Playa de Calahonda (Nerja), hacia 1910. Biblioteca de Cataluña, Fondo Editorial Albert Martín, caja 58/9.095
Una de las
actividades económicas de Nerja que gozó de gran importancia en el pasado,
aunque es prácticamente testimonial en la actualidad, fue la pesca de bajura.
Las pequeñas calas que conforman la costa más próxima a la localidad: el
Chucho, Salón, Caleta, Calahonda, o las más extensas playas de Burriana o el
Playazo constituían auténticos puertos pesqueros abiertos donde se desembarcaba
pescado diariamente.
Aunque antes de
1633 la puebla de Nerja se encontraba algo retirada del mar, al otro lado del
río Chíllar, debía existir en ella una notable actividad pesquera. Desde 1505
la venta del pescado gozaba de ciertas exenciones contenidas en la Carta de Privilegio
que la reina Juana I otorgó el 23 de septiembre de dicho año a los vecinos que
habían de repoblarla, así como a los de Torrox, después de que fuera abandonada
por sus habitantes moriscos. Entre otras ventajas
concedidas para atraerlos a lugares entonces muy peligrosos, se les eximía de
pagar la alcabala (impuesto que gravaba las compraventas)
“del pescado que los vecinos de los dichos lugares pescaren o tomaren e vendieren en ellas y en sus términos quier sea para mantenimiento de los vecinos, de ellos o para fuera parte; que del pescado fresco o salado que se vendiere dentro en los dichos lugares por cualesquier personas para mantenimiento de los vecinos de ellos no paguen alcabala alguna.”[1]
Sin duda, ya entonces las salazones eran una actividad
complementaria a la pesca, de enorme importancia si se quería conservar el
pescado o transportarlo a lugares del interior. Y esto se deduce no solo de la
inclusión del pescado salado en el privilegio de la reina Juana, sino también
de la toponimia. En este sentido, considero que el nombre -por cierto, muy antiguo- de la cala del Salón se
correspondería no con la primera acepción (sala grande, etc.) que da al término
el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua, sino con la segunda: “Carne o pescado salado para que se conserve”.
La cala del Salón sería posiblemente aquella en la que se practicaba la salazón
del pescado y el nombre Salón un sinónimo de saladero, por existir alguno de
estos establecimientos en ella. La primera cita documental del topónimo se
encuentra en un apeo de tierras de Nerja realizado por la ciudad de
Vélez-Málaga en 1536 para deslindar las que eran de su propiedad, algunas de
las cuales se encontraban por encima de dicha cala[2]. La
historiadora Purificación Ruiz García apunta que el nombre Salón de esta playa
pudiera derivar de la palabra hebrea shalom
(paz), pues un judío, Maimón Leví, poseyó tierras en Nerja entre 1490 y 1492[3].
Esta versión se ha propagado, de manera que no hay lugar web que trate el asunto
que no se haga eco de ella, dándose por sentado que esa y no otra es la
etimología del nombre; incluso hay quiénes yendo más allá, especulan, no se
sabe bien con qué fundamento, que esta playa podría haber sido uno de los
puntos por los que partieron los judíos expulsados en 1492, y de ahí el nombre.
Sin embargo, Maimón Leví no vivió en Nerja, sino en Vélez-Málaga, y aunque,
gracias a una merced concedida por los Reyes Católicos, poseyó durante dos años
algunas tierras en Nerja, también las poseía en Maro, Frigiliana, Torrox,
Arenas, Corumbela, Archez y Rubite, y no está documentada la existencia de
judíos en Nerja en aquella época. Por otro lado, en Nerja no embarcaron judíos;
como ha documentado el medievalista Miguel Ángel Ladero Quesada, los judíos de
Málaga y la Axarquía salieron por los puertos de Málaga y Almuñécar, y concretamente
Maimón Levi y su casa lo hicieron por este segundo puerto, el 20 de junio de
1492, en una nave genovesa[4].
