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sábado, 29 de enero de 2022

Unas copias de dos jarrones de los jardines de La Granja en la fachada de la Casa Consistorial de Nerja


 



Jarrones instalados en la fachada de la casa Consistorial de Nerja, copias de jarrones procedentes de los jardines del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso y trasladados al Museo Nacional del Prado, en una de cuyas fachadas se exhiben




En la década de 1990, en un jardincillo que había en el lado norte de la plaza Balcón de Europa de Nerja, se colocaron dos jarrones de jardín, copia de los instalados en una de las fachadas del Museo Nacional del Prado, en Madrid, donados por Antonio Mercero y Antonio Ferrandis, director y protagonista, respectivamente, de la serie televisiva Verano Azul. Los jarrones fueron retirados en enero de 2007, cuando fueron suprimidos los jardines en una de las remodelaciones de la plaza, y depositados en almacenes municipales, donde se fueron deteriorando con el paso del tiempo. En diciembre de 2021, tras ser restaurados  por el escultor Francisco Martín, añadiéndoles unos medallones con el busto de los donantes esculpidos por él, fueron colocados sobre unos pedestales en la fachada sur de la Casa Consistorial nerjeña.



Fachada norte del Museo Nacional del Prado, donde se encuentran instalados los dos jarrones procedentes de La Granja, posteriormente trasladados al taller de Mármoles del Palacio Real de Madrid


 

Tanto las notas de prensa que recogen el acto de instalación, como la inscripción que figura en los pedestales se refieren a ellos, erróneamente, como «ánforas», cuando no lo son. Este tipo de piezas escultóricas reciben el nombre de jarrones y estos concretamente, al llevar tapa, se corresponden con el tipo denominado jarrón-urna o simplemente urna. Los jarrones, con tapa o sin ella, de piedra, mármol, cerámica, plomo u otro metal pintado, fueron utilizados desde la Antigüedad como elemento ornamental en jardines, villas y palacios; los de materiales nobles, como pórfido, ágata o alabastro, se reservaban para los interiores[1]. En las villas imperiales romanas, las italianas del siglo XVI, los jardines franceses del XVII y el XVIII, los jardines paisajísticos ingleses, etc., se emplearon con profusión, siendo utilizados como tiestos para plantar flores o sencillamente como piezas decorativas que junto a estatuas, fuentes y determinados elementos arquitectónicos, como pirámides, columnas o templetes, y colocados en lugares bien visibles, formaban parte, generalmente, de un determinado programa. Los de terracota o cerámica vidriada fueron utilizados en la arquitectura doméstica de la burguesía decimonónica como remate ornamental de los pretiles de las azoteas, dotando a la vivienda de un carácter suntuoso (en Nerja se conservan aún algunos ejemplares de ellos). Como hemos dicho, estos jarrones de Nerja son copias de los existentes en dos hornacinas de la fachada norte del Museo Nacional del Prado, aunque no fueron concebidos para este edificio, sino que proceden de los jardines del Real Sitio de la Granja de San Ildefonso (Segovia), para los que fueron labrados, donde estuvieron originalmente emplazados y de donde salieron para iniciar un recorrido que terminó en el museo.




Jarrón procedente de La Granja, trasladado al Palacio Real de Madrid y actualmente situado en la fachada norte del Museo Nacional del Prado 




 
Jarrón ornamentando una vivienda de la calle Pintada de Nerja

 

El Palacio Real de La Granja de San Ildefonso se construyó a partir de 1720, como lugar de retiro, entre bosques y jardines, del rey Felipe V. El palacio fue comenzado por Teodoro Ardemans y los jardines trazados por el arquitecto René Carlier y el jardinero Étienne Boutelou, venidos de Francia. Estos jardines siguen el modelo barroco francés, no del palacio de Versalles, sino del palacio de Marly, construido por Luis XIV, abuelo de Felipe V, para su descanso. Parterres y bosquecillos, fuentes, esculturas y jarrones componen una escenografía y desarrollan un programa iconográfico en cuyo diseño y ejecución participaron en la parte escultórica los escultores René Fremin y Jean Thierry, llegados, asimismo, de Francia, donde habían trabajado en los jardines de Marly, trayendo consigo los modelos y bocetos que habían diseñado para el jardín del palacio francés[2]

 

En la Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid se conservan dos manuscritos con la descripción de las esculturas de los jardines de La Granja. Uno de ellos, es anónimo y está fechado en 1796; en la descripción de las figuras de la fuente de la Cascada, se dice que 

 

«A un lado y otro de la cascada estan puestos ocho basos de marmol, con niños que forman unos asuntos de caza y otros trofeos de musica, como los de las figuras son de D. Juan Tieri y D. Renato Fremin»[3].

