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martes, 30 de junio de 2020

Los Cantarero y la introducción de la estética neoárabe en la arquitectura de Nerja y Maro





Casa Cantarero (Nerja), Ca. 1913


En la primera mitad del siglo XIX se desarrolló en Europa (también en América) el neomedievalismo arquitectónico, que suponía una vuelta a los estilos que se habían dado en la Edad Media, como el románico, del que derivaría el neorrománico, o el gótico, sobre el que versaría el neogótico, que fueron reinterpretados. Pero también hubo una extensión de los neomedievalismos islámicos, y este es el caso de la arquitectura neoárabe o neomusulmana, o de fusión, como el de la arquitectura neomudéjar. Todos ellos se desarrollaron en España a partir de mediados del siglo XIX, algo más tardíamente que en otros países europeos, llegando su implantación hasta las primeras décadas del siglo XX.

En España, y más específicamente en Andalucía, la arquitectura islámica y mudéjar estaban presentes en muchas construcciones y tradiciones constructivas que habían pervivido, por lo que los arquitectos y maestros de obras tenían a mano ejemplos más que suficientes en los que inspirarse. Pero, además, las relaciones de diverso tipo que históricamente se han mantenido con el Magreb han hecho posible la existencia de una arquitectura islámica común, con sus peculiaridades regionales, en las dos orillas del Mediterráneo occidental. Como veremos en esta entrada, quizá sea la influencia ejercida por la arquitectura norteafricana en el alarife nerjeño Francisco Cantarero Martín, o la de los arquitectos e ingenieros españoles que construyeron en el norte de Marruecos en su hijo Francisco Cantarero Rodríguez, promotor y propietario de una casa de aire neoárabe, más que la peninsular, la que haya que buscar en los ejemplos de arquitectura neoárabe de Nerja y Maro que vamos a tratar.

FRANCISCO CANTARERO MARTÍN (1822-1896)

Francisco Cantarero Martín nació en Nerja en 1822 y era hijo de Antonio Cantarero y de Luisa Martín[1] Su padre era maestro alarife al que en 1817 el ayuntamiento había requerido para hacerse cargo del mantenimiento de las acequias y atarjeas del pueblo[2]. El hijo ejerció también la misma profesión (en los padrones de habitantes de Nerja de 1846 y 1852 figura como tejero y albañil), alcanzando con ella un gran prestigio en la localidad al convertirse en maestro de obras del ayuntamiento nerjeño, cargo que empezó a ejercer en la década de 1860[3]y en el que sucedió al maestro Pedro de Algarra, proyectista y constructor en 1853 del cementerio de San Miguel y autor de varias intervenciones en la ermita de Ntra. Sra. de las Angustias. Francisco Cantarero Martín participó activamente en la vida política de Nerja, ejerciendo durante muchos años el cargo de concejal de su ayuntamiento y en ocasiones el de alcalde accidental. Militó en el liberalismo progresista y, desde su fundación en 1871, perteneció al Partido Constitucional de Práxedes Mateo Sagasta, uno de los dos en que se dividió el antiguo Partido Progresista, de cuyo comité en Nerja formó parte. Posteriormente, en 1880, se integró en el Partido Liberal-Fusionista, heredero del anterior, también liderado por Sagasta, siendo vocal del comité nerjeño de dicho partido[4].

Además de su actividad constructora, Francisco Cantarero Martín poseyó un tejar heredado de sus padres, quienes lo habían comprado en 1826, situado en la calle San Miguel, a la altura de la actual plaza de Cantarero. Hacia 1885, el tejar dejó de funcionar y en su solar fundó una fábrica para la molienda de la caña de azúcar y la producción de miel de caña denominada El Progreso, convirtiéndose en un industrial azucarero local. La posesión del tejar coincidió con los años centrales de su actividad como maestro de obras, hecho importante, pues en los tejares no solo se fabricaban tejas de barro, sino también ladrillos y baldosas, con lo que Cantarero podía proveerse en su propio tejar de gran parte de los materiales empleados en las obras que realizaba. Durante todo el periodo que Cantarero fue maestro de obras municipal realizó multitud de informes para el Ayuntamiento, estuvo a cargo de todas las obras municipales, incluido el proyecto del cementerio de Maro que no llegó a ver realizado, y en su actividad privada debió proyectar y construir parte de la arquitectura doméstica de la Nerja de la segunda mitad del siglo XIX, junto con otro maestro de obras coetáneo suyo: Antonio Romo. Pero será en Maro donde Francisco Cantarero Martín llevaría a cabo la obra por la que es más conocido, el acueducto del Águila, trabajando para Joaquín Pérez del Pulgar y Ruiz de Molina, su promotor.

