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sábado, 9 de noviembre de 2019

La calle Pintada, arteria principal de Nerja




La calle Pintada en la década de 1920. Biblioteca de Cataluña, Fondo Editorial Alberto Martín, caja 58-09094



En 1824, año del primer callejero de Nerja que se conserva, la localidad contaba con trece calles: Angustias, de las Ánimas, Carabeo, de las Carretas, del Cristo, de la Cruz, Gitanos (actual El Barrio), Granada, de los Huertos, Nueva, de la Parra, Pintada y San Miguel, a las que se agregarían diez años después las del Arropiero, del Bronce y de los Trancos; con una plaza: la plaza Mayor, hoy del Balcón de Europa; y con tres plazuelas o plazoletas: la de Cavanas, la de la Ermita y la del Horno, ocupando esta última parte de la actual Puerta del Mar. No todas estas vías tenían la misma longitud que en la actualidad e ignoramos si bajo algunas de estas denominaciones pudieron quedar incluidas pequeñas callejas aledañas. 

Esta población contaba entonces con apenas doscientos años de existencia. Las primeras casas de la Nerja moderna se habían construido en 1633, en las proximidades del castillo Bajo, situado en el Balcón de Europa, ante el cual se abría un amplio espacio que dio lugar a la plaza Mayor, en la que se levantaría la iglesia y, muy posteriormente, la casa consistorial. Era este el lugar para la socialización y la fiesta, donde se celebraban todos los actos públicos. La plaza Mayor estaba conectada con dos plazoletas, la de Cavanas y la del Horno, desde las cuales partían cinco calles del pueblo (Gitanos y Granada, desde la primera, y Carabeo, del Cristo y Pintada, desde la segunda) que se ramificaban en otras más, casi todas ellas en sentido ascendente. Todo este núcleo podría ocupar un área aproximada de 170.000 mcon unos 2.000 m de perímetro. Sin embargo, no todo él estaba urbanizado como hoy, sino que las casas se alineaban a ambos lados de cada vía, quedando entre las construcciones de las distintas calles grandes bolsas de terreno dedicadas a huertos, jardines y corrales. Podría decirse que hasta comienzos del siglo XIX la trama urbana de la puebla de Nerja se desarrolló armonizando lo urbano y lo rural, aunque conforme la población se fue expandiendo en dirección norte las edificaciones dominaron prácticamente todo el espacio. 


Fotografía aérea de Nerja del llamado Vuelo Americano de 1957, anterior al desarrollo urbanístico de los últimos sesenta años. Sobre la fotografía se han trazado en color rojo las calles y plazas de Nerja en 1824


Aunque la plaza Mayor fuera el lugar de paseo y reunión de los nerjeños, la arteria principal del pueblo, la más prestigiosa desde el punto de vista social ya desde el siglo XVIII y donde se levantaron algunos de los mejores ejemplares de su arquitectura doméstica, era la calle Pintada, y sobre todo su tercio inferior, auténtica calle mayor de Nerja. Esta calle, de trazado sinuoso en algunos de sus tramos y recto en otros, arranca, junto con otras dos calles, del punto donde termina Puerta del Mar y finaliza en la plaza de Cantarero, alcanzando actualmente los 500 m de longitud, aunque hasta la segunda mitad del siglo XIX su extensión fue menor, añadiéndosele tramos nuevos conforme el pueblo crecía.

El primer documento en que se cita esta calle data de 1748, denominándosela calle de las Casas Pintadas[1]. Se la llamaba así con toda seguridad por encontrarse en ella algunas casas principales cuyas fachadas debían estar pintadas, es decir, decoradas con pinturas que representaran elementos arquitectónicos fingidos, motivos vegetales o esgrafiados de motivos geométricos coloreados, que tenían por objeto ocultar la pobreza de los materiales (mampostería trabada con barro o tapial) con que estaban construidas, a la vez que exteriorizaban la posición social y económica de sus propietarios. De esta manera, los nerjeños nombraban a la calle por aquello que la caracterizaba y que no se encontraba en otras de las del pueblo. Este tipo de decoración mural externa fue muy empleado en el siglo XVIII, conservándose aún en algunos edificios del entorno, como en la fachada del ingenio de Frigiliana, o en la ciudad de Málaga, donde se van recuperando interesantes programas pictóricos murales dieciochescos en iglesias y casas del centro histórico. Pero quizá sea la casa esgrafiada de Canillas de Aceituno la que mejor pueda ilustrarnos sobre el aspecto que debían presentar aquellas casas pintadas que daban nombre a la calle, por ser un ejemplo de lo que decimos en un ámbito rural, como era entonces el de Nerja. Lamentablemente, la decoración de la casa esgrafiada de Canillas de Aceituno se ha perdido, como tantas otras en nuestros pueblos, aunque podemos conocerla a través de una fotografía tomada por V. Martínez en 1934 y conservada en el archivo fotográfico del Legado Temboury. 