 

El otro, escrito en 1817 por el aposentador real Sebastián Salgado Palomino, es más explícito, describiendo pormenorizadamente la «Cascada de marmol, Fuente de Amphitrite y demas Estatuas, Jarrones y adornos de ella»[4]. El autor indica que en el lado derecho de la cascada están colocadas cuatro estatuas y cuatro jarrones de mármol blanco de Génova, obra de René Fremin y Jean Thierry; uno de ellos es un

 

«Jarron realzado con dos cabezas de faunos barbados en las asas: en la superficie anterior se ven dos niños hiriendo con picas a un Aguila que lleba entre sus uñas un cordero, y en la posterior se ven los mismos niños montados sobre un macho cabrio». 

 

 

Mascarón barbado y alado en el asa de uno de los jarrones de Nerja

 


Y en la misma posición del lado izquierdo de la cascada hay otro

 

«Jarrón igual al del otro lado sin mas diferencia que estan en el [...] a la parte anterior las figuras que en el otro estan a la posterior».



Jardines de La Granja, La Cascada. Arriba, en el lado derecho, uno de los jarrones descritos por Salgado Palomino. Foto: Patrimonio Nacional. M.ª Jesús Herrero Sanz. Fuente:https://journals.openedition.org/crcv/11940

 

En contraposición a los temas alegóricos y mitológicos que abundan en los jardines, hay otros de carácter naturalista, como las escenas de caza, actividad muy querida por el rey, o las figuras de niños que los escultores franceses habían traído de Marly, en cuyo  proyecto Luis XIV creía que había que mezclar los temas serios con la juventud, afirmando que «los temas infantiles tienen que estar presente en todas partes»[5]. En estos dos jarrones se combinan precisamente elementos ornamentales, como los mascarones barbados y alados, la decoración vegetal, y los temas de caza y pastoriles con las figuras infantiles.

 

Según informa Salgado Palomino en el citado manuscrito, en 1804, por orden del rey Carlos IV, todos los jarrones de los jardines del Palacio de La Granja fueron desmontados y trasladados al Real Sitio de Aranjuez para ser colocados en sus jardines, siendo sustituidos por otros idénticos de plomo, pintados imitando mármol, pues se conservaban los moldes que habían dejado Thierry y Fremin. Sin embargo, «se hallan quatro de ellos colocados en la Escalera Principal del Real Palacio de Madrid sobre pedestales de madera imitando a piedra, y dos hechos pedazos en el taller de marmol de su Magestad que sirven de tiestos para sembrar flores».

 

Años después, en junio de 1833, con motivo de la jura de la infanta Isabel, futura Isabel II, como princesa heredera, en la iglesia de los Jerónimos, las fachadas del Museo del Prado, aledaño al templo y convertido ya en museo de pinturas, que estaban carentes de ornato, fueron decoradas con esculturas de escayola que en un futuro deberían ser reemplazadas por otras de mármol o piedra. Como no se pudo completar para la fecha indicada el conjunto de esculturas previsto, en ocho de las hornacinas se colocaron jarrones de yeso modelados por el vaciador José Pagniucci y Baratta que, asimismo, deberían ser sustituidos más adelante por otros de piedra. En 1854 se utilizaron los dos jarrones procedentes de La Granja que estaban muy deteriorados en los reales talleres de mármol usados para plantar flores y a los que le faltaban las tapas. Pagniucci los restauró y esculpió sus tapas, siendo colocados en la fachada este del museo, o de Velázquez; en diciembre de 1900 fueron trasladados a las hornacinas de la fachada norte, o de Goya, donde permanecen[6]. Son los dos jarrones que estuvieron en los laterales de la Cascada de los jardines de La Granja, cuya descripción, transmitida por Salgado Palomino, hemos ofrecido más arriba, y de los cuales se encuentran en Nerja las copias adquiridas por Mercero y Ferrandis y ofrecidas como regalo a la localidad.