El acueducto del Águila


Acueducto del Águila (1860-1864). Cara norte. Constructor: Francisco Cantarero Martín. Foto del autor


A comienzos de la década de 1860 y en todo caso antes de 1864, pues en este año ya se encontraba incluido en un mapa de la zona levantado para la construcción de la carretera de Málaga a Almería, Francisco Cantarero Martín construyó para Joaquín Pérez del Pulgar el acueducto del Águila con el que salvar el barranco de Maro para conducir las aguas del manantial de Maro al pago de Las Mercedes, unas tierras que había comprado y que se proponía convertir en regadío, con el objetivo de crear una colonia agrícola y construir una fábrica azucarera. 


Plano del proyecto inicial de la carretera de Málaga a Almería donde aparece representado el acueducto (detalle). Emilio Iznardi y Cipriano Martínez, Málaga, 31 de octubre de 1864. Archivo Histórico Provincial de Málaga, Leg. 24.971/2


No poseemos apenas documentación sobre el acueducto. Sabemos que lo construyó Francisco Cantarero Martín, porque su nombre se halla inciso en el revoco de una de las caras internas del templete que corona el acueducto, como firma de autor. Sin embargo, desconocemos si Cantarero, además de llevar a cabo la construcción, realizó el proyecto o este fue obra de un ingeniero. Los maestros de obras no estaban autorizados a proyectar obras hidráulicas, pero todo es posible al tratarse de una obra de carácter privado y no público, en terrenos pertenecientes a Pérez del Pulgar y destinada al paso de aguas procedentes de un manantial propio que discurrirían exclusivamente por sus tierras. Hay una publicación que, erróneamente, atrasa la construcción del acueducto casi veinticinco años, a 1888, y en la que se afirma, sin aportarse documentación que lo acredite, que su diseño se debe a Rafael de Chaves, yerno de Joaquín Pérez del Pulgar[5]; Chaves, un aristócrata sevillano, no era ingeniero, sino rentista y hombre relacionado con la jurisprudencia, no con la arquitectura o el diseño de obras hidráulicas. El acueducto, es una magnífica obra de ingeniería que pertenece a la arquitectura industrial; mide unos 100 m de largo y 52 m de alto y tiene 36 arcos de medio punto peraltados, realizados en ladrillo, repartidos en cuatro niveles.  Por la parte superior discurren dos canales, uno central abierto y otro oculto, embutido en el pretil del lado sur. El canal mayor atraviesa un templete coronado por un airoso pináculo, mientras que la cara norte es la que presenta un aspecto más ornamentado, pues era la que quedaba a la vista, ya que antes de que se construyera la carretera N-340 el antiguo camino que iba a Almuñécar atravesaba el barranco por el norte del acueducto y no por el sur, como lo hace la carretera.


Acueducto del Águila, cara norte. Detalle de la arquería de arcos túmidos y polilobulados


