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miércoles, 10 de enero de 2024

El ingenio Nuevo de Nerja o Nuestra Señora de las Angustias (1805-ca. 1827)




Restos del ingenio Nuevo o Nuestra Señora de las Angustias de Nerja 



En la primera quincena del mes de diciembre de 2023 se detectó la caída parcial de los restos que se conservan de una antigua construcción de carácter preindustrial situada en Nerja, en las proximidades del puente Viejo sobre el río Chíllar. Estos restos consisten en la parte superior de un muro de mampostería revocada orientado al suroeste en el que se abren cinco vanos de distinto tamaño, hoy cegados, con arcos y jambas de ladrillo. Formaban parte de una crujía actualmente terraplenada sobre la que en su lado noroccidental se alza un gran arco perteneciente a una atarjea que debía surtir de agua al edificio para su funcionamiento. La parte caída pertenece al mayor de los arcos, una de las jambas y un trozo del muro en que se inscribe. 




Parte caída de los restos del ingenio Nuevo 


Parte caída de los restos del ingenio Nuevo antes de su derrumbe

 

En una estela informativa instalada junto a la atarjea en el año 2005 se indica que esos restos pertenecen al ingenio San Miguel, un establecimiento que a finales de 1867 estaba preparado para funcionar como ingenio azucarero por transformación de un molino harinero preexistente adquirido por el industrial nerjeño Miguel González Sánchez. Hasta entonces, en todas las publicaciones en que se incluían los ingenios y fábricas azucareras de Nerja, se daba por sentado que este era el ingenio llamado San Miguel y yo mismo así lo creía. Sin embargo, la documentación de archivo que consulté para escribir La industria azucarera en Nerja y Maro[1] contradecía esta afirmación, pudiendo comprobar que no era esa la ubicación del ingenio San Miguel, que en realidad se encontraba en la margen opuesta del Chíllar, a algo más de un kilómetro río arriba, junto a la cañada de las Minas, lindando con el término municipal de Frigiliana, sino la de otro más antiguo cuya existencia era desconocida hasta entonces por historiadores e investigadores. Se trataba del denominado ingenio Nuevo, así llamado en los documentos de la primera mitad del siglo XIX, aunque su nombre oficial era ingenio Nuestra Señora de las Angustias, denominación que no debe confundirse con la de la fábrica azucarera homónima construida posteriormente, en 1864, junto a la ermita de la patrona de Nerja.




Inmueble en el que estuvo el ingenio San Miguel

 

En 1805 funcionaba en Nerja un ingenio de azúcar construido en 1593 en la margen derecha del río Chíllar por el malagueño Juan de Briones. Era el único existente en la localidad y no tenía un nombre específico; simplemente era conocido por ingenio de Nerja. Desde su fundación, el ingenio había pertenecido a un número considerable de propietarios que se fueron sucediendo al frente del mismo, todos ellos oriundos y vecinos de otros lugares. En 1804 sus dueños, los comerciantes malagueños  Pedro Fisson y Gregorio Martínez, lo vendieron a tres vecinos de Frigiliana, provocando que un grupo de cosecheros de Nerja, miembros de la élite social y política constituida en el pueblo ejercieran el derecho de tanteo para hacerse con el ingenio. Finalmente no lo consiguieron y un año después, en 1805, estos labradores de Nerja decidieron emanciparse de la servidumbre que constituía moler la caña en un establecimiento en manos de naturales del vecino pueblo de Frigiliana y por cuya propiedad habían litigado, asociarse y edificar un ingenio para moler su propia caña, convirtiéndose ellos mismos en empresarios. 



Ingenio Viejo o San Antonio Abad


Así nacía el ingenio Nuevo, como alternativa al Viejo (posteriormente llamado San Antonio Abad). Este ingenio iba a suponer una seria amenaza para los dueños del antiguo que veían cómo podían derrumbarse los cálculos sobre las ganancias que esperaban obtener al perder el monopolio de la fabricación del azúcar en Nerja y tener que compartir con él las cantidades de caña a moler en cada temporada.

 

El ingenio se levantó extramuros, frente al ingenio Viejo, en terrenos situados en la margen izquierda del río Chíllar que constituía uno de sus límites, lindando por otros lados con la cuesta del Ingenio, la acequia del Pueblo y hazas de riego pertenecientes los dueños de aquel. Sus fundadores fueron José López Mariscal, José Garzón, Ramón García de Valdivia, Francisco José González, José del Pino, Miguel García Aura, que sería su administrador, Fernando González, José Joaquín García y Miguel García Caparrós, vecinos de Nerja, y Sebastián Herrero, vecino de Frigiliana. Casi todos ellos formaban parte de las fuerzas vivas locales y de la comarca, como Francisco José González, que era alcalde de Nerja entre 1804 y 1805[2] y desempeñaría un destacado papel en la producción azucarera de Nerja y Maro durante la primera mitad del siglo, o como José López Mariscal, síndico personero de Nerja en esos mismos años y socio fundador de la Sociedad Económica de Amigos del País de Vélez-Málaga[3].

