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lunes, 4 de mayo de 2020

El castillo de Bentomiz (2)





Castillo de Bentomiz. Cara interior del lienzo con merlatura del lado norte de la parte de la villa (foto del autor)



El castillo de Bentomiz se encontraba en la parte más elevada de la cima del cerro que estaba completamente rodeado de murallas torreadas. No toda la superficie amurallada pertenecía al castillo, pues la fortaleza contaba con dos recintos, el superior, más pequeño, era el del castillo y el inferior, mucho más extenso, era un albácar en el que debía encontrarse la villa de Bentomiz. La planta de todo el conjunto es un polígono irregular, si bien todas sus caras se distribuyen conformando tres grandes lados: uno casi recto orientado al norte, hacia la parte de Arenas y Daimalos; otro similar dirigido al oeste, hacia la parte de Vélez-Málaga; y un tercero, el mayor, alabeado y orientado al sur. Dicha figura tiene tres esquinas conocidas con los nombres de Esquina de Arenas (NO), de Daimalos (NE), y de Vélez-Málaga (SO). 

En la zona noroccidental de la fortificación, dominando todo el conjunto, estaba el castillo propiamente dicho que tenía la misma forma que se ha descrito, aunque ocupaba una superficie equivalente a un 15%, aproximadamente, de los 39.718 m² fortificados.



Plano del estado actual del castillo de Bentomiz. Fuente: CHAVARRÍA VARGAS, J.A., “De la fortaleza y sierra de Bentomiz”, Jábega 46, 1984, pág. 12

La entrada del castillo se halla perdida y debía encontrarse en el lado septentrional, muy cerca de la esquina nororiental del mismo o de Daimalos; la puerta estaba flanqueada por dos torres situadas a derecha e izquierda. La torre de la derecha, conforme se entraba, era de planta cuadrada y su hueco tenía 3,22 m de lado, y la de la izquierda era rectangular y su hueco medía 3,22 m de largo y 2,34 m de ancho. Desde la torre de la izquierda partía un muro que cerraba el castillo por el sur y lo separaba de la parte de la villa; este muro terminaba en otra torre rectangular, de 4,10 m de largo y 3,22 m de ancho, «que está en el esquina de la dicha fortaleza hacia la parte de Vélez»[1]. El muro se dividía en tres lienzos de 37, 35 y 29 m respectivamente, entre los que se distribuían dos torres rectangulares: la primera de ellas conforme se venía de la entrada tenía dos habitaciones, una de 4,10 m de largo y 3,22 m de ancho que salía hacia la parte de la villa, y otra de idénticas dimensiones que daba al interior del castillo; la segunda torre tenía 2,63 m de largo y 2,34 m de ancho[2].

El lado occidental del castillo partía de la torre de la esquina de Vélez y terminaba en la esquina noroccidental o de Arenas, donde había otra torre rectangular de 3,22 m de largo y 2,34 m de ancho. Entre ambas se levantaba una torre ochavada de 5,86×5,86 m unida a ellas por dos lienzos de 37 y 33 m de largo[3].

El lado norte partía de la torre de la esquina de Arenas y terminaba en la puerta de entrada al castillo. Junto a este muro, por la parte de dentro, sobre una plataforma, se encontraba la torre del Homenaje, y en él había, además, «una torrecilla que hasta salía en el muro para garita de vela sobre Arenas» y otra torre «que está a un esquina que hace el dicho muro frontero de Daimalos», de 4,98 m de largo y 2,34 m de ancho, situada a 14 m de la puerta principal. Delante de este lado norte existía una barrera o falsabraga de retraimiento con dos cubos redondos con troneras en su base y 25 m de circunferencia.