La Casa Esgrafiada de Canillas de Aceituno. V. Martínez, 1934. Legado Temboury, Archivo Fotográfico, fotografía n.º 963


Desde principios del siglo XIX y hasta la década de 1860 la calle perdió la primera parte de su nombre, que se consigna en la documentación municipal con el de calle Pintadas (en plural, pues se entendía aún que aludía a las casas), para transformarse en singular, Pintada, a partir de la última fecha, en que ya no debía de conservarse memoria de aquellas decoraciones. Entre 1917 y 1919, en una fecha que no podemos determinar por no conservarse los libros de actas del periodo entre ambos años, pero anterior al 18 de junio de 1919, el Ayuntamiento decidió sustituir el nombre tradicional de la calle por el de Marqués de Larios (entonces José Aurelio Larios y Larios, III marqués), propietario de la fábrica azucarera San José de Nerja y cacique con un enorme poder en la localidad y gran parte de la comarca de la Axarquía y de la provincia malagueña. Con la llegada de la II República, en 1931, la calle pasó a llamarse 14 de abril, fecha de la proclamación, manteniendo el nombre hasta el 22 de abril de 1935, en que la corporación municipal de signo derechista repuso el de Marqués de Larios. El 21 de marzo de 1936, el ayuntamiento formado por concejales de los partidos que constituían el Bloque Popular (republicanos de izquierda, socialistas y comunistas) acordó llamar a la calle Sargento Vázquez, en honor del ceutí Diego Vázquez Carballo que, en octubre de 1934, había desertado de su compañía, uniéndose a los mineros asturianos durante la revolución, tras cuyo fracaso fue sometido a consejo de guerra y fusilado. El 7 de agosto de 1937, unos meses después de la toma de Nerja por las fuerzas fascistas, la Comisión Gestora Municipal impuso a la calle el nombre de Generalísimo Franco. Por último, el 10 de mayo de 1979, el primer ayuntamiento democrático tras la dictadura franquista repuso el nombre histórico de calle Pintada, suprimido sesenta años antes, que mantiene en la actualidad. 


Cierro de madera acristalado de un balcón de la calle Pintada (foto del autor)


Puerta con cristales coloreados de influencia caribeña en una de las viviendas de la calle Pintada (foto del autor)


La extracción social de los vecinos de la calle Pintada ha sido muy heterogénea, aunque en el tramo inferior, donde finaliza la calle de la Cruz, el más antiguo y próximo a la Plaza y Balcón de Europa, es donde se concentraron muchas de las familias de la burguesía agroindustrial nerjeña que construyeron sus casas en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, dándole a esta arteria una unidad de estilo que se ha ido perdiendo en las últimas décadas. Estas viviendas burguesas eran, por lo general, de dos alturas, tenían zaguán que daba paso a un patio interior, descubierto o no, en torno al cual se distribuían las distintas dependencias, con un jardín o huerto trasero. Las fachadas presentaban molduras de imposta y pretil en alto coronado con jarrones de cerámica vidriada o esfinges de terracota; el piso inferior tenía ventanales enrejados y el superior o superiores, balcones con cierros acristalados de madera. Estas fachadas, como las del resto del pueblo, no estaban enjalbegadas con cal blanca (esta fue una moda impuesta a partir de las décadas de 1950-1960, con motivo de los concursos provinciales de embellecimiento de pueblos), sino coloreada de ocre, siena, azul u otros en distintas tonalidades, usándose el blanco solo para dinteles, jambas y algunos elementos decorativos, como las molduras; los zócalos, para los que en muchos casos sí se reservaba el blanco, presentaban aquí un color oscuro, cubriéndose algunos con baldosas hidráulicas en la década de 1930.  Algunas de las viviendas, propiedad de industriales, propietarios agrícolas y grandes contribuyentes, situadas en el tramo inferior de la calle, fueron las primeras en disfrutar desde 1879 de abastecimiento de agua tomada de las cañerías por las que circulaba el agua de las fuentes públicas (véase en este blog la entrada La fuente de la calle Angustias y los inicios del suministro de agua a viviendas en Nerja).


