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martes, 22 de diciembre de 2020

Las fortificaciones pintadas de la costa

 


 

Decoración incisa y pintada en la base de la torre de Lagos. (Foto del autor)



Durante los siglos XVII y XVIII las arquitecturas pintadas, ya fueran con motivos geométricos, arquitectónicos, florales o figurativos, o simplemente procurando un resalte de los materiales, fueron una solución utilizada en construcciones civiles y religiosas de muchas ciudades, a cuyos exteriores proporcionaban color, a la vez que con ellas se disfrazaba el aspecto de pobreza que presentaban los materiales empleados. En el caso de Málaga, desde hace algunas décadas están siendo estudiados muchos ejemplos de ellas en inmuebles urbanos en los que, afortunadamente, se ha recuperado su decoración mural externa en el marco de los procesos de rehabilitación desarrollados en su casco histórico (fachadas de la iglesia del Sagrario, iglesia de San Juan, ermita de la Piedad, Casa del Consulado, arquitectura doméstica dieciochesca diversa, etc.). Para el caso de esta ciudad en el siglo XVIII destacan especialmente los estudios realizados por Rosario Camacho y Eduardo Asenjo del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga[1]



Grafitos en el ingenio San Antonio Abad de Nerja realizados en 1734. (Foto del autor)


 

Este tipo de decoración mural externa no era exclusivo de las ciudades, también se dio en ámbitos rurales. Ya indiqué en una reciente entrada de este blog dedicada a la calle Pintada de Nerja, que el nombre de esta arteria en el siglo XVIII —calle de las Casas Pintadas— hacía alusión a la decoración de determinadas casas pertenecientes a miembros de la élite local situadas en ella; esta decoración se perdió hace ya muchas décadas, a la vez que las casas, aunque podemos hacernos una idea de cómo pudo ser a partir de la foto conservada en el Legado Temboury de la Casa Esgrafiada de Canillas de Aceituno, tomada en 1934. Incluso en las primeras décadas del mismo siglo XVIII tenemos en la Axarquía ejemplos de fachadas pintadas o esgrafiadas en edificios preindustriales, como el ingenio Nuestra Señora del Carmen de Frigiliana, en cuyas fachadas se despliega una decoración geométrica pintada, almohadillado fingido y elementos de arquitectura clasicista incisos, íntegramente conservada, aunque falta de estudio y restauración; o el ingenio azucarero San Antonio Abad de Nerja, con obras fechadas y documentadas en 1715 y 1734 que exhiben, asimismo, una variada decoración a base de olas, peces, barcos, formando una auténtica marina sobre el revoco de los muros, además de lágrimas revistiendo la mampostería y cruz con peana.



Decoración incisa de sillares imitando almohadillado en la fachada sur del ingenio de Frigiliana (década de 1720). (Foto del autor)



Pintura incisa a base de motivos geométricos y arquitectura clasicista fingida en la fachada sur del ingenio de Frigiliana (década de 1720). (Foto del autor)



Afortunadamente, en la provincia de Málaga, los estudios sobre este tipo de pintura mural van sobrepasando el ámbito de la capital, como demuestra el caso de su aplicación a la arquitectura dispersa, lagares y cortijos, de los Montes y la Hoya de Málaga, estudiado por el trío de investigadores formado por Álvaro Amaya, Naser Rodríguez y Carlos Sánchez, y dado a conocer en una reciente publicación[2] y en el blog Lagares y Cortijos[3]

 

Pero hay un tipo de arquitectura, la arquitectura defensiva de costa, especialmente la construida durante el siglo XVIII, en la que se utilizó con profusión la decoración pintada o incisa realizada sobre la cara externa de sus muros; estas decoraciones aplicadas a las fortificaciones costeras están aún por estudiar. Desgraciadamente, la mayor parte de ellas se ha perdido a causa del deterioro ocasionado por el tiempo o de las intervenciones que se han llevado a cabo en algunos casos en que se ha optado por dejar desnudos los muros de mampostería sin la protección que los revocos a base de mezcla de cal y arena le proporcionaban, o emplear materiales como el hormigón para restituir determinadas partes perdidas, pero quedan restos en algunos ejemplares que permiten estudiar la técnica y los motivos empleados y hacerse una idea del aspecto externo que debían presentar estas fortificaciones en el momento de su construcción.