Pero lo que aquí nos interesa del acueducto, porque guarda relación con el tema que tratamos, es la decoración de su cara norte y del templete central. En la citada cara norte, sobre la arquería superior y bajo el pretil se extiende un friso de dieciocho grupos, diecisiete de ellos compuestos de cuatro arcos ciegos de herradura apuntados o túmidos y polilobulados en el intradós cada uno y otro más de solo dos arcos, lo que hace un total de setenta arcos, realizados en ladrillo. Así mismo, cada uno de los cuatro lados del templete central está decorado con un arco ciego de herradura polilobulado. Esta decoración, pues no se trata de elementos sustentantes ni sustentados del acueducto, es claramente un elemento propio del estilo arquitectónico neoárabe o neomusulmán inscrito en una obra de ingeniería de aire romano en cuyos pretiles se incorporan bolas de terracota sobre peanas propias de la arquitectura renacentista y manierista. Esta combinación de una estructura basada en las construcciones hidráulicas romanas con el añadido de elementos decorativos neoárabes y neorrenacentistas, hacen del acueducto del Águila una obra de arquitectura industrial que estilísticamente podemos encuadrar dentro de las tendencias historicistas (los «neos»).

En la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, se conserva un dibujo del acueducto sobre papel entelado con anotaciones manuscritas de su altura (62 varas) y longitud del canal (116 varas)[6]; en el ángulo inferior derecho figura la siguiente anotación, también manuscrita: «Es copia esacta del espresado acueducto», y, debajo, firmado y rubricado «Joaq.Perez del Pulgar». El dibujo plantea algunos interrogantes que, en la medida de lo posible, vamos a intentar despejar. 


Dibujo del acueducto del Águila. Madrid, Biblioteca Nacional de España, DIB 15/86/43


En 1906 Ángel M. de Barcia, encargado de la Sección de estampas de la biblioteca, publicó el Catálogo de la Colección de dibujos originales de la Biblioteca Nacional, figurando este del acueducto del Águila con el número 6.261 del catálogo[7]. Los dibujos catalogados procedían de diferentes adquisiciones realizadas a coleccionistas, estampadores y artistas entre 1867 y 1906 que habían llegado en distintas remesas a la Biblioteca Nacional, por lo que es seguro que su entrada en la biblioteca no se produjo por donación de Joaquín Pérez del Pulgar, sino que formaba parte de uno de los lotes adquiridos. Aunque Barcia no identifica el acueducto representado, la firma de Joaquín Pérez del Pulgar que figura en el dibujo lo induce a reconocerlo como autor del mismo, atribuyéndole, además, la profesión de arquitecto. La escritura del dibujo pertenece a dos (quizá a tres) manos distintas: una es la del dibujante, y otra la de Pérez del Pulgar que firma la observación, no el dibujo, y posiblemente escribe la nota. Esta firma no es la de autor, como pensaba Barcia, sino la del propietario de la construcción que con ella certifica que el dibujo enviado a no sabemos quién reproduce fielmente «su» acueducto. Por otra parte, Joaquín Pérez del Pulgar no era arquitecto como suponía Barcia; su relación con la arquitectura consistió en construir como promotor una serie de edificios en Maro y en las tierras de la colonia (el Pabellón, el acueducto, la fábrica azucarera San Joaquín, la iglesia de Maro y, como veremos más adelante, la Casa Grande).

Pero, ¿es el dibujo una copia exacta del acueducto, como en él se afirma? Lo es en parte, aunque no totalmente, como consecuencia de la escala utilizada por el dibujante o, mejor dicho, por la ausencia de escala. El friso con la arquería ciega de arcos túmidos no guarda relación con el original, por lo que en cada grupo se dibujan dos arcos túmidos elevados, en lugar de los cuatro de menor altura que realmente tiene. En el acueducto cada grupo, salvo el del extremo occidental, se inscribe en un rectángulo cuyo lado mayor es el doble que el menor, mientras que en el dibujo cada grupo se inscribe en una figura casi cuadrada, lo que hace imposible al dibujante situar en ese espacio el número real de arcos con su altura. Además, el arco ciego de herradura polilobulado de la cara norte del templete es sustituido en el dibujo por uno túmido, idéntico a los del friso, confusión posible para el ojo desde la distancia en que se pudo situar el dibujante para tomar sus apuntes del acueducto.