La fuente de calle pintada hacia 1910 adosada a una de las casas con que finalizaba el primer tramo de la calle (foto: Rojo Platero, P., 100 años de Nerja en fotos, 2005, pág. 121)


Otro de los cierros de madera acristalados que se conservan en la calle Pintada (foto del autor)



Algunos de los jarrones cerámicos de remate conservados en la calle Pintada(foto del autor)



Restos de color bajo las capas de cal blanca en una fachada de calle Pintada (foto del autor)



El vecindario de la calle Pintada pasaba a formar parte de las clases populares conforme la vía se alejaba del centro y avanzaba hacia las afueras de la población. Así, mientras en la parte baja de la calle vivían algunas de las más destacadas familias de la élite económica, social y política de Nerja, en la parte alta, en el entonces número 115 de la calle Pintada, en 1902, se constituyó la Sociedad Obrera «La Revancha», perteneciente a la Federación Malagueña, republicana, anticlerical y circunscrita al ámbito del librepensamiento, y en 1936, en el número 86 antiguo tuvo su sede el recién creado Sindicato Único de Campesinos y Oficios Varios adscrito a la anarquista CNT. Estas sedes obreras convivieron con espacios culturales y de ocio instalados donde se disponía de solares libres suficientemente amplios. Fue el caso del Teatro-Salón Novedades, que desde 1927 y durante la década de 1930 funcionó en los números 103 y 105 antiguos, ofreciendo cine, teatro, funciones musicales y combates de boxeo.

Hasta la llegada del turismo a Nerja en la década de 1960 y sobre todo con la irrupción del turismo de masas a finales de la década de 1970 y, especialmente, a comienzos de la de 1980, la calle Pintada, que hasta entonces había sido fundamentalmente residencial, comienza a transformarse en comercial y los bajos de aquellas casas burguesas a convertirse en locales comerciales con sus correspondientes rótulos y carteles anunciadores en las fachadas, a la vez que se demuelen algunas viviendas que son sustituidas por otras de nueva planta y diferente estilo. Es cierto que, anteriormente, esa actividad no había estado ausente de la calle, pero su presencia era reducida y se trataba de un tipo de comercio que atendía exclusivamente a las necesidades de la población, mientras que gran parte del nuevo comercio especializado va a ir dirigido mayoritariamente al turista (artesanía, recuerdos, marroquinería, artículos de playa, regalos, etc.). La peatonalización del tramo inferior de la calle llevada a cabo entre 1998 y 1999 ha supuesto una progresiva ocupación de la vía pública por comercios que exhiben el género en el exterior y por bares y restaurantes que transforman el espacio delantero de la calzada en terraza para veladores. Como el resto del centro histórico de Nerja, durante las horas del día y parte de las nocturnas, la calle Pintada deja de tener el aspecto que pueda recordar al de antaño, visible en la fotografía antigua que abre esta entrada, para ofrecer el de un bullicioso zoco a la vez que el de un comedor al aire libre. Centro comercial abierto lo llaman; es la ciudad-bar y la ciudad-hipermercado.


El tramo inferior de la calle Pintada entoldado durante el verano, en una foto tomada antes de la apertura de bares y comercios (foto del autor)

 
El tramo inferior de la calle Pintada, ya desentonado, en las primeras horas de la mañana cuando comienza a abrir el comercio (foto del autor)




[1]Archivo Municipal de Nerja, Leg. H-2, doc. 1, fol. 5 vº.

domingo, 14 de julio de 2019

Manuel Centurión Guerrero de Torres, notas biográficas




Escudo de armas de la familia Centurión que presenta "banda de jaqueles blancos y encarnados con una rosa terciada por debaxo en campo de oro [...], con una corona ensima". Archivo Histórico Nacional. Órdenes Militares, Caballeros de Santiago, Exp. 1.869


