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La calle Pintada en la década de 1920. Biblioteca de Cataluña, Fondo Editorial Alberto Martín, caja 58-09094 |
En 1824, año del primer callejero de Nerja que se conserva, la localidad contaba con trece calles: Angustias, de las Ánimas, Carabeo, de las Carretas, del Cristo, de la Cruz, Gitanos (actual El Barrio), Granada, de los Huertos, Nueva, de la Parra, Pintada y San Miguel, a las que se agregarían diez años después las del Arropiero, del Bronce y de los Trancos; con una plaza: la plaza Mayor, hoy del Balcón de Europa; y con tres plazuelas o plazoletas: la de Cavanas, la de la Ermita y la del Horno, ocupando esta última parte de la actual Puerta del Mar. No todas estas vías tenían la misma longitud que en la actualidad e ignoramos si bajo algunas de estas denominaciones pudieron quedar incluidas pequeñas callejas aledañas.
Esta población contaba entonces con apenas doscientos años de existencia. Las primeras casas de la Nerja moderna se habían construido en 1633, en las proximidades del castillo Bajo, situado en el Balcón de Europa, ante el cual se abría un amplio espacio que dio lugar a la plaza Mayor, en la que se levantaría la iglesia y, muy posteriormente, la casa consistorial. Era este el lugar para la socialización y la fiesta, donde se celebraban todos los actos públicos. La plaza Mayor estaba conectada con dos plazoletas, la de Cavanas y la del Horno, desde las cuales partían cinco calles del pueblo (Gitanos y Granada, desde la primera, y Carabeo, del Cristo y Pintada, desde la segunda) que se ramificaban en otras más, casi todas ellas en sentido ascendente. Todo este núcleo podría ocupar un área aproximada de 170.000 m2 con unos 2.000 m de perímetro. Sin embargo, no todo él estaba urbanizado como hoy, sino que las casas se alineaban a ambos lados de cada vía, quedando entre las construcciones de las distintas calles grandes bolsas de terreno dedicadas a huertos, jardines y corrales. Podría decirse que hasta comienzos del siglo XIX la trama urbana de la puebla de Nerja se desarrolló armonizando lo urbano y lo rural, aunque conforme la población se fue expandiendo en dirección norte las edificaciones dominaron prácticamente todo el espacio.
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Fotografía aérea de Nerja del llamado Vuelo Americano de 1957, anterior al desarrollo urbanístico de los últimos sesenta años. Sobre la fotografía se han trazado en color rojo las calles y plazas de Nerja en 1824 |
Aunque la plaza Mayor fuera el lugar de paseo y reunión de los nerjeños, la arteria principal del pueblo, la más prestigiosa desde el punto de vista social ya desde el siglo XVIII y donde se levantaron algunos de los mejores ejemplares de su arquitectura doméstica, era la calle Pintada, y sobre todo su tercio inferior, auténtica calle mayor de Nerja. Esta calle, de trazado sinuoso en algunos de sus tramos y recto en otros, arranca, junto con otras dos calles, del punto donde termina Puerta del Mar y finaliza en la plaza de Cantarero, alcanzando actualmente los 500 m de longitud, aunque hasta la segunda mitad del siglo XIX su extensión fue menor, añadiéndosele tramos nuevos conforme el pueblo crecía.
El primer documento en que se cita esta calle data de 1748, denominándosela calle de las Casas Pintadas[1]. Se la llamaba así con toda seguridad por encontrarse en ella algunas casas principales cuyas fachadas debían estar pintadas, es decir, decoradas con pinturas que representaran elementos arquitectónicos fingidos, motivos vegetales o esgrafiados de motivos geométricos coloreados, que tenían por objeto ocultar la pobreza de los materiales (mampostería trabada con barro o tapial) con que estaban construidas, a la vez que exteriorizaban la posición social y económica de sus propietarios. De esta manera, los nerjeños nombraban a la calle por aquello que la caracterizaba y que no se encontraba en otras de las del pueblo. Este tipo de decoración mural externa fue muy empleado en el siglo XVIII, conservándose aún en algunos edificios del entorno, como en la fachada del ingenio de Frigiliana, o en la ciudad de Málaga, donde se van recuperando interesantes programas pictóricos murales dieciochescos en iglesias y casas del centro histórico. Pero quizá sea la casa esgrafiada de Canillas de Aceituno la que mejor pueda ilustrarnos sobre el aspecto que debían presentar aquellas casas pintadas que daban nombre a la calle, por ser un ejemplo de lo que decimos en un ámbito rural, como era entonces el de Nerja. Lamentablemente, la decoración de la casa esgrafiada de Canillas de Aceituno se ha perdido, como tantas otras en nuestros pueblos, aunque podemos conocerla a través de una fotografía tomada por V. Martínez en 1934 y conservada en el archivo fotográfico del Legado Temboury.
