En la década de 1990, en un jardincillo que había en el lado norte de la plaza Balcón de Europa de Nerja, se colocaron dos jarrones de jardín, copia de los instalados en una de las fachadas del Museo Nacional del Prado, en Madrid, donados por Antonio Mercero y Antonio Ferrandis, director y protagonista, respectivamente, de la serie televisiva Verano Azul. Los jarrones fueron retirados en enero de 2007, cuando fueron suprimidos los jardines en una de las remodelaciones de la plaza, y depositados en almacenes municipales, donde se fueron deteriorando con el paso del tiempo. En diciembre de 2021, tras ser restaurados por el escultor Francisco Martín, añadiéndoles unos medallones con el busto de los donantes esculpidos por él, fueron colocados sobre unos pedestales en la fachada sur de la Casa Consistorial nerjeña.
Fachada norte del Museo Nacional del Prado, donde se encuentran instalados los dos jarrones procedentes de La Granja, posteriormente trasladados al taller de Mármoles del Palacio Real de Madrid |
Tanto las notas de prensa que recogen el acto de instalación, como la inscripción que figura en los pedestales se refieren a ellos, erróneamente, como «ánforas», cuando no lo son. Este tipo de piezas escultóricas reciben el nombre de jarrones y estos concretamente, al llevar tapa, se corresponden con el tipo denominado jarrón-urna o simplemente urna. Los jarrones, con tapa o sin ella, de piedra, mármol, cerámica, plomo u otro metal pintado, fueron utilizados desde la Antigüedad como elemento ornamental en jardines, villas y palacios; los de materiales nobles, como pórfido, ágata o alabastro, se reservaban para los interiores[1]. En las villas imperiales romanas, las italianas del siglo XVI, los jardines franceses del XVII y el XVIII, los jardines paisajísticos ingleses, etc., se emplearon con profusión, siendo utilizados como tiestos para plantar flores o sencillamente como piezas decorativas que junto a estatuas, fuentes y determinados elementos arquitectónicos, como pirámides, columnas o templetes, y colocados en lugares bien visibles, formaban parte, generalmente, de un determinado programa. Los de terracota o cerámica vidriada fueron utilizados en la arquitectura doméstica de la burguesía decimonónica como remate ornamental de los pretiles de las azoteas, dotando a la vivienda de un carácter suntuoso (en Nerja se conservan aún algunos ejemplares de ellos). Como hemos dicho, estos jarrones de Nerja son copias de los existentes en dos hornacinas de la fachada norte del Museo Nacional del Prado, aunque no fueron concebidos para este edificio, sino que proceden de los jardines del Real Sitio de la Granja de San Ildefonso (Segovia), para los que fueron labrados, donde estuvieron originalmente emplazados y de donde salieron para iniciar un recorrido que terminó en el museo.
Jarrón procedente de La Granja, trasladado al Palacio Real de Madrid y actualmente situado en la fachada norte del Museo Nacional del Prado |
Jarrón ornamentando una vivienda de la calle Pintada de Nerja |
El Palacio Real de La Granja de San Ildefonso se construyó a partir de 1720, como lugar de retiro, entre bosques y jardines, del rey Felipe V. El palacio fue comenzado por Teodoro Ardemans y los jardines trazados por el arquitecto René Carlier y el jardinero Étienne Boutelou, venidos de Francia. Estos jardines siguen el modelo barroco francés, no del palacio de Versalles, sino del palacio de Marly, construido por Luis XIV, abuelo de Felipe V, para su descanso. Parterres y bosquecillos, fuentes, esculturas y jarrones componen una escenografía y desarrollan un programa iconográfico en cuyo diseño y ejecución participaron en la parte escultórica los escultores René Fremin y Jean Thierry, llegados, asimismo, de Francia, donde habían trabajado en los jardines de Marly, trayendo consigo los modelos y bocetos que habían diseñado para el jardín del palacio francés[2].
En la Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid se conservan dos manuscritos con la descripción de las esculturas de los jardines de La Granja. Uno de ellos, es anónimo y está fechado en 1796; en la descripción de las figuras de la fuente de la Cascada, se dice que
«A un lado y otro de la cascada estan puestos ocho basos de marmol, con niños que forman unos asuntos de caza y otros trofeos de musica, como los de las figuras son de D. Juan Tieri y D. Renato Fremin»[3].