El otro jarrón procedente de La Granja, trasladado al Palacio Real de Madrid y actualmente situado en la fachada norte del Museo Nacional del Prado



Todos estos jarrones, como los demás, fueron concebidos para ser utilizados en determinados contextos, en jardines palaciegos, o incorporados para el ornato de ciertos edificios de carácter áulico o monumental, o el de jardines posteriormente abiertos al uso ciudadano. La iconografía que presentan en sus relieves los convierte en parte de un programa iconográfico y ornamental completo. Desde el momento en que fueron retirados del jardín barroco regio de La Granja, donde eran piezas que formaban parte de un microcosmos en el que cumplían una función, se convirtieron en piezas decorativas descontextualizadas. La incorporación posterior al edificio neoclásico del Museo del Prado para el ornato de sus fachadas  lleva implícita su musealización y convierte a los jarrones en obras que se exhiben en el exterior como piezas de museo, a la vez que se integran en el edificio, formando parte del mismo, dotándose de un nuevo significado. Finalmente, reproducidos para su comercialización, experimentarán una nueva descontextualización al ser instalados en otros lugares, produciéndose una resignificación de los mismos. Es el caso de las copias de Nerja que poco tienen ya que ver con los jarrones originales de los jardines de La Granja-Museo del Prado que esculpieran René Fremin y Jean Thierry y restaurara José Paignucci. Las cartelas colocadas en sus pedestales y los medallones con los bustos de Antonio Mercero y Antonio Ferrandis agregados a sus copas han despojado a estas obras de su carácter y hacen que las veamos no como lo que son, jarrones de jardín barrocos o piezas ornamentales musealizadas, sino como elementos asociados a la citada serie televisiva, como otros que ya existen distribuidos por distintos puntos de la localidad. Definitivamente estos ya son el jarrón de Antonio Mercero y el jarrón de Antonio Ferrandis Chanquete, de Verano Azul.






Jarrón instalado en la fachada sur de la Casa Consistorial de Nerja, copia del de los jardines de La Granja-Museo Nacional del Prado. Obsérvense el mascarón del asa y el busto de Antonio Mercero añadido a la copa por su cara externa


 



[1] «Vase, s. m. (Sculpt.) ornement de sculpture, isolé & creux, qui, posé sur un socle ou piédestal, sert pour décorer les bâtimens & les jardins. Il y en a de pierre, de fer, de plomb, de marbre, de bronze, &c. Les premiers servent d’amortissement. Les vases de fer sont employés pour décorer les jardins, de même que les vases de fayence. On peint les premiers d’une couleur à l’huile. On orne les parcs avec des vases de marbre, placés dans les endroits les plus apparens, & on réserve les vases de marbre précieux, tels que ceux de porphyre, d’agate, d’albâtre, &c. pour la décoration du-dedans. Enfin l’usage des vases de bronze, qui sont toujours de moyenne grandeur, est d’embellir les tablettes des terrasses.

Une figure gracieuse & variée, constitue la beauté des vases. On en trouvera des modeles dans l’essai d’Architecture historique de Fischer, l. IV. (D. J.)». 

Encyclopédie ou dictonnaire raisonne des sciences, des arts et des métieres, pour une société des gens de lettres, T. XVI, Neufchastel, 1765.

[2] HERRERO SANZ, María Jesús, «Los jardines de la Granja de San Ildefonso: Felipe V entre Marly y Versalles», Bulletin du centre de recherche du château de Versailles, acesible en línea en https://journals.openedition.org/crcv/11940 (consultado el 28-1-2022)

[3] Descripcion de las obras de Esculptura de El Real sitio de S.n Ildefonso Echas por los Esculptores mayores de S. M. D.n Juan Tieri, D.n Renato Fremin, D.n Santiago Buso. 1796. Madrid, Real Biblioteca del Palacio Real, sign. II/2.095.

[4] SALGADO PALOMINO, Sebastián, Descripción general de todas las fuentes. Sus diametros, Surtidores, Estatuas, Grupos, Jarrones y demas obras de Escultura, que se hallan colocadas en los Reales Jardines del Real Sitio de San Ildefonso, dedicada a la reyna N.a S.a D.a Maria Isabel de Braganza, con la explicación más prolija de sus significaciones, tanto en lo verdadero como en lo fabuloso, con el nombre de los Artifices que las han egecutado / por Don Sebastián Salgado Palomino, Aposentador de SS.MM. Año de 1817. Madrid, Real Biblioteca del Palacio Real, sig. II/605.

[5] MORÁN TURINA, Miguel, La imagen del rey. Felipe V y el arte, Madrid, 1990, pág. 70.