Castillo de Bentomiz. Torre ochavada (foto del autor)

Castillo de Bentomiz. La torre ochavada y lienzo vistos desde la esquina de Arenas (foto del autor)


El castillo tendría un perímetro amurallado de unos 250 m, aproximadamente, con nueve torres, más la torre del Homenaje y la barrera con los dos cubos redondos. De todas ellas sólo se conservan dos y uno de los cubos. Tanto los muros como las torres eran de mampostería, aunque la mitad superior era de tapial, y estaban coronados por adarves con camino de ronda y pretil almenado; es posible que el material empleado fuera sólo la mampostería y las partes de tapial hubieran sido incorporadas en periodos posteriores ante la necesidad de reparar las partes altas de los mismos, conforme se iban deteriorando. Todas las torres estaban terraplenadas, excepto la del Homenaje y la que tenía estancias en su interior, y disponían de terrados rodeados de pretiles almenados. Merece destacarse la torre ochavada, de tapial sobre base formada por cajones de mampostería entre verdugadas de ladrillo, que Fernández López sitúa en época almohade, a finales del siglo XII o primera mitad del siglo XIII[4]. En el patio de la fortaleza había «una casa de aposentamiento» o dependencia para alojar tropas, una caballeriza arrimada al muro, dos cámaras, alta y baja, y un horno. Además, contaba con dos aljibes rectangulares cubiertos con bóveda de cañón, enlucidos y pintados con almagra, de los que Pedro Fernández de Madrid no da noticia en su Relación, y que Fernández López considera de época califal[5]. Tanto los aposentos como los lienzos y pretiles de la fortaleza estaban muy deteriorados en 1509 y uno de los lienzos estaba completamente caído[6]; el visitador ordenaba al tenedor de la fortaleza que, sin dilación alguna, «haga reparar los aposentamientos de la dicha fortaleza e las garitas de las torres e muro de ella donde han de estar las estancias de las velas e que lo tenga enhiesto e reparado»[7].


Castillo de Bentomiz. Aljibe del castillo (foto del autor)


Sin embargo, Pedro Fernández de Madrid, no incluía en la documentación de la visita información alguna de la parte de la villa, aunque hacía referencia a ella. De los ángulos nororiental y suroccidental del castillo partían muros que rodeaban completamente el espacio en que se encontraba la villa, y donde se estabulaba el ganado, formando un perímetro amurallado en el que quedan restos de cuatro torres. Gran parte del muro conservado tiene amplia base de mampostería y parte superior de tapial, pero los muros del ángulo nororiental de la villa son enteramente de tapial, y uno de los lienzos está realizado con una técnica inusual, que no se halla en el resto de la fortaleza, en que los cajones de tapial, algunos de ellos trapezoidales, se asientan sobre gruesas capas de cal que ocultan los orificios producidos por las agujas. También se mantiene en el lado norte un pedazo de lienzo de tapial sobre base de mampostería con desaguaderos, que conserva catorce merlones y el tramo correspondiente del camino de ronda; igualmente, por el lado occidental, se conservan algunos paños de lienzo y restos de su merlatura. La entrada a este segundo recinto, muy vulnerable, se encontraba en el ángulo nororiental y contaba con antepuerta, si bien actualmente está perdida. 


Castillo de Bentomiz. Cara exterior del resto de lienzo con merlatura del lado norte de la parte de la villa (foto del autor)

Castillo de Bentomiz. Base y desagües del lienzo anterior (foto del autor)

No se conservan restos de construcciones de la villa, que ya en el siglo XVI debía estar completamente abandonada, aunque quedan dos grandes aljibes rectangulares construidos para asegurar el abastecimiento de agua a sus habitantes, que podríamos considerar de época nazarí[8]. Uno de ellos, de 6,40×3,75 m, estaba cubierto con bóveda de cañón y tenía la cara interior de sus muros revocada y pintada a la almagra, y el otro, mucho más grande y profundo, de 10,55×7,30 m, tenía bóvedas de cañón de ladrillo entrecruzadas. Junto a este último aljibe y adosados al muro norte del segundo recinto, existen los muros de una vivienda cuya construcción fue muy posterior a la de la fortificación, probablemente se levantó en el siglo XVIII o en el XIX y, por lo tanto, no formó parte de ella[9].