Hay un dato en la biografía de Francisco Cantarero Martín, hasta ahora desconocido, que lo sitúa en el norte de África en los años anteriores a la construcción del acueducto. En 1846 Cantarero contrajo primeras nupcias con María Plana González[8]. Con posterioridad a 1852, con toda seguridad en 1855, emigraron a Argelia, concretamente a la localidad de Sidi-bel-Abbes, situada a unos 75 km de Orán hacia el interior. Desde 1830 en que tuvo lugar la conquista de Argelia por los franceses, el Oranesado se convirtió en el principal destino de la emigración española, sobre todo de Baleares, Levante y el Sudeste, durante gran parte del siglo XIX[9]. En Sidi-bel-Abbes nació y fue bautizada Luisa Cantarero Plana, la única hija habida (al menos la única de la que tenemos noticia) en su primer matrimonio, con la que, habiendo cumplido 4 años, regresó a Nerja en 1859 o 1860[10]. Fue entonces, al poco tiempo de llegar de Argelia, cuando Francisco Cantarero se hizo cargo de la construcción del acueducto del Águila. Sin duda Cantarero debió acusar la influencia de la arquitectura islámica del norte de Argelia, tan similar a la andalusí, de la que en su pueblo natal y otras localidades aledañas no se había conservado ejemplar alguno en el que haberse inspirado.

La Casa Grande de Maro o Casa de la Marquesa

Entre 1585 y comienzos de 1586 Felipe de Armengol, abogado de la Real Audiencia de Granada, tras comprar Maro a su propietario construyó un ingenio azucarero. El ingenio no solo constaba de los edificios propiamente dedicados a la molienda de la caña dulce y a la fabricación de azúcar, también tenía adosados una pequeña iglesia; una torre que hacía las veces de granero y campanario; aperos para las cabalgaduras; carpintería; horno de pan; mesón, ocho casas de altos y bajos dispuestas alrededor de una plaza central; y la denominada casa principal o casa grande para alojamiento del arrendatario o administrador del ingenio, con sus cocinas, bodega, almacén y demás estancias. Todo esto se encontraba en un recinto a casamuro que tenía dos torreones en sendas esquinas y un portón de salida al exterior. A mediados del siglo XVIII extramuros de este núcleo se construyeron casas formando la calle Real de Maro para acoger a la creciente población.

Desde finales del siglo XVIII Maro pertenecía a la familia formada por Fernando Pérez del Pulgar y Varo, V marqués del Salar, y María Soledad Ruiz de Molina y Cañaveral. En 1858, tras una sucesión de herencias, la Casa Grande pasó a manos de uno de los hijos, Joaquín Pérez del Pulgar, aunque este no pudo tomar posesión legal de ella hasta finales de noviembre de 1872 por problemas habidos con las particiones. En 1879 la incluyó en la Colonia Oriental o de Maro que posteriormente se integraría en la Colonia Agrícola Las Mercedes y Maro que había constituido con todas sus propiedades de Maro y Nerja. El inmueble es una casa rodeada de jardines, junto a la que estaban los restos de la iglesia antigua y los del ingenio, pero no sabemos en qué momento exacto fueron demolidas las casas y dependencias anteriormente citadas y el solar fue transformado en un jardín que rodeaba a la casa de nueva construcción. Sin embargo, la transformación debió tener lugar a partir de mediados del siglo XIX, por iniciativa de Joaquín Pérez del Pulgar y una vez que la recibió en herencia, pues así se describe en distintos documentos de la segunda mitad de esa centuria:

«Una casa con su jardín situada en la plazuela que llaman la Antigua del pueblo de Maro, que está señalada con el número once moderno y sesenta y cinco antiguo, y se compone de dos cuerpos de alzada, un corral y cuadra y un mirador, ocupando de superficie, sin contar el jardín, [...] ciento veinte y ocho metros cincuenta y cuatro decímetros la parte de dos cuerpos; [...] veinte y ocho metros, treinta y nueve decímetros la cuadra; [...] veinte y nueve metros, sesenta y nueve decímetros el mirador; y [...] sesenta y un metros veinte y ocho decímetros el corral. Linda la casa por levante, norte y mediodía con propiedad de don Joaquín Pérez del Pulgar, hoy sus herederos o sucesores y por poniente con don Fernando Pérez del Pulgar, marqués que fue del Salar, hoy sus herederos. El jardín perteneciente a la casa se compone de dos marjales y medio de tierra, equivalentes a trece áreas y veinte centiáreas, en que hay diferentes árboles y linda a levante y poniente con propiedad de herederos del citado señor marqués del Salar; al norte con el portón llamado de Maro y al mediodía con la casa anteriormente descrita, de la que forma parte».