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La Casa Esgrafiada de Canillas de Aceituno. V. Martínez, 1934. Legado Temboury, Archivo Fotográfico, fotografía n.º 963 |
Desde principios del siglo XIX y hasta la década de 1860 la calle perdió la primera parte de su nombre, que se consigna en la documentación municipal con el de calle Pintadas (en plural, pues se entendía aún que aludía a las casas), para transformarse en singular, Pintada, a partir de la última fecha, en que ya no debía de conservarse memoria de aquellas decoraciones. Entre 1917 y 1919, en una fecha que no podemos determinar por no conservarse los libros de actas del periodo entre ambos años, pero anterior al 18 de junio de 1919, el Ayuntamiento decidió sustituir el nombre tradicional de la calle por el de Marqués de Larios (entonces José Aurelio Larios y Larios, III marqués), propietario de la fábrica azucarera San José de Nerja y cacique con un enorme poder en la localidad y gran parte de la comarca de la Axarquía y de la provincia malagueña. Con la llegada de la II República, en 1931, la calle pasó a llamarse 14 de abril, fecha de la proclamación, manteniendo el nombre hasta el 22 de abril de 1935, en que la corporación municipal de signo derechista repuso el de Marqués de Larios. El 21 de marzo de 1936, el ayuntamiento formado por concejales de los partidos que constituían el Bloque Popular (republicanos de izquierda, socialistas y comunistas) acordó llamar a la calle Sargento Vázquez, en honor del ceutí Diego Vázquez Carballo que, en octubre de 1934, había desertado de su compañía, uniéndose a los mineros asturianos durante la revolución, tras cuyo fracaso fue sometido a consejo de guerra y fusilado. El 7 de agosto de 1937, unos meses después de la toma de Nerja por las fuerzas fascistas, la Comisión Gestora Municipal impuso a la calle el nombre de Generalísimo Franco. Por último, el 10 de mayo de 1979, el primer ayuntamiento democrático tras la dictadura franquista repuso el nombre histórico de calle Pintada, suprimido sesenta años antes, que mantiene en la actualidad.
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Cierro de madera acristalado de un balcón de la calle Pintada (foto del autor)
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Puerta con cristales coloreados de influencia caribeña en una de las viviendas de la calle Pintada (foto del autor) |
La extracción social de los vecinos de la calle Pintada ha sido muy heterogénea, aunque en el tramo inferior, donde finaliza la calle de la Cruz, el más antiguo y próximo a la Plaza y Balcón de Europa, es donde se concentraron muchas de las familias de la burguesía agroindustrial nerjeña que construyeron sus casas en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, dándole a esta arteria una unidad de estilo que se ha ido perdiendo en las últimas décadas. Estas viviendas burguesas eran, por lo general, de dos alturas, tenían zaguán que daba paso a un patio interior, descubierto o no, en torno al cual se distribuían las distintas dependencias, con un jardín o huerto trasero. Las fachadas presentaban molduras de imposta y pretil en alto coronado con jarrones de cerámica vidriada o esfinges de terracota; el piso inferior tenía ventanales enrejados y el superior o superiores, balcones con cierros acristalados de madera. Estas fachadas, como las del resto del pueblo, no estaban enjalbegadas con cal blanca (esta fue una moda impuesta a partir de las décadas de 1950-1960, con motivo de los concursos provinciales de embellecimiento de pueblos), sino coloreada de ocre, siena, azul u otros en distintas tonalidades, usándose el blanco solo para dinteles, jambas y algunos elementos decorativos, como las molduras; los zócalos, para los que en muchos casos sí se reservaba el blanco, presentaban aquí un color oscuro, cubriéndose algunos con baldosas hidráulicas en la década de 1930. Algunas de las viviendas, propiedad de industriales, propietarios agrícolas y grandes contribuyentes, situadas en el tramo inferior de la calle, fueron las primeras en disfrutar desde 1879 de abastecimiento de agua tomada de las cañerías por las que circulaba el agua de las fuentes públicas (véase en este blog la entrada La fuente de la calle Angustias y los inicios del suministro de agua a viviendas en Nerja).
