella y Cristo yacente colocado en una especie de mesa cubierta con telas, a modo de altar, en la que parece ofrecer el sacrificio de su Hijo a la humanidad.


Imagen primitiva de la Virgen de las Angustias de Nerja (década de 1920)


La primera, una imagen barroca de candelero, se tiene por destruida en el expolio de la ermita en 1936, aunque es posible que su rostro se hubiera conservado, a tenor del comentario que el antiguo hermano mayor de la Cofradía del Nazareno, el citado Francisco Tello Vargas, hacía en un mensaje dirigido a los hermanos y publicado en su Boletín de 1992. En él dice que en 1941-1942 «al no tener imágenes conseguimos una de la Virgen de los Dolores utilizando la cara de una Virgen de las Angustias y vistiéndola con ajuar adecuado»[6], si bien se desconoce qué pudo haber sido de ella posteriormente.


Segunda imagen de la Virgen de las Angustias de Nerja (década de 1940), atribuida a José Navas-Parejo. Foto de José Padial Bobadilla


La segunda imagen, atribuida al taller granadino del imaginero José Navas-Parejo Pérez, se adquirió en la década de 1940. Era una imagen, la de la Virgen, de bulto redondo con cabeza y manos de madera tallada y policromada y ropajes encolados, tallados y estofados, en la misma línea de la Virgen de las Angustias que el mismo escultor había realizado en la década de 1920 para la Hermandad de los granadinos, sita en la iglesia de los Santos Mártires de Málaga[7]. A comienzos de la década de 1960 el cuerpo de esta imagen se encontraba muy deteriorado, por lo que el Ayuntamiento de Nerja, a cuya Corporación le corresponde el patronato de la ermita de las Angustias desde 1853, optó por adquirir una nueva. El día 22 de septiembre de 1962 se aprobaba la disposición de la Alcaldía 

«relativa a la adquisición de una imagen de Nuestra Señora de las Angustias, dado el estado lamentable en que se encuentra la imagen actual, así como la conveniencia de proceder a la adquisisción de un trono y un manto para la misma imagen y restauración de la capilla, acordándose por unanimidad que en el presupuesto se consigne la cantidad de 50.000 pesetas para la adquisición de una imagen de la Virgen de las Angustias y otras 50.000 pesetas para los trabajos de restauración de la capilla de la ermita»[8].


Tercera imagen, la actual, de la Virgen de las Angustias de Nerja (1967)

Cinco años después la nueva imagen, la tercera, había sido entregada, procediéndose a su bendición el día 11 de octubre de 1967, en una solemne función religiosa celebrada en la iglesia de El Salvador a las siete de la tarde de ese día, siendo trasladada en procesión a su ermita tras la finalización del mismo[9]. Desde entonces, esta es la la imagen de la Virgen de las Angustias que preside la ermita, de cuyo grupo siguió formando parte el Cristo de la anterior, aunque el busto de la segunda se conserva en una hornacina situada en un lateral de la nave del santuario.


Programa de festejos de Nerja del año 1967 en el que se anuncia la bendición de la nueva imagen de la Virgen de las Angustias


Es el rostro de esta tercera Virgen de las Angustias, sin las lágrimas y pestañas postizas añadidas que luce en la actualidad, el que se puede reconocer en la fotografía antes comentada, proporcionada por la viuda de Aurelio López Azaustre al profesor Cano Castilla y reproducida en su tesis doctoral, por lo que, sobre la base de ese documento gráfico, no cabe sino reconocer la autoría de la imagen actual de la Virgen de las Angustias de Nerja, y no de la de los Dolores,  al citado escultor granadino.


Virgen de las Angustias de Nerja (1967), estado actual. Fotografía del autor


 Con mi agradecimiento a Alejandro Jaime Peñuela, cronista de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores de Nerja.