 

He podido constatar el uso de la pintura mural externa y de la decoración incisa de los revocos dieciochescos en dos tipos de fortificaciones: en algunas de las atalayas construidas en el siglo XVI, pero remodeladas en el XVIII, centuria en la que se aprovecha para ‘modernizar’ también su aspecto externo, y en algunas de las construcciones incluidas en el plan de obras que para la costa del reino de Granada diseñó entre 1765 y 1766 el ingeniero director de la misma José de Crane. Este proyecto, necesario para llevar a la práctica el Reglamento que para la defensa de la costa del reino de Granada aprobó Carlos III en 1764, fue el más ambicioso y coherente proyecto de construcciones militares concebido para la costa del reino granadino, la de las actuales provincias de Málaga, Granada y Almería. En él se contemplaba la realización de 32 construcciones de nueva planta: 8 atalayas, 12 torres reducto a batería para cañones, 10 fuertes con batería y 2 casas fuerte para caballería. La costa de la Axarquía es el único sector de la misma que reúne ejemplares de los cuatro tipos: las atalayas de Chilches y de Lagos; la torre reducto a batería para cañones llamada de Moya; el fuerte con batería denominado Castillo del Marqués; y la casa fuerte para caballería de Bezmiliana en Rincón de la Victoria[4].

 

Fueron raros los casos en que las fortificaciones costeras se construyeron con bloques macizos de piedra sillar regularmente despiezados; lo común era usar mampuestos irregulares, la mayoría de las veces entremezclados con guijarros y otros materiales de desecho, aunque para determinadas partes especialmente sensibles (esquinas, bóvedas, arcos, dinteles de puertas y ventanas, recercados en general, etc.) se reservaba el empleo del sillar, sustituido frecuentemente por el ladrillo, mucho más barato. Por ello se hacía necesario revocar los muros interior y exteriormente con mezcla de cal y arena, dándoles protección y disfrazando la tosquedad de los mismos, a la vez que se mostraban con un aspecto muy diferente al que los muros desnudos de la mayoría de ellos ofrece en la actualidad. Los proyectos constructivos y las instrucciones particulares de José de Crane, prolijos en lo referente a medidas, cantidades, materiales a emplear, incluso al color que se debía aplicar a la madera, nada dicen de la decoración de la cara externa de los muros, tampoco otros proyectos de construcciones militares del XVIII, por lo que debemos considerar que formaba parte de la práctica constructiva de la época y su ejecución quedaba al criterio de los maestros de obras y de los ingenieros encargados de cada una de ellas. 

 

Algunas de las atalayas costeras construidas en el siglo XVI, tras la Rebelión de los moriscos, fueron remodeladas y adaptadas para contener cañones en el siglo XVIII. Es el caso de las torres de la Boca del río Vélez (erróneamente llamada hoy de Manganeta) o de Macaca, en Nerja. Estas torres, y otras muchas en la costa del reino de Granada, fueron diseñadas por el arquitecto e ingeniero Luis Machuca en 1571 y concebidas dentro de un plan constructivo de 39 torres de nueva planta en dicha costa. Se trataba de torres de planta circular y desarrollo troncocónico, de unos 10 m de altura, con su mitad inferior maciza y la superior para cámara de los torreros, abovedada, a la que se accedía por una puerta-ventana situada a unos 5-6 m de altura a través de una escala enrollable. Estaban rematadas por un terrado comunicado con la cámara por una escalera embutida en el muro. Eran torres exclusivamente para señales y no contenían artillería, pero en el siglo XVIII se vio la necesidad de adaptar algunas de ellas para cañones, a la vez que se las sometía a una intervención a fondo en todas sus partes deterioradas. Fue al renovar los revocos externos cuando se optó por no dejarlos lisos, sino por introducir ciertos elementos decorativos. Los hay de dos tipos: decoración simple a base de figuras ovales o en forma de grandes lágrimas distribuidas por toda la superficie, en cuyo interior podía quedar al descubierto la mampostería que había debajo o disminuir el espesor del revoco, por un lado, y pintura incisa imitando sillar o sillarejo, por otro. Veamos algunos ejemplos:

 

La torre de Macaca



Torre de Macaca vista por la parte del mar (1592). (Foto del autor)

 

Esta torre se encuentra en la punta del mismo nombre, en la costa de Nerja, junto al límite con el término municipal de Torrox, y formó parte de las fortificaciones del partido de Vélez-Málaga, uno en los que se dividió la costa del reino de Granada para su organización. Como se ha dicho, fue construida dentro del plan de obras diseñado por Luis Machuca en 1571, aunque no en la primera fase del mismo, sino en la segunda y última, ejecutada dos décadas después y dirigida por el ingeniero Martín Díaz de Navarrete. Su construcción se documenta en 1592, llevándola a cabo el albañil de Vélez-Málaga Esteban Arias. Esta torre quedó muy dañada por el terremoto de Lisboa de 1755, por lo que desde entonces se hizo necesaria su reparación. Pero sería en 1767 cuando José de Crane, que no había considerado necesaria su demolición y levantarla de nueva planta según su diseño general de atalayas, como otras del mencionado proyecto constructivo, proyectó su reparación y adaptación para contener artillería que debió ejecutarse a partir de dicho año y, en todo caso, antes de 1773. El aspecto un tanto dieciochesco que presenta la torre en la actualidad no es el que originalmente tenía la construcción del siglo XVI por una serie de elementos constructivos que se le incorporaron y que no viene al caso tratar aquí, y por la incorporación de la decoración en su cara exterior, de la que quedan algunos restos en la parte superior del muro orientado al norte. Esta decoración se hace en el enlucido que protege el revoque de la cara externa, que se consiguió realizando una serie de motivos de encintado incisos con los que, en un ejercicio de ilusionismo, se pretendía transmitir la impresión de que la fábrica había sido hecha con piedras más regulares que con los toscos mampuestos que en realidad tiene, a la vez que se imprimía color a los muros ya que el encintado era blanco y el resto del enlucido pintado con óxido de hierro, a semejanza de otro quizá más elaborado que más adelante veremos en la torre de Lagos.



 

Torre de Macaca, decoración incisa realizada en el siglo XVIII. (Foto del autor)



La torre de la Boca del río Vélez



Torre de la Boca del río Vélez, vista por la parte del mar (1574-1575). (Foto del autor)

 

Situada en llano al pie del cerro El Peñón y en la playa denominada antaño de Almayate, junto a la desembocadura del río Vélez, fue construida entre 1574 y 1575 por el albañil veleño Diego Pérez Caraballo, según el diseño y en el plan de obras de Luis Machuca, aunque en su primera fase, bajo la dirección del ingeniero Ambrosio Malgrat. Durante el siglo XVIII tuvo reparaciones y remodelaciones varias, aunque la más importante fue la proyectada por José de Crane con objeto de adaptarla para cañones, llevada a cabo entre 1770 y 1774. Posiblemente fue en esta última remodelación, aunque también es posible que lo fuera en otra anterior de mediados del siglo, cuando, al igual que sucedería con otras fortificaciones tanto antiguas como entonces modernas se enlució el muro, adoptándose la decoración exterior que, en este caso, consistió en motivos de lágrimas y motivos ovalados.



Decoración de lágrimas en el revoco de la torre de la Boca del río Vélez. (Foto del autor)


La torre de Lagos



Torre de Lagos vista por la parte de tierra (1771-1774). (Foto del Autor)


La torre, situada en el cerro del Carchín, a levante de la actual población de Lagos, fue construida en la década de 1510 y modificada con posterioridad. En el siglo XVIII fue demolida y sustituida por una atalaya de nueva planta de las proyectadas en 1765 por José de Crane dentro de su plan de fortificaciones para la costa, ejecutándose entre 1771 y 1774. Estas atalayas eran torres para señales, de planta circular y desarrollo troncocónico, interiormente divididas en tres niveles, el inferior macizo, el medio dedicado a almacén, y el superior para habitación de los torreros; estaban coronadas por un terrado con fogaril para las señales. Algunas de ellas presentan el exterior revocado con motivos de lágrimas u ovalados descubriendo la mampostería, como es el caso de la torre de Chilches, pero esta de Lagos presenta una decoración diferente.