Casa Grande de Maro o Casa de la Marquesa (detalle), fachada neoárabe. Foto Arenas (1963). Archivo Fotográfico Histórico de la Universidad de Málaga


La casa con jardín ya existía cuando Joaquín Pérez del Pulgar la heredó, pero también se conservaban siete de las casas antiguas pertenecientes al ingenio, a cuya demolición procedió a partir de 1872, cuando obtuvo definitivamente la posesión del inmueble, para ampliar el jardín hasta ocupar este una superficie total de 29 áreas, 56 centiáreas. Debió ser entonces cuando tuvo lugar la transformación de la puerta de acceso, el «portón de Maro», que era una puerta adintelada, en una portada con arco de herradura de ladrillo coronada con merlatura de merlones escalonados, también de ladrillo. Además, junto a la puerta, el muro exterior de una de las casas o almacén antiguo y un resto de la muralla del reducto del ingenio fueron modificados imprimiéndoles también un estilo neoárabe a base de ventanas cegadas con arco de herradura, grupos de arquerías ciegas de cinco arcos de herradura cada uno de ellos, y merlatura de merlones escalonados, todos ellos de ladrillo. 

Esta intervención en la Casa Grande en el más puro estilo neoárabe, aunque no esté documentada, conecta con la decoración de la cara norte del acueducto del Águila y la relaciona con Francisco Cantarero Martín, quien, a partir de la construcción del acueducto debió trabajar para Joaquín Pérez del Pulgar hasta la muerte del propietario de Maro en 1883. En 1875, por ejemplo, Cantarero proyectó el cementerio de Maro, cofinanciado entre el Ayuntamiento de Nerja y el propietario de Maro, aunque ni él ni Pérez del Pulgar vivirían para verlo construido. 


Casa Grande de Maro o Casa de la Marquesa, fachada neoárabe en la actualidad. Foto del autor


Al fallecer Joaquín Pérez del Pulgar en 1883 la Casa Grande pasó a sus cuatro hijos y herederos. El inmueble, como toda la Colonia Agrícola Las Mercedes y Maro, estaba hipotecado y cayó en manos del Banco Hipotecario de España en 1894. Pero inmediatamente fue adquirida al banco por Rafael de Chaves y Manso, marqués de Tous, quien estaba casado con una de los herederos: María del Carmen Pérez del Pulgar y Blake. En 1903 falleció Chaves y la propiedad de la casa se transmitió a sus hijos y su viuda; esta vivió en la casa largas temporadas, por lo que empezó a ser conocida con el nombre de Casa de la Marquesa, por la marquesa viuda de Tous (hay quienes erróneamente piensan que el nombre procede de la marquesa de Larios). En 1918 Joaquín de Chaves Pérez del Pulgar, hijo de los anteriores, constituyó una sociedad para la explotación de la colonia, aportando a la misma todas las propiedades. Uno de los socios, José Joaquín Herrero Sánchez, político, diputado y senador entre 1905 y 1923 y escritor, se hizo con la colonia y en 1922 figuraba como propietario de la Casa Grande de Maro, que fue adquirida por Larios el 1 de julio de 1931[11].

FRANCISCO CANTARERO RODRÍGUEZ (1861-1950)

Francisco Cantarero Martín contrajo segundas nupcias con Concepción Rodríguez Jaime y de esta unión nacieron dos hijos: Francisco y Mercedes Cantarero Rodríguez[12]. Como su padre, Francisco Cantarero Rodríguez tendría contacto con el norte de África, tierra de la que recibiría un fuerte influjo, emigraría para retornar posteriormente a Nerja, dedicándose a la política local y, aunque no era arquitecto, terminaría encargando la construcción de su vivienda en Nerja, a la que llamaremos Casa Cantarero, con un fuerte sello neoárabe.