Castillo de Bentomiz. Aljibe de la parte de la villa (foto del autor)


En la segunda mitad del siglo XVI el castillo estaba muy deteriorado, y en 1571, tras la Rebelión de los Moriscos, Francisco Arévalo de Zuazo lo visitó, alabando la situación tan privilegiada de que gozaba: «dicen que es la mejor atalaya que hay en todo este reino de mar y tierra y se descubren de él todos los lugares de la Sierra de Bentomiz sino son los del río de Lautín»[10]. Arévalo de Zuazo proponía repararlo, pues estaba «mucha parte de él derribado», al menos la torre principal o del Homenaje, que carecía de techos y tenía hundido el suelo del segundo piso, donde podrían residir el alcaide y los dos velas que este tenía obligación de poner. Consideraba que había que mantener la fortificación porque reunía una serie de condiciones que la hacían imprescindible para atender a la seguridad de los nuevos vecinos con que se iba a repoblar el territorio:

«Tiene aljibes con agua y cerca fuente, y los lugares que se poblaren en la sierra estarán con más seguridad porque a qualquiera cosa que les suceda viniendo moros a ellos con hacer almenaras y ahumadas les responde el castillo y Vélez ve las del castillo y podrá salir al socorro y no puede ver los lugares que hay grandes sierras en medio y será grande esfuerzo para los pobladores, y no hay más costa de solo el reparo pues el alcaide es obligado a las guardas y es bien conservar aquel edificio por estar en parte tan importante».[11]


Castillo de Bentomiz. Aljibe de la parte de la villa (foto del autor)


Seguramente no se atendieron las recomendaciones del visitador, pues en el mismo reinado de Felipe II se produjo otra visita, posterior a ésta, de la que se informaba que 

«El Castillo de Bentomiz está todo caído. No tiene persona alguna en él, ni hay donde poder morar ni vivir. […] No tiene situado cosa alguna para su reparo, ni hay para qué reedificarlo porque no es de momento alguno, porque está en una sierra muy áspera donde no hay agua, y cuando quisieren reedificarlo, ni se podría hacer con veinte mil ducados, como lo declaran personas y oficiales que lo entienden».

No obstante, si se tomaba la decisión de repararlo, se aconsejaba realizar obras con urgencia en el «cuarto de aposentamiento» del que hablaba Pedro Fernández de Madrid, al que habría que rehacer sus dos plantas; construirse tres aposentos para que sirvieran de morada a los guardas; reconstruir interiormente la torre del Homenaje, así como las demás torres que no eran macizas y estaban dotadas de cámaras. 


Castillo de Bentomiz. Cara interior del resto de lienzo de tapial del lado oriental de la parte de la villa (foto del autor)


El castillo de Bentomiz, de tanta importancia en la Edad Media, dejó de ser considerado un enclave fundamental en el esquema defensivo que la Corona había diseñado para el territorio a finales del siglo XV; la costa se había convertido en el único frente que merecía la pena mantener fortificado, y al que se dirigieron todas las energías, mientras que el interior del territorio, en otro tiempo cuajado de fortificaciones, iba presentando una estampa con fortalezas ruinosas y abandonadas que se hacía más nítida conforme iba avanzando el siglo XVI. La misma población morisca que vivía en la sierra de Bentomiz, cuando se rebeló en 1569, rehusó atrincherarse en el castillo, a pesar de que éste se encontraba a la mano de la mayor parte de los lugares y disponía de espacio suficiente para acoger a una gran multitud, y prefirió enriscarse en el Fuerte de Frigiliana. Todavía en los primeros años del siglo XVII, Juan Vázquez Rengifo trataba la fortaleza sin referirse al estado de ruina en que se encontraba: 

«Tiene las espaldas al norte y está en el cuchillo del cerro, sobre una muy agra y larga cuesta que con gran dificultad se puede subir por ella, aunque no haya resistencia de contrarios; y por la delantera, al mediodía, tiene una apacible plaza, cercada de una espaciosa y torreada muralla que nace del castillo por el un lado del levante y por el otro del puniente, en que comprehende un sitio casi redondo, donde pudiera haber una populosa población.En aquel sitio hay dos muy grandes y bien labrados aljibes, cisternas para agua, y otro de la misma forma en el castillo».[12]