[6] AZCUE BREA, Leticia, «El ornato exterior del Museo del Prado. Un programa escultórico inacabado», Boletín del Museo del Prado T. XXX, n.o 48, 2012, págs. 98-126.

miércoles, 12 de enero de 2022

El mirador del Balcón de Europa de Nerja, de batería defensiva a construcción brutalista

 

Mirador del Balcón de Europa (Nerja) en la década de 1960. Foto Som Cerezo. Fuente: Museo del relax Málaga-Costa del Sol. https://www.facebook.com/photo/?fbid=425159442555893&set=pcb.425159525889218



Origen y evolución del mirador Balcón de Europa

 

El mirador del Balcón de Europa, de Nerja, es un enclave desde el que se domina la costa oriental de la provincia de Málaga hasta el límite con la de Granada y se goza de una espléndida vista del mar Mediterráneo. Este mirador se encuentra en el extremo de un paseo de igual nombre que está unido por su parte opuesta a una plaza, también llamada Balcón de Europa. Mirador, paseo y plaza configuran un espacio que constituye el centro neurálgico de la localidad, del que parten las diferentes arterias que forman su centro histórico. A todo este espacio, sobre el que ya traté en una entrada anterior, los nerjeños, simplificando, lo llaman habitualmente El Paseo.

 

El Balcón de Europa es una especie de espolón, formado por material rocoso y capas de arcilla, terminado en un acantilado marino; sobre este acantilado se construyó una fortaleza en el año 1502 por mandato de los Reyes Católicos, conocida como castillo Bajo, con objeto de vigilar la costa y defender el territorio. El sitio era un espacio natural en el que no había construcciones, pues entonces Nerja se encontraba situada en el interior. Fue a partir de 1633 cuando se empezó a construir la Nerja actual en torno a aquel castillo, cuya trama urbana fue creciendo conforme la población iba en aumento.

 

El castillo Bajo era una fortaleza con forma de pentágono irregular situada al borde del acantilado al que en el siglo XVIII se le añadió una batería, espacio semicircular para cañones, proyectada en 1730 por el ingeniero Bartolomé Amphoux y ampliada a partir de 1767 según proyecto de José de Crane. El castillo fue dinamitado en 1811, durante la Guerra de la Independencia, quedando en ruinas[1]. Años después, a partir de 1832, a instancias del Ayuntamiento, se desmilitarizó el solar y se rellenó con escombros la antigua batería para conseguir una glorieta mirador, a la vez que el terreno ocupado por los restos ruinosos del castillo quedaba incorporado al sector de la plaza que se extendía ante sus puertas, conformando un paseo adyacente a la misma[2]. A partir de entonces el mirador sería llamado Balcón de Europa, denominación que ya se recoge documentalmente en las actas municipales de 1839[3]. En 1849 la transformación era ya irreversible, contando la plataforma con «antepecho y asientos»[4]. El paseo fue rodeado con una baranda de forja con anterioridad a 1900; su suelo era de tierra, al igual que el de la plaza, hasta que fue enlosado en 1930, procediéndose a la renovación de la solería en 1992.



Castillo de Nerja. Bartolomé Amphoux, s.l. 1730. A.G.S. Mapas, planos y dibujos, 61-23

 

Por otra parte, en la plaza se hallaba la sede del Ayuntamiento desde el siglo XVIII, y entre 1815 y 1817 se construyó la Casa Consistorial, que a la vez era prisión, en el lugar que hoy ocupan los arcos que asoman sobre la playa de Calahonda[5]. Fue la Casa Consistorial de Nerja hasta finales de 1963 en que se demolió[6].



El Balcón de Europa hacia 1910. Biblioteca de Cataluña. Fondo Editorial Albert Martín



 

La transformación de la década de 1960

 

Algo más de un siglo después de aquella transformación con la que el solar del paseo había perdido su carácter militar, convirtiéndose en un espacio urbano de uso ciudadano conformado por un paseo y un mirador que parece que volaran sobre el mar, se produjo otra con la que se estableció la imagen que actualmente presenta. Esta transformación hay que situarla en el contexto de las que empezaban a producirse en una Costa del Sol que se consagraba como destino turístico, donde convivirían interesantes propuestas arquitectónicas, entre ellas las encuadradas en el denominado estilo del relax, con masivas construcciones anodinas que ocasionaron la destrucción del paisaje de la costa tal como se conocía hasta entonces.