Francisco Cantarero Rodríguez en su gabinete de trabajo de la Casa Cantarero. Foto cortesía del Museo de Nerja


En 1883, Francisco Cantarero Rodríguez fue destinado como soldado de reemplazo al regimiento de Mindanao n.º 56, sito en Baleares, donde obtuvo el grado de cabo 1.º. Al poco de llegar fue trasladado al Batallón Disciplinario de Ceuta[13], comenzando así una relación con esta plaza española norteafricana que retomaría muchos años más tarde con la amistad y relaciones tejidas con destacados militares del protectorado español en Marruecos.

Francisco Cantarero Rodríguez emigró a América, concretamente a Argentina, donde en 1890 contrajo matrimonio en Tucumán con Corina Molina[14]. Allí trabajó como ingeniero de minas, trasladándose posteriormente a Bolivia. En 1910 retornó a Nerja acompañado de uno de sus hijos, Damián Cantarero Molina, nacido en Bolivia en 1904, donde se estableció hasta su fallecimiento en 1950. Miembro del Partido Conservador, ocupó cargos en el Ayuntamiento de Nerja, entre ellos el de alcalde entre 1914 y 1917, bajo cuyo mandato se realizó el abastecimiento de agua potable de Nerja.

La Casa Cantarero

A su regreso, Cantarero se hizo cargo de las tierras y negocios de su padre, especialmente de la fábrica de mieles y azúcares El Progreso que había levantado en el antiguo tejar; la fábrica ocupaba una superficie de 2.852,28 my estaba situada en los números 33, 34 y 35 de la calle San Miguel. En el número 33, Francisco Cantarero Rodríguez se hizo construir una casa, la que sería su vivienda en Nerja a partir de entonces. La casa debía estar si no construida finalizándose su construcción en 1913, pues en ese año solicitó una toma de agua; en todo caso, ya estaba terminada en enero de 1917, fecha en que se tomó una fotografía de la inauguración de una fuente en la plaza delantera, donde se ve parcialmente su fachada principal.


Fachada principal de la Casa Cantarero, Nerja, Ca. 1913. Foto del autor


Desconocemos el nombre del arquitecto o del ingeniero que la proyectó, pero su estilo entronca con la arquitectura del protectorado (Tetuán, Larache, Alhucemas) y con la de la ciudad de Tánger, aunque cronológicamente sea coetánea al establecimiento del protectorado (1913) y recuerda al estilo arabizante que arquitectos e ingenieros españoles impusieron en muchas construcciones del Marruecos jalifiano antes y después de 1913[15]. Tres son, por tanto, las fuentes en que pudo beber Francisco Cantarero Rodríguez para inclinarse por el estilo neoárabe a la hora de concebir su casa nerjeña: por un lado, los ejemplos procedentes de las construcciones realizadas por su propio padre para Joaquín Pérez del Pulgar; por otro, la arquitectura neoárabe de Sudamérica, especialmente la realizada en Bolivia (palacio de La Glorieta en las afueras de Sucre o la sala de billar del palacio Portales en Cochabamba) en las últimas décadas del siglo XIX, construida por encargo de empresarios mineros y que Cantarero pudo ver por coincidir con los años en que vivió y trabajó allí[16];pero, sin duda, la influencia principal que se adivina en la casa es la de la arquitectura neoárabe proyectada por los arquitectos e ingenieros militares españoles en el norte de Marruecos.

En la Hojas de Registro Fiscal de Nerja correspondientes a 1922, la Casa Cantarero es descrita como: 
«Edificio de buena construcción, su solar de forma irregular, dedicado a vivienda con patio lateral izquierdo con cocina y comedor y otros accesorios para uso doméstico, al fondo un huerto. Tiene molino aéreo para la extracción de agua y un estanque para su acumulación y uso.»[17]
La superficie total del solar era de 19.495 m2, de los cuales estaban cubiertos 336, 64 m2.