[1]BUENO GARCÍA, Alejandro, Reseña histórica de la Villa de Nerja, Vélez-Málaga, 1907, pág. 45.
[2]MARTÍN GARCÍA, Miguel, «Proyección espiritual de Nerja en América»Nerja, Ayuntamiento de Nerja, octubre de 1950.
[3]«María Santísima de los Dolores y Aurelio López Azaustre», Boletín Informativo anual, Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores de Nerja, Semana Santa de 2000.
[4]CANO CASTILLA, Gonzalo, «Apunte artístico y biográfico del escultor Aurelio López Azaustre, autor de María Santísima de los Dolores de Nerja»Boletín Informativo anual, Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores de Nerja, Semana Santa de 2000.
[5]CANO CASTILLA, Gonzalo, Aurelio López Azaustre, escultor (1925-1988), Tesis doctoral inédita, Universidad de Granada, 2003, págs. 373-375.
[6]Boletín Conmemorativo del II Centenario de la Hermandad, Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores de Nerja, 1992.
[7]CAPILLA LUQUE, Francisco y SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio, «Del escenario áulico a la devoción popular. La imagen granadina de la Virgen de las Angustias en el contexto de Málaga y nerja», en LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis (ed.), Nuestra Señora de las Angustias. Sendas de devoción en la provincia de Granada y su entorno, Granada, 2017, págs. 566-618.
[8]ARCHIVO MUNICIPAL DE NERJA, Libro de Actas del Pleno del Ayuntamiento de Nerja de 1962, acta del 22 de septiembre, punto 2. Asuntos urgentes.
[9]Diario SUR, Málaga, 8 de octubre de 1967, págs. 24-25.

sábado, 9 de noviembre de 2019

La calle Pintada, arteria principal de Nerja




La calle Pintada en la década de 1920. Biblioteca de Cataluña, Fondo Editorial Alberto Martín, caja 58-09094



En 1824, año del primer callejero de Nerja que se conserva, la localidad contaba con trece calles: Angustias, de las Ánimas, Carabeo, de las Carretas, del Cristo, de la Cruz, Gitanos (actual El Barrio), Granada, de los Huertos, Nueva, de la Parra, Pintada y San Miguel, a las que se agregarían diez años después las del Arropiero, del Bronce y de los Trancos; con una plaza: la plaza Mayor, hoy del Balcón de Europa; y con tres plazuelas o plazoletas: la de Cavanas, la de la Ermita y la del Horno, ocupando esta última parte de la actual Puerta del Mar. No todas estas vías tenían la misma longitud que en la actualidad e ignoramos si bajo algunas de estas denominaciones pudieron quedar incluidas pequeñas callejas aledañas. 

Esta población contaba entonces con apenas doscientos años de existencia. Las primeras casas de la Nerja moderna se habían construido en 1633, en las proximidades del castillo Bajo, situado en el Balcón de Europa, ante el cual se abría un amplio espacio que dio lugar a la plaza Mayor, en la que se levantaría la iglesia y, muy posteriormente, la casa consistorial. Era este el lugar para la socialización y la fiesta, donde se celebraban todos los actos públicos. La plaza Mayor estaba conectada con dos plazoletas, la de Cavanas y la del Horno, desde las cuales partían cinco calles del pueblo (Gitanos y Granada, desde la primera, y Carabeo, del Cristo y Pintada, desde la segunda) que se ramificaban en otras más, casi todas ellas en sentido ascendente. Todo este núcleo podría ocupar un área aproximada de 170.000 mcon unos 2.000 m de perímetro. Sin embargo, no todo él estaba urbanizado como hoy, sino que las casas se alineaban a ambos lados de cada vía, quedando entre las construcciones de las distintas calles grandes bolsas de terreno dedicadas a huertos, jardines y corrales. Podría decirse que hasta comienzos del siglo XIX la trama urbana de la puebla de Nerja se desarrolló armonizando lo urbano y lo rural, aunque conforme la población se fue expandiendo en dirección norte las edificaciones dominaron prácticamente todo el espacio. 


Fotografía aérea de Nerja del llamado Vuelo Americano de 1957, anterior al desarrollo urbanístico de los últimos sesenta años. Sobre la fotografía se han trazado en color rojo las calles y plazas de Nerja en 1824


Aunque la plaza Mayor fuera el lugar de paseo y reunión de los nerjeños, la arteria principal del pueblo, la más prestigiosa desde el punto de vista social ya desde el siglo XVIII y donde se levantaron algunos de los mejores ejemplares de su arquitectura doméstica, era la calle Pintada, y sobre todo su tercio inferior, auténtica calle mayor de Nerja. Esta calle, de trazado sinuoso en algunos de sus tramos y recto en otros, arranca, junto con otras dos calles, del punto donde termina Puerta del Mar y finaliza en la plaza de Cantarero, alcanzando actualmente los 500 m de longitud, aunque hasta la segunda mitad del siglo XIX su extensión fue menor, añadiéndosele tramos nuevos conforme el pueblo crecía.