 

Desde finales de la década de 1950 y, especialmente, desde 1959, año en que se descubrió la Cueva de Nerja (abierta al público en 1960), se inició en la localidad un desarrollo urbanístico, tímido en un principio aunque imparable, con el establecimiento de las zonas de expansión urbana que, a modo de ondas concéntricas, se irían llenando de construcciones, desbordando lo que era el casco urbano decimonónico. Al este de la localidad, el Tablazo, con grupos de viviendas subvencionadas, a la vez que se ofrecían «a la iniciativa privada solares aptos para la construcción de chalets y edificios residenciales para fomento del turismo»[7]. En 1962, en el sur de esa zona se cedieron terrenos al Estado para la construcción de un Parador Nacional de Turismo, abierto al público en el verano de 1965. A partir de ese último año se desarrolló el proyecto de ampliación urbana de Nerja por su lado oeste con la apertura de la avenida Castilla Pérez que daría lugar en décadas posteriores a la urbanización del pago de El Chaparil. Paralelamente, entre 1958 y 1963, se abrieron los primeros hoteles: Portofino, Luna y Balcón de Europa. Fueron también los de esta década años en que se acometió la pavimentación de calles céntricas, la renovación del alumbrado o del suministro de agua. 

 

No debieron ser ajenas al inicio del proceso de adaptación de Nerja a los nuevos planteamientos urbanístico-turísticos las gestiones del entonces gobernador civil de Málaga Antonio J. García Rodríguez-Acosta (1958-1962), quien en función de su cargo, y mientras lo desempeñó, ejerció la presidencia del Patronato de la Cueva de Nerja, órgano creado en 1960, pasando a ocupar la Dirección General de Turismo entre 1962 y 1967 (Rodríguez-Acosta sería nombrado Hijo Adoptivo de Nerja en 1960[8]).  Tanto él como otros políticos de poder provincial e influencia nacional, como José Antonio Girón de Velasco, y viceversa, y nuevos empresarios locales y foráneos dedicados a los sectores inmobiliario y turístico que sustituirían al hasta entonces empresariado agroindustrial, protagonizaron la transformación operada en la Costa del Sol en general y en Nerja en particular durante estos años y en décadas posteriores[9].  

 

En la década de 1960 Nerja carecía de Plan General de Ordenación Urbana, por lo que era necesario elaborar planes sectoriales. Uno de estos planes afectó al Balcón de Europa y su entorno: el Proyecto de consolidación de la roca del Balcón de Europa y ordenación de sus accesos, con el que se intervenía en el punto neurálgico y espacio urbano más emblemático de Nerja social y paisajísticamente, en unos años en los que se pretendía incorporar a la localidad al tren del turismo que empezaba a afluir masivamente a la Costa del Sol.

 

El proyecto, remitido al Ayuntamiento de Nerja en agosto de 1961, fue elaborado por Ramiro Moya Blanco, arquitecto del Servicio de Ordenación de Ciudades de Interés Histórico Artístico, organismo adscrito a la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de la Vivienda. Esta sección, creada en 1950, funcionó hasta 1985, y estaba integrada por un reducido número de arquitectos y técnicos encargados de proyectar e intervenir en los conjuntos monumentales del país con planteamientos orientados a convertirlos en un atractivo turístico-cultural. Se daba así respuesta a lo contenido en la Ley de 12 de mayo de 1956 sobre régimen del suelo y la ordenación urbana, cuyo artículo 14 consideraba que «los elementos naturales y urbanos cuyo conjunto contribuye a caracterizar el panorama» eran un aspecto a tener en cuenta en la conservación y valoración del Patrimonio histórico y artístico de la nación y bellezas naturales en cuanto objeto de planeamiento especial; y el artículo 15 contemplaba que «la protección del paisaje, para conservar determinados lugares o perspectivas del territorio nacional, en cuanto constituya objeto de planeamiento especial, se referirá, entre otros [...] aspectos [a las] bellezas naturales en su complejo panorámico o en perspectivas que convinieren al fomento del turismo». Por lo tanto, la intervención en el Balcón de Europa de Nerja, que encontraba encaje legal en la citada ley, podía ser abordado desde esta perspectiva y su proyección asumida por el mencionado servicio de la Dirección General de Arquitectura.