La casa tiene dos plantas, baja y alta, más azotea. En su fachada principal se abren la puerta y dos ventanas abalconadas con arcos rebajados y tres en la planta superior con arco apuntado la central y de herradura las laterales. Toda la construcción está rematada por merlatura de merlones escalonados y encastillados en las esquinas, lo que le da un cierto aire de familiaridad con acuartelamientos y construcciones militares del norte de Marruecos.


Parte trasera de la Casa Cantarero, Nerja Ca. 1913. Foto del autor


En la década de 1980 parte de la finca fue expropiada para la construcción de la variante de la carretera N-340 y la casa dejó de ser una vivienda para convertirse en un establecimiento de restauración. Por su estilo, del que existen escasísimos ejemplos en la Axarquía, y por su interés histórico la Casa Cantarero debería estar incluida en la relación de bienes de patrimonio cultural y arqueológico del municipio de Nerja y gozar de protección arquitectónica.


Fotografía de la inauguración de la fuente de la plaza de Cantarero (enero de 1917). Obsérvese el arco de herradura del piso superior de la casa y a la derecha el edificio de la fábrica de mieles y azúcares propiedad también de Francisco Cantarero Rodríguez. Foto publicada en ROJO PLATERO, Pablo, 100 años de Nerja en fotos, Nerja, 2005, pág. 15.




[1]La partida de bautismo de Francisco Cantarero Martín no se ha conservado, por lo que ha sido necesario consultar los diferentes padrones de habitantes de Nerja y otros documentos donde figura inscrito con su edad. En ningún caso el año de nacimiento es coincidente con la edad declarada, que puede ser 1822, 1823, 1824 o 1826. Hemos optado por aceptar 1822 que es el año de nacimiento que se corresponde con la edad consignada en la inscripción de su primer matrimonio, celebrado en Nerja el 30 de septiembre de 1846.
[2](A)RCHIVO (H)ISTÓRICO (P)ROVINCIAL DE (M)ÁLAGA, Leg. P-4.739, fol. 57.
[3](A)RCHIVO (M)UNICIPAL DE (N)ERJA, Libro de Actas capitulares correspondientes a 1868.
[4]CAPILLA LUQUE, Francisco, La industria azucarera en Nerja y Maro (II). Las fábricas, Vélez-Málaga, Libros de la Axarquía, 2017, págs. 180-181.
[5]AGUILERA CUENCA, Francisco, «El Puente del Águila. Un acueducto de 1888 en el barranco de la Coladilla (Maro)», Pendvlo18, 2007, págs. 36-47.
[6]BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA, [Proyecto para el acueducto «Puente del Águila» en Nerja, Málaga], DIB/15/86/43.
[7]BARCIA, Ángel M. de, Catálogo de la Colección de dibujos originales de la Biblioteca Nacional, Madrid, 1906, pág. 440.
[8]A.M.N., Libro de Registro de Matrimonios, año 1846.
[9]VILAR RAMÍREZ, Juan Bautista, Los españoles en la Argelia francesa (1830-1914), Murcia, 1989.
[10]A.M.N., Padrón de Habitantes de Nerja, años 1852, 1875 y 1883.
[11]CAPILLA LUQUE, Francisco, Ob. Cit., págs. 123-156.
[12]A.M.N., Padrón de Habitantes de Nerja, años 1875 y 1883.
[13]ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SEGOVIA, Exp. 1c-999 Cantarero Rodríguez.
[14]Censo Nacional de Argentina, año 1895. [Consulta: 30 de junio de 2020]. Para Francisco Cantarero Molina disponible en https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:S3HT-6PXL-7L?cc=1410078&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AMW41-FD8 y para Corina Molina disponible en https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:S3HT-6PXL-7L?i=268&cc=1410078&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AMW41-FDD
[15]BRAVO NIETO, Antonio, Arquitectura y urbanismo español en el norte de Marruecos, Sevilla, 2000.
[16]LÓPEZ GUZMÁN, Rafael y GUTIÉRREZ VIÑUALES, Rodrigo (coords.), Alhambras: arquitectura neoárabe en Latinoamérica, Granada, 2016.
[17]A.M.N., Hojas de Registro Fiscal. Año 1922, hoja 1.211.