Castillo de Bentomiz. Lado norte de la parte de la villa; en primer término, los restos de vivienda (foto del autor)


Pero con sus palabras, dejando aparte las inexactitudes que pudieran presentar desde el punto de vista histórico, Rengifo deja traslucir el concepto que sus contemporáneos tenían del castillo, una fortificación antaño formidable con un papel que desempeñar, pero innecesaria en esos momentos y convertida en reliquia de un pasado ya muy lejano:

«Y aunque en el sitio de la muralla no parece haber habido población ni haber sido habitado más que sólo el castillo, se colige de su sitio, fundamento, traza y fábrica que se hizo con grandísimo costo y para algún considerable efecto. Y fue que, después que Sevilla volvió a poder de cristianos, salían della y por la mar venían a esta costa y se llevaban los moros y ganados de las alcarías della; y para remediar aquel daño, los moros hicieron aquella fuerza, donde se pudiesen recoger personas y ganados y de donde con almenaras y ahumadas se diese a todas partes el aviso y rebato. Y para aquel efeto fue fundado aquel castillo y muralla, que para ello era cómoda y suficiente; y como amparo de la tierra tomó el nombre de la sierra».[13]

En la actualidad las ruinas del Castillo de Bentomiz se encuentran en una finca propiedad privada, parcelada y repartida entre varios propietarios, parte de la cual está cultivada; todo el terreno ha sido sometido a intensa actividad agrícola durante décadas y de ello dan fe los múltiples majanos que se encuentran por todas partes. El abandono del castillo, el efecto del paso del tiempo, y la utilización desde siglos atrás de muchos de sus materiales para la construcción de casas de campo, han dejado en el lugar restos ruinosos a la vista de los cuales todavía se puede adivinar la grandeza de esta fortificación. 

El castillo, como el resto de las fortificaciones de España, cuenta con protección jurídica desde la publicación del Decreto de 22 de abril de 1949, sobre protección de los castillos españoles. Más tarde, la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (L.P.H.E.), en su Disposición Adicional Segunda declaraba de interés cultural todos los bienes incluidos en el citado decreto, por lo que el castillo de Bentomiz alcanzó la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC). Así mismo, en virtud de lo establecido la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía, el castillo de Bentomiz está incluido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. También forma parte del Catálogo de Bienes Protegidos de la normativa urbanística del municipio de Arenas[14].


Castillo de Bentomiz. Restos de muros del lado sur de la parte de la villa (foto del autor)


(Fin)



[1](A)RCHIVO DE LA (A)LHAMBRA DE (G)RANADA, Leg. 20, doc. 1, fol. 4 v.
[2]Idem.
[3]Idem.
[4]FERNÁNDEZ LÓPEZ, S., Catalogación y estudio de las fortalezas medievales de Málaga y su territorio, Tesis Doctoral inédita leída en la Universidad de Málaga en 1987, págs. 177-193.
[5]FERNÁNDEZ LÓPEZ, S., «La fortaleza y tā‛ade Bentomiz», en Andalucía en el tránsito a la modernidad. Actas del Coloquio celebrado con motivo del V Centenario de la conquista de Vélez-Málaga (1487-1987), Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 1991, págs. 41-46.
[6]A.A.G. Ibidem, fol. 5 v.
[7]Ibidem, fol. 3.
[8]FERNÁNDEZ LÓPEZ, S., Catalogación y estudio de las fortalezas…, págs. 177-193.
[9]Chavarría Vargas denomina a esta construcción «la casa del Castillo», y la misma mantiene Fernández López. 
[10](A)RCHIVO (G)ENERAL DE (S)IMANCAS, Cámara de Castilla, leg. 2.158.
[11]Idem.
[12]VÁZQUEZ RENGIFO, J., Grandezas de la ciudad de Vélez y hechos notables de sus naturales, Vélez Málaga, Arte y Cultura, 1998, págs. 99-100.
[13]Idem.
[14]CAPILLA LUQUE, F., Las fortificaciones del partido de Vélez-Málaga entre los siglos XV y XIX, tesis doctoral inédita leída en la Universidad de Málaga el 20-01-2009.

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