 

Como hemos dicho, el autor del proyecto fue Ramiro Moya Blanco (1914-1997), un arquitecto que perteneció a una destacada saga de técnicos. Su padre, Luis Moya Idígoras fue ingeniero de caminos; su tío Juan Moya Idígoras, arquitecto; su primo, Emilio Moya Lledós, arquitecto conservador de la República, participó en la conferencia internacional en la que se redactó la Carta Internacional de Restauración de Atenas (1931); y su hermano, Luis Moya Blanco, fue también arquitecto, autor de obras técnicas de arquitectura y director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. La pertenencia a esta familia y los planteamientos técnicos tanto de su hermano Luis, con quien colaboró en algunos proyectos, como las Universidades Laborales de Gijón y Zamora, antes de ingresar en el Ministerio de la Vivienda, como de su primo Emilio en cuestiones relativas a la restauración de monumentos y al uso de materiales, debieron influir en la concepción del proyecto para Nerja que nos ocupa, independientemente de su formación personal y su ejercicio del oficio. 



El Balcón de Europa ya remodelado. Postal de la década de 1960


 

El Proyecto de consolidación de la roca del Balcón de Europa y ordenación de sus accesos contemplaba, además de la intervención en el acantilado, que sería rodeado en su base por un paseo peatonal, para lo que se expropiaron y demolieron algunos de los edificios existentes en la playa, la construcción de una rotonda mirador que sustituiría a la existente. También se incluía la construcción de una nueva Casa Consistorial que finalmente se descartó al plantearse hacerla en un lugar distinto, siendo ocupado su solar por un edificio con arquería. Se realizó en varias fases presupuestadas en diferentes partidas y las obras fueron adjudicadas a Cosálvaro, Empresa Constructora, S.A. por un importe total de 4.157.140,74 pesetas. La ejecución del proyecto se inició en 1963; en marzo de 1964 visitó las obras el Director General de Arquitectura Miguel A. García Lomas y en junio del mismo año lo hizo el ministro de la Vivienda José María Martínez Sánchez-Arjona, lo que da idea del interés puesto en ellas por el propio Gobierno. En mayo de 1967 el Ayuntamiento aprobó «el acta de recepción de las obras del mirador Balcón de Europa y edificio con arquería»[11].

 

Quizá el elemento más novedoso e interesante de todo el proyecto desde el punto de vista arquitectónico sea el mirador del Balcón de Europa. El acantilado, en cuyo extremo estuvo la batería del castillo y, posteriormente, la glorieta,  quedó desmochado para encastrar en él una construcción de nueva planta que en realidad era un doble mirador de planta circular: uno inferior y otro superior sobre él. La parte superior era una prolongación del paseo y, al igual que la rotonda anterior a la que sustituía, contaba con su barandilla; aunque a vista de pájaro su contorno presenta la forma de un arco de herradura unido por su base a un trapecio isósceles, la solería bicolor de la misma, que imita la estructura en planta de la parte baja, reproduce de manera esquemática lo que se encuentra bajo el suelo, sería algo parecido a un plano con el que el espectador podría hacerse una idea de lo que hay bajo sus pies. Así, la figura inscrita en un círculo situada en el centro en un escalón elevado, un decágono estrellado, reproduce exactamente el juego de nervios de la techumbre abovedada del segundo mirador. El mirador inferior, al que se desciende por sendas escaleras laterales, originalmente abierto al mar y actualmente cerrado con cristalera, está cubierto con bóveda de nervios entrelazados que apean sobre pilotes circulares y se prolonga con voladizo superior a modo de visera que presenta correspondencia con otro voladizo inferior de forma ondulada por su parte externa, rodeado también con barandilla metálica. Los laterales se cierran con muros calados seriados presentando formas de cruces en aspa.



Nivel inferior del mirador del Balcón de Europa en la década de 1960. Foto Som Cerezo. Fuente Museodelrelax Málaga-Costa del Sol.  https://www.facebook.com/photo/?fbid=425159499222554&set=pcb.425159525889218


Vista aérea del mirador y paseo Balcón de Europa. Fuente: https://esnerja.com/balcon-de-europa/


 