No cabe duda que el traslado de la población “a la lengua
del agua”, en el entorno del castillo Bajo (Balcón de Europa) en 1633, debió
favorecer el desarrollo de la pesca y demás actividades relacionadas con ella,
como la salazón del pescado. A mediados del siglo XVIII, en 1752, en el
Catastro de Ensenada de la puebla de Nerja se indica que el número de jornaleros
de la mar era de ciento veinte hombres, lo que suponía una tercera parte del
total de jornaleros de la localidad, y recoge la existencia de cuatro jábegas
de pesca con una dotación de veinte hombres cada una de ellas y cinco barcos de
transporte de mercancías con cinco hombres por embarcación; a estas cifras
habría que añadir los calafates y algún carpintero de ribera. Nada se menciona
de la salazón de pescado, aunque es posible que no se hiciera porque dicha
actividad pudiera entenderse comprendida dentro de la actividad pesquera.
Playa de la Caleta (Nerja), hacia 1910. Biblioteca de Cataluña, Fondo Editorial Albert Martín, caja 58/9.096
Desde la década de 1750 y hasta la década de 1880 en que fue
suprimida, Nerja fue sede de una Ayudantía de Marina perteneciente a la
provincia marítima de Motril y al departamento de Cádiz, y contaba con una
importante presencia de matriculados de mar, es decir, de la gente de mar,
desde patrones de barco hasta calafates, pasando por todas las categorías de
marengos, inscrita en una relación o matrícula que era movilizada en caso de
guerra. En el siglo XVIII y primeras décadas del XIX los matriculados de mar de
Nerja estaban agrupados en el denominado gremio de matriculados de San Telmo,
su santo patrón, para cuyo altar en la iglesia de El Salvador costearon en la
década de 1780 el retablo realizado por José Martín de Aldehuela (véase en este
mismo blog la entrada El escudo heráldico de Nerja).
En 1766, el ingeniero José Antonio Espelius levantó un plano
de parte de la población de Nerja en el que se muestran las playas aledañas al
castillo Bajo: la Caleta del Castillo (hoy, playa de la Caleta o Caletilla) a poniente, y
Calahonda a levante que estaba siendo ordenada por la Dirección de Rentas Generales
de la Superintendencia General de la Real Hacienda para la mejor organización
del puerto de Nerja. Aunque no figura aún ningún saladero, sí que se indica el
lugar en que se encontraban los alfolíes de la sal, a los que se descendía por una rampa o escalera
situada a levante, en la parte de la playa de Calahonda, justo al pie de la
torre del homenaje del castillo para asegurar la vigilancia y custodia de dicho
acceso[5].
No todas las localidades poseían alfolíes, estancos de la sal en los que esta
se almacenaba procedente de las salinas para su venta a los comerciantes,
ganaderos o a los propietarios de saladeros, y el hecho de que Nerja contara
con ellos indica el uso abundante que se podría hacer de este producto. El
alfolí de la sal de Nerja contaba con un fiel (interventor y medidor de la sal)
y, como el resto de los alfolíes malagueños, se abastecía de las salinas de
Cádiz y de Alicante.
Plano de parte de la población de Nerja, de la
playa, castillo y bajada al puerto cerrada e inutilizada por una casa y huerto. José A. Espelius. S.l.,
1766. A.G.S., Mapas, Planos y Dibujos, 58-83 (la flecha roja indica la situación de los alfolíes)
Desde mediados del siglo XIX la salazón de pescado debió de
ser una industria en auge. En 1847, el ayudante militar de Marina de Nerja,
Joaquín López, remitió las respuestas a un interrogatorio dirigido a elaborar
una “Exposición sobre la necesidad de restaurar y fomentar la industria de la
pesca en España”; este documento que se conserva en el Museo Naval de Madrid ha
sido transcrito y publicado por Manuel Burgos Madroñero[6]. En
el informe se destacaba la decadencia de la pesca, debida a la sobreexplotación
de los recursos y a las artes de pesca utilizadas, y se informaba de las
embarcaciones, efectivos y especies que se pescaban. Había entonces de seis
a nueve jábegas, uno o dos boliches y entre dos y siete barcos, siendo 172 las
personas que integraban la matrícula de mar; las especies que se pescaban eran:
sardinas, bogas, boquerones, salmonetes, lenguados, calamar, besugos, brecas,
dentones, cabrillas y japutas, consumiéndose el 10% en Nerja, puntos de su
partido y Torrox, y el 90% restante se exportaba a Granada y su vega y reino de
Jaén. Los pescadores vendían todo el pescado en fresco, pero el que se
exportaba al interior se hacía salado, lo que implica la existencia de
empresarios dedicados a la compra del pescado y su salpresado en saladeros. El
abastecimiento de sal para ello era fundamental, pues se necesitaba la mitad
del peso del pescado de sal en invierno, tres cuartas partes en primavera y
otoño, y la misma cantidad de sal que de pescado en verano.