El otro, escrito en 1817 por el aposentador real Sebastián Salgado Palomino, es más explícito, describiendo pormenorizadamente la «Cascada de marmol, Fuente de Amphitrite y demas Estatuas, Jarrones y adornos de ella»[4]. El autor indica que en el lado derecho de la cascada están colocadas cuatro estatuas y cuatro jarrones de mármol blanco de Génova, obra de René Fremin y Jean Thierry; uno de ellos es un
«Jarron realzado con dos cabezas de faunos barbados en las asas: en la superficie anterior se ven dos niños hiriendo con picas a un Aguila que lleba entre sus uñas un cordero, y en la posterior se ven los mismos niños montados sobre un macho cabrio».
Mascarón barbado y alado en el asa de uno de los jarrones de Nerja |
Y en la misma posición del lado izquierdo de la cascada hay otro
«Jarrón igual al del otro lado sin mas diferencia que estan en el [...] a la parte anterior las figuras que en el otro estan a la posterior».
Jardines de La Granja, La Cascada. Arriba, en el lado derecho, uno de los jarrones descritos por Salgado Palomino. Foto: Patrimonio Nacional. M.ª Jesús Herrero Sanz. Fuente:https://journals.openedition.org/crcv/11940 |
En contraposición a los temas alegóricos y mitológicos que abundan en los jardines, hay otros de carácter naturalista, como las escenas de caza, actividad muy querida por el rey, o las figuras de niños que los escultores franceses habían traído de Marly, en cuyo proyecto Luis XIV creía que había que mezclar los temas serios con la juventud, afirmando que «los temas infantiles tienen que estar presente en todas partes»[5]. En estos dos jarrones se combinan precisamente elementos ornamentales, como los mascarones barbados y alados, la decoración vegetal, y los temas de caza y pastoriles con las figuras infantiles.
Según informa Salgado Palomino en el citado manuscrito, en 1804, por orden del rey Carlos IV, todos los jarrones de los jardines del Palacio de La Granja fueron desmontados y trasladados al Real Sitio de Aranjuez para ser colocados en sus jardines, siendo sustituidos por otros idénticos de plomo, pintados imitando mármol, pues se conservaban los moldes que habían dejado Thierry y Fremin. Sin embargo, «se hallan quatro de ellos colocados en la Escalera Principal del Real Palacio de Madrid sobre pedestales de madera imitando a piedra, y dos hechos pedazos en el taller de marmol de su Magestad que sirven de tiestos para sembrar flores».
Años después, en junio de 1833, con motivo de la jura de la infanta Isabel, futura Isabel II, como princesa heredera, en la iglesia de los Jerónimos, las fachadas del Museo del Prado, aledaño al templo y convertido ya en museo de pinturas, que estaban carentes de ornato, fueron decoradas con esculturas de escayola que en un futuro deberían ser reemplazadas por otras de mármol o piedra. Como no se pudo completar para la fecha indicada el conjunto de esculturas previsto, en ocho de las hornacinas se colocaron jarrones de yeso modelados por el vaciador José Pagniucci y Baratta que, asimismo, deberían ser sustituidos más adelante por otros de piedra. En 1854 se utilizaron los dos jarrones procedentes de La Granja que estaban muy deteriorados en los reales talleres de mármol usados para plantar flores y a los que le faltaban las tapas. Pagniucci los restauró y esculpió sus tapas, siendo colocados en la fachada este del museo, o de Velázquez; en diciembre de 1900 fueron trasladados a las hornacinas de la fachada norte, o de Goya, donde permanecen[6]. Son los dos jarrones que estuvieron en los laterales de la Cascada de los jardines de La Granja, cuya descripción, transmitida por Salgado Palomino, hemos ofrecido más arriba, y de los cuales se encuentran en Nerja las copias adquiridas por Mercero y Ferrandis y ofrecidas como regalo a la localidad.