Modelo de atalaya proyectada por José de Crane en 1764, al que pertenece la torre de Lagos. Archivo General de Simancas, Mapas, Planos y Dibujos 30-46 (detalle)


El revoco exterior de la torre está decorado con un motivo geométrico conservado en una parte importante de ella, parecido, en parte, al de la torre de Macaca ya vista; es muy posible que otras torres poseyeran la misma o similar decoración pictórica y la hayan perdido. La decoración consiste en un encintado inciso dispuesto en bandas horizontales y oblicuas con el que se imita la forma de los sillares pretendiéndose dar así la ilusión de que la torre es de sillería en lugar de estar construida con piedra tosca. El revoco está pintado con óxido de hierro que le proporciona un color amarillento y en él hay un encintado inciso que reproduce el llagueado ficticio que hay entre los sillares, pintado con agua de cal que le da un color blanco; en algunas zonas del llagueado se ha desprendido la cal blanca y se descubre el primer color aplicado a todo el muro.



Detalle de la pintura incisa de la torre de Lagos. (Foto del autor)


Detalle de la pintura incisa de la torre de Lagos. (Foto del autor)

 

El Fuerte de La Herradura

 

Los Fuertes con Batería para cuatro cañones de a 24, tipo al que pertenece el de La Herradura, fueron proyectados por José de Crane en 1765 y eran una de las cuatro tipologías diseñadas por este ingeniero para la costa del reino de Granada. Estaban formados por un hornabeque de alas paralelas que terminaban en dos semitorreones, con una batería semicircular a barbeta adosada por el lado del mar. Concebidos para albergar una guarnición de Caballería, Infantería y artilleros, disponían de sus respectivos cuarteles, almacenes, caballerizas, vivienda del oficial y capilla organizados en torno a un patio central con pozo. La planta superior era un terrado rodeado de un muro aspillerado para fusilería.



Perfil y elevación del modelo de Fuerte con batería para 4 cañones proyectado por José de Crane en 1765, al que pertenece el Fuerte de La Herradura. Archivo General de Simancas, Mapas, Planos y Dibujos, 30-44 (detalle)

 

Este Fuerte de La Herradura, en el partido de Almuñécar, se construyó entre 1770 y 1771 en la ensenada del mismo nombre. Fue ocupado a partir de 1839 por el Cuerpo de Carabineros y se usó como cuartel de la Guardia Civil entre 1940 y 2003, siendo adquirido por el Ayuntamiento de Almuñécar en 2005. A partir de entonces y hasta 2010 fue sometido a una restauración completa realizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas[5].




Fuerte de la Herradura en la actualidad visto, tras la intervención realizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, visto por la parte de tierra. (Foto: web oficial de Turismo de Andalucía)

 

El edificio está revocado, tanto por el exterior y como por el interior con mezcla compuesta de mitad de cal y mitad de arena. Los muros presentan en su cara externa el ya conocido motivo de lágrimas y figuras ovales en cuyo interior el revoco disminuía de grosor y que con el paso del tiempo ha dejado al descubierto la mampostería, mientras que el parapeto aspillerado que rodea el terrado está completamente revocado. Para los recercados de las puertas, ventanas y saeteras, así como para las esquinas de los baluartes y otros elementos no se empleó la piedra sillar indicada en el proyecto, sino el ladrillo, finalmente autorizado por el ingeniero, por lo que todos los elementos de este material fueron recubiertos con un revoco sobre el que se realizó una decoración incisa, un despiece de sillares con su correspondiente llagueado, quedando camuflada así la verdadera fábrica de ladrillo. En la intervención llevada a cabo en esta fortificación los restauradores, con buen criterio, han mantenido el revoco y la pintura originales en gran parte de la cara externa del edificio, reintegrándolos solo en aquellas zonas en que se hallaban perdidos o muy deteriorados.