Saladero del Playazo de Nerja. Mapa Topográfico Nacional de España, hoja 1.054
¿Dónde se encontraban estos saladeros de Nerja? Los había,
al menos, en dos lugares: en el Playazo y en la playa de Calahonda. En la hoja
1.054 del Mapa Topográfico Nacional de España, editada en 1911, figura un
saladero situado hacia la mediación de la playa del Playazo de Nerja. Este
saladero estaba funcionando en 1879 en un inmueble propiedad del industrial
Lorenzo Terol, aunque arrendado por Miguel Romo González, quien lo había
dedicado a la salazón de pescado[7];
en las primeras décadas del siglo XX debía explotarlo un descendiente suyo,
Francisco Romo, un armador que poseía entonces la mayor parte de las
embarcaciones que faenaban en Nerja y a quien Pablo Rojo Platero califica como el
“amo de la mar”[8].
En la playa de Calahonda hubo dos saladeros, junto a los alfolíes de la sal; en
1922 uno de ellos era propiedad de Salvador Gutiérrez Escobar, domiciliado en
Torrox, y el otro, un saladero y almacén de pescado, lo era de los hermanos
Emilio y Manuel Rosa Paloma, vecinos de Nerja. Desconocemos la fecha hasta la
que estuvieron activos estos saladeros. En la década de 1960 los almacenes y
saladeros de Calahonda fueron demolidos y las familias que habitaban las casas de esta playa fueron desplazadas a un
grupo de viviendas sociales al producirse la expropiación de las mismas, dentro
del plan de ordenación del Balcón de Europa, Calahonda y el Salón[9].
[1]
(A)rchivo (M)unicipal de (N)erja.
Libro del Privilegio de Nerja y Torrox, fol. 10 vº.
[2]
Archivo Municipal de Vélez-Málaga.
Sig. IV-2, Traslado del apeo en tierras de Nerja realizado en 1536, fol. 2v.
[3]
RUIZ GARCÍA, P., La taha de Frigiliana.
Nerja, Torrox, Maro y Frigiliana después de la Conquista, Vélez-Málaga,
1994.
[4]
LADERO QUESADA, M. A., “De nuevo
sobre los judíos granadinos al tiempo de su expulsión”, En la España Medieval 30, 2007, págs. 281-315
[5]
Plano de parte de la población de Nerja, de la playa, castillo y bajada al
puerto cerrada e inutilizada por una casa y huerto. José A. Espelius. S.l., 1766. Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte, Archivo General de Simancas, Mapas, Planos y
Dibujos, 58-83.
[6]
BURGOS MADROÑERO, M., “La pesca en Nerja en el siglo XIX”, Isla de Arriarán. Revista cultural y científica VII, 1996, págs.
17-31.
[7]
A.M.N., Libro de Actas Municipales
de 1879, sesión de 9 de agosto.
[8]
ROJO PLATERO, P., 100 años de Nerja en fotos, Nerja, 2005,
págs. 107-119.
[9]
A.M.N. Libro de Actas Municipales de
1962, sesión del 15 de diciembre.
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jueves, 25 de enero de 2018
Notas para una historia de la pesca y los saladeros de pescado en Nerja
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Querido francisco, gracias por tus investigaciones. soy arquitecta fotógraf y he estado tres meses en este verano 2020 trabajando como auxiliar de playa en la playa del salón, y mientras tanto he ido haciendo fotos con el patrón francisco, y conversado con los pobladores de la lengua del agua. me estás inspirando para poder seleccionar fotos y contar. un abrazo.
ResponderEliminarGran trabajo Francisco, enhorabuena
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