En 1991, el
que fuera primer conservador de la Cueva de Nerja, Pablo Solo de Zaldívar,
publicaba en la revista Jábega,
editada por la Diputación Provincial de Málaga, un artículo titulado “Los
cruciformes del cementerio de Maro, en Nerja (Málaga)”[1].
En él daba a conocer una serie de grabados existentes en la cara externa de los
muros del antiguo cementerio de Maro (actualmente utilizado como ermita de San
Isidro), en los que había reparado y había estudiado en 1960. Estos grabados, sobre
los que ya tratamos en una entrada anterior de este mismo blog dedicada a la
antigua necrópolis mareña, representan diversas figuras, como bastones, cruces
con y sin peana, figuras antropomorfas esquemáticas y barcos con sus velas
desplegadas; fueron ejecutados con dos técnicas distintas: el picado en el
enlucido y la incisión con punzón cuando este estaba aún fresco. Solo de
Zaldívar atribuía la autoría de los mismos a pastores y lugareños, a tenor de
la información que había recabado de algunas de las personas más ancianas de
Maro, que sin embargo no supieron, o no quisieron, explicar el motivo por el
que los hacían. El conservador fechaba la realización de los grabados a
mediados del siglo XIX, aunque esta datación es inexacta, ya que la construcción
del cementerio comenzó en 1901 y fue consagrado en enero de 1904.
Sin embargo,
no son estos los únicos grabados de semejantes características que se conservan
en la zona, pues también los podemos encontrar en la fábrica azucarera y
alcoholera ‘San Joaquín’ de Maro. Esta fábrica fue construida en 1879 por
Joaquín Pérez del Pulgar y Ruiz de Molina en el pago de ‘Las Mercedes´,
declarado colonia agrícola en 1881. La fábrica se encuentra en un solar con
forma trapezoidal de 36.964 m2 de superficie, cerrado por una cerca
de mampostería revocada que en su lado norte tiene ocho casas que estuvieron
destinadas a trabajadores de la colonia, mientras que en el lado noreste hay
otras dos, respectivamente habilitadas para el administrador y el mecánico de
la fábrica. Los muros testeros de las viviendas de los colonos dan al exterior,
al antiguo camino de Nerja a Almuñécar, y aunque muchos de ellos están
derruidos, otros se mantienen en pie y conservan grabados idénticos a los del
antiguo cementerio de Maro que bien pudieron encontrarse en otras partes de le
cerca actualmente ruinosas.
Los grabados
se hallan ubicados en ocho paneles de la cara norte exterior agrupados en dos
conjuntos: seis paneles consecutivos a partir del ángulo nororiental y dos
paneles consecutivos, aunque separados de los anteriores. Las figuras
representan bastones, cruces con y sin peana y formas rectangulares; no se
aprecian, al menos a simple vista, antropomorfos ni figuras o signos de otro
tipo. El significado tanto de estos
grabados murales de la fábrica ‘San Joaquín’ como del cementerio de Maro se nos
escapa, aunque pudieran tener un carácter identitario y algunos de ellos, en
especial las cruces, constituir verdaderos amuletos o signos de protección de
las viviendas que lindaban con el camino antes citado y el monte, a la vez que
contribuían a la sacralización del espacio. Sin duda ambos conjuntos, los del
cementerio y la fábrica, constituyen un importante documento antropológico que
debe ser conservado y protegido.
[1] Solo de
Zaldívar Yébenes, P., “Los cruciformes del cementerio de
Maro, en Nerja (Málaga)”, Jábega 71,
3-14.
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