El uso de la bóveda de nervios cruzados o entrelazados, que no se cruzan en el centro, remite a la tradición arquitectónica hispánica que Ramiro Moya conocía bien por sus intervenciones en distintos inmuebles y conjuntos monumentales de España y que se encuentra representada en edificios tan emblemáticos como la Mezquita de Córdoba. Bóvedas tabicadas de este tipo cubren distintas dependencias de algunas de las construcciones realizadas junto a su hermano Luis, quien fue autor de una monografía sobre ellas[12]. El material empleado es el hormigón en bruto que presenta las marcas dejadas por los cajones del encofrado, lo que convierte a este mirador en una construcción brutalista. Aunque el hormigón es un material constructivo utilizado desde la Antigüedad, el uso del hormigón en bruto (béton brut), sin pulir ni enlucir, se debe al arquitecto Le Corbusier, quien lo empleó en la Unité d´habitation (1945-1952) de Marsella, dando lugar a un estilo arquitectónico dentro del Movimiento Moderno denominado brutalismo. En la Costa del Sol existen edificios brutalistas, como el Hotel Don Carlos de Marbella (1967), obra de José María Santos Rein y Alberto López Palanco o las tres torres del conjunto residencial Los Manantiales de Trorremolinos (1971), de Luis A. Pagán. Tradición y modernidad se conjugan en esta obra que forma parte indiscutible del paisaje arquitectónico y, por qué no, también turístico, de la Costa del Sol, que evoca los balcones y barandillas de popa de los ferrys y trasatlánticos, como si todo el paseo y el acantilado en que se encuentra fueran concebidos como la metáfora de un barco.



Bóveda de nervios entrelazados de la Capilla de Villaviciosa de la Mezquita de Córdoba (S. X)



Luis Moya y Ramiro Moya. Bóveda tabicada de nervios entrelazados de la Universidad Laboral de Gijón


 

El nivel inferior del mirador ha sido sometido una serie de transformaciones que afortunadamente no son irreversibles. Ya desde el mismo momento en que se recepcionó la obra, el Ayuntamiento de Nerja, propietario de la misma, consideró darle uso no como el mirador que era, sino como infraestructura enfocada al ocio, como cafetería y sala de baile y espectáculos, para dar servicio a la demanda turística. En el verano de 1967 se arrendó mediante concurso a un particular al que se le exigía la realización de obras de acondicionamiento de la cocina, servicios, bar, desagües, alumbrado, etc., especificándose en las bases del concurso que «en la ejecución de estas obras se tendrá en cuenta el destino de cafetería y no podrán afectar en modo alguno a su estructura o carácter con el que fue construido»[13]; años después, en 1972, se arrendó a otro particular que lo habilitó como restaurante-cafetería y en este estado se mantiene en la actualidad[14]. La gran balconada fue acristalada con cierros de aluminio y toda la estructura de hormigón en bruto (bóveda de nervios, pilotes, etc.) quedó oculta, de manera que, en tanto no se eliminen todos los elementos espurios que la enmascaran es imposible reconocer completamente la magnífica construcción brutalista que encierra, cuya estética y valores debieran quedar al descubierto.



El Balcón de Europa en la actualidad         

 

             

 


[1] CAPILLA LUQUE, Francisco, «El castillo Bajo de Nerja (S. XVI-XIX). Origen y evolución de una fortaleza desaparecida», Boletín de Arte 26-27, 2005-2006, págs. 83-116.

[2] (A)rchivo (M)unicipal de (N)erja. Actas Capitulares. 16 de octubre de 1842.

[3] A.M.N. Libro de Actas Capitulares del año 1839, acta de la sesión del día 28 de diciembre.

[4] Archivo General Militar de Madrid.Colección General de Documentos. XIII, 3.916.

[5] A.M.N. Libros de Actas Capitulares de 1815 y 1817.

[6] A.M.N. Libros de Actas de Plenos del Ayuntamiento de los años 1961-1964.

[7] A.M.N. Libro de Actas de Plenos de 1959, sesión del 22 de noviembre.

[8] A.M.N. Libro de Actas de Plenos de 1960, sesión del 29 de julio.

[9] FERNÁNDEZ-CARRIÓN, Miguel H., «Aproximación a la historia de los empresarios extranjeros en la Costa del Sol durante el segundo tercio del siglo XX», VIII congreso de la A.E.H.E., 2005.

[10] https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1956/135/A03106-03134.pdf

[11] A.M.N. Libro de Actas de Plenos de 1965, sesión del 8 de mayo.

[12] MOYA BLANCO, Luis, Bóvedas tabicadas, Madrid, 1947.

[13] A.M.N. Libro de Actas de Plenos de 1967, sesión del 22 de agosto.

[14] A.M.N. Libro de Actas de Plenos de 1972, sesión del 31 de octubre.