El primer documento en que se cita esta calle data de 1748, denominándosela calle de las Casas Pintadas[1]. Se la llamaba así con toda seguridad por encontrarse en ella algunas casas principales cuyas fachadas debían estar pintadas, es decir, decoradas con pinturas que representaran elementos arquitectónicos fingidos, motivos vegetales o esgrafiados de motivos geométricos coloreados, que tenían por objeto ocultar la pobreza de los materiales (mampostería trabada con barro o tapial) con que estaban construidas, a la vez que exteriorizaban la posición social y económica de sus propietarios. De esta manera, los nerjeños nombraban a la calle por aquello que la caracterizaba y que no se encontraba en otras de las del pueblo. Este tipo de decoración mural externa fue muy empleado en el siglo XVIII, conservándose aún en algunos edificios del entorno, como en la fachada del ingenio de Frigiliana, o en la ciudad de Málaga, donde se van recuperando interesantes programas pictóricos murales dieciochescos en iglesias y casas del centro histórico. Pero quizá sea la casa esgrafiada de Canillas de Aceituno la que mejor pueda ilustrarnos sobre el aspecto que debían presentar aquellas casas pintadas que daban nombre a la calle, por ser un ejemplo de lo que decimos en un ámbito rural, como era entonces el de Nerja. Lamentablemente, la decoración de la casa esgrafiada de Canillas de Aceituno se ha perdido, como tantas otras en nuestros pueblos, aunque podemos conocerla a través de una fotografía tomada por V. Martínez en 1934 y conservada en el archivo fotográfico del Legado Temboury. 


La Casa Esgrafiada de Canillas de Aceituno. V. Martínez, 1934. Legado Temboury, Archivo Fotográfico, fotografía n.º 963


Desde principios del siglo XIX y hasta la década de 1860 la calle perdió la primera parte de su nombre, que se consigna en la documentación municipal con el de calle Pintadas (en plural, pues se entendía aún que aludía a las casas), para transformarse en singular, Pintada, a partir de la última fecha, en que ya no debía de conservarse memoria de aquellas decoraciones. Entre 1917 y 1919, en una fecha que no podemos determinar por no conservarse los libros de actas del periodo entre ambos años, pero anterior al 18 de junio de 1919, el Ayuntamiento decidió sustituir el nombre tradicional de la calle por el de Marqués de Larios (entonces José Aurelio Larios y Larios, III marqués), propietario de la fábrica azucarera San José de Nerja y cacique con un enorme poder en la localidad y gran parte de la comarca de la Axarquía y de la provincia malagueña. Con la llegada de la II República, en 1931, la calle pasó a llamarse 14 de abril, fecha de la proclamación, manteniendo el nombre hasta el 22 de abril de 1935, en que la corporación municipal de signo derechista repuso el de Marqués de Larios. El 21 de marzo de 1936, el ayuntamiento formado por concejales de los partidos que constituían el Bloque Popular (republicanos de izquierda, socialistas y comunistas) acordó llamar a la calle Sargento Vázquez, en honor del ceutí Diego Vázquez Carballo que, en octubre de 1934, había desertado de su compañía, uniéndose a los mineros asturianos durante la revolución, tras cuyo fracaso fue sometido a consejo de guerra y fusilado. El 7 de agosto de 1937, unos meses después de la toma de Nerja por las fuerzas fascistas, la Comisión Gestora Municipal impuso a la calle el nombre de Generalísimo Franco. Por último, el 10 de mayo de 1979, el primer ayuntamiento democrático tras la dictadura franquista repuso el nombre histórico de calle Pintada, suprimido sesenta años antes, que mantiene en la actualidad. 


Cierro de madera acristalado de un balcón de la calle Pintada (foto del autor)


Puerta con cristales coloreados de influencia caribeña en una de las viviendas de la calle Pintada (foto del autor)