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La fuente de calle pintada hacia 1910 adosada a una de las casas con que finalizaba el primer tramo de la calle (foto: Rojo Platero, P., 100 años de Nerja en fotos, 2005, pág. 121) |
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Otro de los cierros de madera acristalados que se conservan en la calle Pintada (foto del autor)
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Algunos de los jarrones cerámicos de remate conservados en la calle Pintada(foto del autor)
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Restos de color bajo las capas de cal blanca en una fachada de calle Pintada (foto del autor) |
El vecindario de la calle Pintada pasaba a formar parte de las clases populares conforme la vía se alejaba del centro y avanzaba hacia las afueras de la población. Así, mientras en la parte baja de la calle vivían algunas de las más destacadas familias de la élite económica, social y política de Nerja, en la parte alta, en el entonces número 115 de la calle Pintada, en 1902, se constituyó la Sociedad Obrera «La Revancha», perteneciente a la Federación Malagueña, republicana, anticlerical y circunscrita al ámbito del librepensamiento, y en 1936, en el número 86 antiguo tuvo su sede el recién creado Sindicato Único de Campesinos y Oficios Varios adscrito a la anarquista CNT. Estas sedes obreras convivieron con espacios culturales y de ocio instalados donde se disponía de solares libres suficientemente amplios. Fue el caso del Teatro-Salón Novedades, que desde 1927 y durante la década de 1930 funcionó en los números 103 y 105 antiguos, ofreciendo cine, teatro, funciones musicales y combates de boxeo.
Hasta la llegada del turismo a Nerja en la década de 1960 y sobre todo con la irrupción del turismo de masas a finales de la década de 1970 y, especialmente, a comienzos de la de 1980, la calle Pintada, que hasta entonces había sido fundamentalmente residencial, comienza a transformarse en comercial y los bajos de aquellas casas burguesas a convertirse en locales comerciales con sus correspondientes rótulos y carteles anunciadores en las fachadas, a la vez que se demuelen algunas viviendas que son sustituidas por otras de nueva planta y diferente estilo. Es cierto que, anteriormente, esa actividad no había estado ausente de la calle, pero su presencia era reducida y se trataba de un tipo de comercio que atendía exclusivamente a las necesidades de la población, mientras que gran parte del nuevo comercio especializado va a ir dirigido mayoritariamente al turista (artesanía, recuerdos, marroquinería, artículos de playa, regalos, etc.). La peatonalización del tramo inferior de la calle llevada a cabo entre 1998 y 1999 ha supuesto una progresiva ocupación de la vía pública por comercios que exhiben el género en el exterior y por bares y restaurantes que transforman el espacio delantero de la calzada en terraza para veladores. Como el resto del centro histórico de Nerja, durante las horas del día y parte de las nocturnas, la calle Pintada deja de tener el aspecto que pueda recordar al de antaño, visible en la fotografía antigua que abre esta entrada, para ofrecer el de un bullicioso zoco a la vez que el de un comedor al aire libre. Centro comercial abierto lo llaman; es la ciudad-bar y la ciudad-hipermercado.
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El tramo inferior de la calle Pintada entoldado durante el verano, en una foto tomada antes de la apertura de bares y comercios (foto del autor) |
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El tramo inferior de la calle Pintada, ya desentonado, en las primeras horas de la mañana cuando comienza a abrir el comercio (foto del autor) |
[1]Archivo Municipal de Nerja, Leg. H-2, doc. 1, fol. 5 vº.
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