Fuerte de la Herradura. Pintura incisa del recercado de una de las saeteras antes de la restauración. (Foto del autor)


 

Fuerte de la Herradura. Pintura incisa del recercado de una de las saeteras tras la restauración. (Foto del autor)




Fuerte de la Herradura. Pintura incisa en el ángulo del semibaluarte de levante tras la restauración. (Foto del autor)



Fuerte de la Herradura. Decoración del muro de la parte de tierra antes de la restauración. (Foto del autor)

 



[1] CAMACHO MARTÍNEZ, Rosario, “Cuando Málaga no era blanca. La arquitectura pintada del siglo XVIII”, Boletín de Arte 13-14, 1992-1993, Universidad de Málaga, págs. 143-170; “Málaga pintada. La arquitectura barroca como soporte de una nueva imagen”, Atrio. Revista de Historia del Arte 8-9, Sevilla, 1996, págs. 19-36; CAMACHO MARTÍNEZ, Rosario, y ARCOS VON HAARTMAN, Estrella, “La ermita de la Cruz del barrio del Molinillo (capilla de la Piedad) y sus pinturas murales”, Boletín de Arte 21, Universidad de Málaga, 2000, págs. 79-104; y ASENJO RUBIO, Eduardo, “El valor patrimonial en las pinturas murales de Málaga”, Boletín de Arte 21, Universidad de Málaga, 2000, págs. 131-148; “Una gota en el desierto: La recuperación de la pintura mural en el ámbito privado”, Boletín de Arte 23, Universidad de Málaga, 2002, págs. 653-656; y “Las arquitecturas pintadas de las ciudades europeas. Aportaciones desde Málaga: la secuencia cronológica y estilística”, Boletín de Arte 26-27, Universidad de Málaga, 2006-2007, págs. 117-137.

[2] AMAYA RÍOS, Álvaro, RODRÍGUEZ GARCÍA, Náser y SÁNCHEZ ARGÜELLES, Carlos, “Apuntes sobre pintura mural en la arquitectura dispersa del área de influencia de Málaga”, Desde el Alto Guadalhorce n.º X, 2020, págs. 126-137.

[3] AMAYA RÍOS, Álvaro, “Apuntes sobre pinturas murales en la arquitectura dispersa de los Montes y la Hoya de Málaga. Parte I.” [en línea]. Blog Lagares y Cortijos. Patrimonio popular, tradicional y vernáculo de Málaga y su provincia. 9 de noviembre de 2020. [Consulta: 20 de diciembre de 2020]. Disponible en https://lagaresycortijos.wordpress.com/2020/11/09/apuntes-sobre-pinturas-murales-en-la-arquitectura-dispersa-de-los-montes-y-la-hoya-de-malaga-parte-i/, y Apuntes sobre pinturas murales en la arquitectura dispersa de los Montes y la Hoya de Málaga. Parte II.” [en línea]. Blog Lagares y Cortijos. Patrimonio popular, tradicional y vernáculo de Málaga y su provincia. 19 de noviembre de 2020. [Consulta: 20 de diciembre de 2020]. Disponible en https://lagaresycortijos.wordpress.com/2020/11/19/apuntes-sobre-pinturas-murales-en-la-arquitectura-dispersa-de-los-montes-y-la-hoya-de-malaga-parte-ii/

[4] CAPILLA LUQUE, Francisco, Las fortificaciones del partido de Vélez-Málaga entre los siglos XV y XIX, Tesis Doctoral inédita leída en la Universidad de Málaga el 29 de enero de 2009.

[5] ORIHUELA URAL, Antonio y ALMAGRO GORBEA, Antonio, “Investigación y proyecto de restauración del Castillo de la Herradura (siglo XVIII), Almuñécar (Granada), Actas del IV Congreso Internacional sobre Fortificaciones. Las Fortificaciones y el Mar, Alcalá de Guadaira, 2008, y “La restauración del Castillo de La Herradura, Almuñécar (Granada): una batería para cuatro cañones promovida por Carlos III”, Actas del XVIII Congreso Internacional Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Granada, 2011.  Véase también GIL ALBARRACÍN, Antonio, Documentos sobre la defensa del Reino de Granada (1497-1857), Almería-Barcelona, 2004.