La extracción social de los vecinos de la calle Pintada ha sido muy heterogénea, aunque en el tramo inferior, donde finaliza la calle de la Cruz, el más antiguo y próximo a la Plaza y Balcón de Europa, es donde se concentraron muchas de las familias de la burguesía agroindustrial nerjeña que construyeron sus casas en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, dándole a esta arteria una unidad de estilo que se ha ido perdiendo en las últimas décadas. Estas viviendas burguesas eran, por lo general, de dos alturas, tenían zaguán que daba paso a un patio interior, descubierto o no, en torno al cual se distribuían las distintas dependencias, con un jardín o huerto trasero. Las fachadas presentaban molduras de imposta y pretil en alto coronado con jarrones de cerámica vidriada o esfinges de terracota; el piso inferior tenía ventanales enrejados y el superior o superiores, balcones con cierros acristalados de madera. Estas fachadas, como las del resto del pueblo, no estaban enjalbegadas con cal blanca (esta fue una moda impuesta a partir de las décadas de 1950-1960, con motivo de los concursos provinciales de embellecimiento de pueblos), sino coloreada de ocre, siena, azul u otros en distintas tonalidades, usándose el blanco solo para dinteles, jambas y algunos elementos decorativos, como las molduras; los zócalos, para los que en muchos casos sí se reservaba el blanco, presentaban aquí un color oscuro, cubriéndose algunos con baldosas hidráulicas en la década de 1930.  Algunas de las viviendas, propiedad de industriales, propietarios agrícolas y grandes contribuyentes, situadas en el tramo inferior de la calle, fueron las primeras en disfrutar desde 1879 de abastecimiento de agua tomada de las cañerías por las que circulaba el agua de las fuentes públicas (véase en este blog la entrada La fuente de la calle Angustias y los inicios del suministro de agua a viviendas en Nerja).


La fuente de calle pintada hacia 1910 adosada a una de las casas con que finalizaba el primer tramo de la calle (foto: Rojo Platero, P., 100 años de Nerja en fotos, 2005, pág. 121)


Otro de los cierros de madera acristalados que se conservan en la calle Pintada (foto del autor)



Algunos de los jarrones cerámicos de remate conservados en la calle Pintada(foto del autor)



Restos de color bajo las capas de cal blanca en una fachada de calle Pintada (foto del autor)



El vecindario de la calle Pintada pasaba a formar parte de las clases populares conforme la vía se alejaba del centro y avanzaba hacia las afueras de la población. Así, mientras en la parte baja de la calle vivían algunas de las más destacadas familias de la élite económica, social y política de Nerja, en la parte alta, en el entonces número 115 de la calle Pintada, en 1902, se constituyó la Sociedad Obrera «La Revancha», perteneciente a la Federación Malagueña, republicana, anticlerical y circunscrita al ámbito del librepensamiento, y en 1936, en el número 86 antiguo tuvo su sede el recién creado Sindicato Único de Campesinos y Oficios Varios adscrito a la anarquista CNT. Estas sedes obreras convivieron con espacios culturales y de ocio instalados donde se disponía de solares libres suficientemente amplios. Fue el caso del Teatro-Salón Novedades, que desde 1927 y durante la década de 1930 funcionó en los números 103 y 105 antiguos, ofreciendo cine, teatro, funciones musicales y combates de boxeo.

Hasta la llegada del turismo a Nerja en la década de 1960 y sobre todo con la irrupción del turismo de masas a finales de la década de 1970 y, especialmente, a comienzos de la de 1980, la calle Pintada, que hasta entonces había sido fundamentalmente residencial, comienza a transformarse en comercial y los bajos de aquellas casas burguesas a convertirse en locales comerciales con sus correspondientes rótulos y carteles anunciadores en las fachadas, a la vez que se demuelen algunas viviendas que son sustituidas por otras de nueva planta y diferente estilo. Es cierto que, anteriormente, esa actividad no había estado ausente de la calle, pero su presencia era reducida y se trataba de un tipo de comercio que atendía exclusivamente a las necesidades de la población, mientras que gran parte del nuevo comercio especializado va a ir dirigido mayoritariamente al turista (artesanía, recuerdos, marroquinería, artículos de playa, regalos, etc.). La peatonalización del tramo inferior de la calle llevada a cabo entre 1998 y 1999 ha supuesto una progresiva ocupación de la vía pública por comercios que exhiben el género en el exterior y por bares y restaurantes que transforman el espacio delantero de la calzada en terraza para veladores. Como el resto del centro histórico de Nerja, durante las horas del día y parte de las nocturnas, la calle Pintada deja de tener el aspecto que pueda recordar al de antaño, visible en la fotografía antigua que abre esta entrada, para ofrecer el de un bullicioso zoco a la vez que el de un comedor al aire libre. Centro comercial abierto lo llaman; es la ciudad-bar y la ciudad-hipermercado.


El tramo inferior de la calle Pintada entoldado durante el verano, en una foto tomada antes de la apertura de bares y comercios (foto del autor)

 
El tramo inferior de la calle Pintada, ya desentonado, en las primeras horas de la mañana cuando comienza a abrir el comercio (foto del autor)




[1]Archivo Municipal de Nerja, Leg. H-2, doc. 1, fol. 5 vº.