El otro jarrón procedente de La Granja, trasladado al Palacio Real de Madrid y actualmente situado en la fachada norte del Museo Nacional del Prado |
Todos estos jarrones, como los demás, fueron concebidos para ser utilizados en determinados contextos, en jardines palaciegos, o incorporados para el ornato de ciertos edificios de carácter áulico o monumental, o el de jardines posteriormente abiertos al uso ciudadano. La iconografía que presentan en sus relieves los convierte en parte de un programa iconográfico y ornamental completo. Desde el momento en que fueron retirados del jardín barroco regio de La Granja, donde eran piezas que formaban parte de un microcosmos en el que cumplían una función, se convirtieron en piezas decorativas descontextualizadas. La incorporación posterior al edificio neoclásico del Museo del Prado para el ornato de sus fachadas lleva implícita su musealización y convierte a los jarrones en obras que se exhiben en el exterior como piezas de museo, a la vez que se integran en el edificio, formando parte del mismo, dotándose de un nuevo significado. Finalmente, reproducidos para su comercialización, experimentarán una nueva descontextualización al ser instalados en otros lugares, produciéndose una resignificación de los mismos. Es el caso de las copias de Nerja que poco tienen ya que ver con los jarrones originales de los jardines de La Granja-Museo del Prado que esculpieran René Fremin y Jean Thierry y restaurara José Paignucci. Las cartelas colocadas en sus pedestales y los medallones con los bustos de Antonio Mercero y Antonio Ferrandis agregados a sus copas han despojado a estas obras de su carácter y hacen que las veamos no como lo que son, jarrones de jardín barrocos o piezas ornamentales musealizadas, sino como elementos asociados a la citada serie televisiva, como otros que ya existen distribuidos por distintos puntos de la localidad. Definitivamente estos ya son el jarrón de Antonio Mercero y el jarrón de Antonio Ferrandis Chanquete, de Verano Azul.
[1] «Vase, s. m. (Sculpt.) ornement de sculpture, isolé & creux, qui, posé sur un socle ou piédestal, sert pour décorer les bâtimens & les jardins. Il y en a de pierre, de fer, de plomb, de marbre, de bronze, &c. Les premiers servent d’amortissement. Les vases de fer sont employés pour décorer les jardins, de même que les vases de fayence. On peint les premiers d’une couleur à l’huile. On orne les parcs avec des vases de marbre, placés dans les endroits les plus apparens, & on réserve les vases de marbre précieux, tels que ceux de porphyre, d’agate, d’albâtre, &c. pour la décoration du-dedans. Enfin l’usage des vases de bronze, qui sont toujours de moyenne grandeur, est d’embellir les tablettes des terrasses.
Une figure gracieuse & variée, constitue la beauté des vases. On en trouvera des modeles dans l’essai d’Architecture historique de Fischer, l. IV. (D. J.)».
Encyclopédie ou dictonnaire raisonne des sciences, des arts et des métieres, pour une société des gens de lettres, T. XVI, Neufchastel, 1765.
[2] HERRERO SANZ, María Jesús, «Los jardines de la Granja de San Ildefonso: Felipe V entre Marly y Versalles», Bulletin du centre de recherche du château de Versailles, acesible en línea en https://journals.openedition.org/crcv/11940 (consultado el 28-1-2022)
[3] Descripcion de las obras de Esculptura de El Real sitio de S.n Ildefonso Echas por los Esculptores mayores de S. M. D.n Juan Tieri, D.n Renato Fremin, D.n Santiago Buso. 1796. Madrid, Real Biblioteca del Palacio Real, sign. II/2.095.
[4] SALGADO PALOMINO, Sebastián, Descripción general de todas las fuentes. Sus diametros, Surtidores, Estatuas, Grupos, Jarrones y demas obras de Escultura, que se hallan colocadas en los Reales Jardines del Real Sitio de San Ildefonso, dedicada a la reyna N.a S.a D.a Maria Isabel de Braganza, con la explicación más prolija de sus significaciones, tanto en lo verdadero como en lo fabuloso, con el nombre de los Artifices que las han egecutado / por Don Sebastián Salgado Palomino, Aposentador de SS.MM. Año de 1817. Madrid, Real Biblioteca del Palacio Real, sig. II/605.
[5] MORÁN TURINA, Miguel, La imagen del rey. Felipe V y el arte, Madrid, 1990, pág. 70.
[6] AZCUE BREA, Leticia, «El ornato exterior del Museo del Prado. Un programa escultórico inacabado», Boletín del Museo del Prado T. XXX, n.o 48, 2012, págs. 98-126.
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