 

Al año siguiente, en 1806, una vez construido el ingenio, los diez asociados constituyeron oficialmente una sociedad y acordaron una serie de condiciones de obligado cumplimiento para todos los socios[4]. Los interesados «con el fin de fomentar las fábricas de este reino, los reales intereses y beneficiar a los labradores de azúcares de esta citada villa, como así mismo por su propia utilidad», se habían asociado el año anterior y «por décimas partes contribuyeron a la construcción de una nueva fábrica ingenio de azúcares en el término de ella, nombrada Ntra. Sra. de las Angustias».  Cada socio debía disponer de un mínimo de 20 marjales de regadío propios o arrendados plantados íntegramente de caña por un plazo de seis años que estaba obligado a moler exclusivamente en el nuevo ingenio y contribuir a partes iguales en todos los gastos del ingenio, pago de salarios, adelantos dinerarios a los labradores, etc.



Arco de atarjea y muro del ingenio Nuevo



A partir de 1807 varios socios pusieron en venta la parte del ingenio que les correspondía. No conocemos el motivo exacto de estas deserciones, pero en unos comienzos en que los gastos pudieran haber sido mayores que los beneficios es fácil imaginar que tras esa decisión seguramente se escondiera la falta de liquidez que les impedía hacer frente a los compromisos contraídos, sin excluir la coyuntura de los años difíciles de la Guerra de la Independencia, algunos de los cuales Nerja estuvo ocupada por las tropas napoleónicas[5].

 

Sin embargo, los dueños del ingenio Viejo nunca abandonaron la esperanza de eliminar la competencia del Nuevo y en cuanto se presentó la oportunidad fueron comprando las partes de los socios, abandonándose la molienda de cañas, de forma que en la década de 1820, con seguridad antes de 1827, debieron dar por concluida la operación cerrando el ingenio que, abandonado, pronto se convirtió en una ruina[6]. En 1858 María Antonia Herrero Navas, hija y heredera de uno de los propietarios del ingenio Viejo, ya entonces denominado San Antonio Abad, a quien había correspondido en herencia la finca y el inmueble, legó en su testamento los restos del ingenio a dos sobrinos suyos «un huerto de tierra de riego [...] en que se incluyen dos cuadros de torreones derruidos, ruinas del ingenio Nuevo que fue de esta villa, metidos en labor»[7].



Fotografía aérea, en color verde la situación de los restos que se conservan del ingenio Nuevo de Nerja



Los únicos documentos que se conservan sobre este ingenio son las escrituras arriba mencionadas, no habiendo llegado a nosotros ninguna descripción del ingenio ni inventario de sus pertrechos, tampoco documentación relativa a la producción de azúcar, libros de cuentas, etc. Es probable que toda esa documentación se perdiera con el paso del tiempo o fuera destruida por sus últimos propietarios una vez clausurado el ingenio y condenado a su desaparición. La escasa pero valiosa documentación conservada en el Archivo Histórico Provincial de Málaga y en el Archivo Municipal de Nerja y los restos arquitectónicos que aún pueden verse son lo único que nos queda del que fuera el primer establecimiento azucarero de Nerja fundado por labradores locales con la idea de competir con el entonces más que bicentenario ingenio Viejo y acabar con el monopolio que ostentaba en la fabricación del azúcar. Fue, además, la primera de una serie de azucareras que empresarios nerjeños o de familia nerjeña en su mayoría construyeron en su pueblo: la fábrica San José (1864), posteriormente adquirida por Larios; la fábrica La Independencia (1881), también conocida como fábrica de los Cangrejos;  la fábrica de miel de caña El Progreso (1886)  y la fábrica de miel de caña RIFOL (1940), de corta vida la mayor parte de ellas y ensombrecidas por el dominio que la casa Larios ejerció en el sector.


 

 



[1] CAPILLA LUQUE, F., La industria azucarera en Nerja y Maro (I). Los ingenios preindustriales, Vélez-Málaga, Libros de la Axarquía, 2016, y La industria azucarera en Nerja y Maro (II). Las fábricas, Libros de la Axarquía, 2017.

[2] Archivo Histórico Nacional. Consejos, leg. 32.138, exp.25.

[3] MONTORO FERNÁNDEZ, F., La Sociedad Económica de Amigos del País de Vélez-Málaga (1783-1822), Vélez-Málaga, 1999, pág. 213.

[4] (A)rchivo (H)istórico (P)rovincial de (M)álaga. Leg. P-4.736, fols. 129r-130v y 140r-140v.

[5] A.H.P.M. Leg. P-4.732, fols. 253r-255r.

[6] MIÑANO Y BEDOYA, S., y LÓPEZ DE VARGAS-MACHUCA, T., Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, T. VI, Madrid, 1827. La voz ‘Nerja’ de este diccionario solo recoge un ingenio en la localidad, sin duda el Viejo, y otro en Maro, por lo que debemos entender que el ingenio Nuevo ya no funcionaba.

[7] A.H.P.M. Leg. P-4.777, fols. 416r-429v y leg. 4.780, fols. 715r-720r.