Manuel Centurión Guerrero de Torres nació en Nerja el día 26 de marzo de 1732 y era descendiente de Marco Centurione Oltramarino, mercader y banquero, miembro de una estirpe genovesa con intereses comerciales en los distintos reinos de la península ibérica desde la Edad Media, que fue distinguido con el marquesado de Estepa. Su padre, Isicio Francisco Centurión y Córdoba, llegó a Vélez-Málaga en 1706, con 15 años de edad, en plena guerra de Sucesión, alistado como noble en la Veeduría de la Costa del reino de Granada por su tío Luis Centurión Fernández de Córdoba, V marqués de Estepa. En 1721 Isicio Francisco Centurión contrajo matrimonio en Vélez-Málaga con María Josefa Guerrero de Torres y Miranda, hija de un regidor perpetuo de esa ciudad, aunque vivieron en la puebla de Nerja, donde nació Manuel once años después, siendo bautizado en la iglesia de El Salvador el día 3 de abril de 1732.

Como su padre, Manuel Centurión siguió la carrera militar. En 1748, con 16 años, era cadete en el Regimiento fijo de Orán (ciudad argelina entonces plaza española). Entre 1755 y 1758 cursó estudios en la Real Escuela de Matemáticas de Cádiz, del Cuerpo general de Artillería, una de las instituciones docentes para la formación de ingenieros creadas por la Corona en el siglo XVIII, y publicó la obra Ciencia de Militares (Cádiz, 1757), una adaptación de los escritos del matemático francés Guillaume Le Blond. En 1760 fue destinado a América, llegando a Caracas con el grado de capitán, donde se encargaría de la supervisión y acondicionamiento de diferentes fortificaciones. Entre 1766 y 1776 desempeñó el cargo de gobernador y comandante general de la Guayana (provincia de la actual Venezuela), la máxima autoridad en ese territorio. Durante su mandato, Centurión llevó a cabo una política ilustrada de fomento de la economía y creación de nuevas poblaciones, con intervenciones de carácter higienista, etapa esta de su vida bien estudiada por María Isabel González del Campo. 



Manuel Centurión Guerrero de Torres. Ciencia de Militares, Cádiz, Manuel Espinosa de los Monteros, 1757


Su retorno a España se produjo por motivos de salud, y en 1777 lo encontramos ejerciendo de gobernador de la plaza de San Sebastián. En 1778 ingresó como caballero en la Orden Santiago y fue destinado a Málaga con el grado de coronel. Desde entonces vivió a caballo entre la ciudad de Málaga y Nerja, su tierra natal, formó parte de la élite ilustrada (fue amigo personal de José de Gálvez, miembro de la familia Gálvez de Macharaviaya, Secretario de Estado y del Despacho Universal de Indias), desarrolló una importante labor económica como prior del Consulado y miembro de las Sociedades Económicas de Amigos del País de Málaga y de Vélez-Málaga, de las que fue socio fundador, y participó en negocios inmobiliarios. En Nerja compró tierras en la vega y casas en dicha puebla, construyendo el llamado palacio Centurión, y adquirió fincas en Río de la Miel, sobre las que junto con su primera esposa creó un mayorazgo para su hijo Luis Centurión Sevilla. En una de ellas, cercana a la desembocadura del río, levantó un molino de papel entre 1780 y 1781, cuyo edificio se mantiene en pie en la actualidad (había sido comisionado por Carlos III para el establecimiento de fábricas de papel blanco en el reino de Granada).



Molino de papel de Río de la Miel (Nerja)


Manuel Centurión contrajo matrimonio dos veces. La primera, en 1758, con Antonia Sevilla y Velilla; de este matrimonio nacieron tres hijos: Rafael, fallecido antes de 1783, María Francisca y el ya citado Luis, nacidos estos dos últimos en Caracas en 1763 y 1765, respectivamente. Tras enviudar de su primera esposa, contrajo matrimonio en 1785 con Bárbara de Pedro y Ramírez de Estenoz, del que nació una hija: María Clara. 

Manuel Centurión Guerrero de Torres falleció en Málaga el 7 de marzo de 1802, a la edad de 70 años, y fue enterrado el día siguiente en la iglesia de Santiago. Sus herederos fueron sus tres hijos María Francisca, Luis y María Clara, aunque el heredero de muchas de las tierras y casas de Nerja y Río de la Miel, incluido el molino de papel, fue su hijo Luis Centurión[1]. De Manuel Centurión Guerrero de Torres descienden los Centurión de Nerja y Río de la Miel que llegan hasta nuestros días. 

Un siglo después de su muerte el Ayuntamiento de Nerja, en su sesión del día 12 de diciembre de 1903, aprobó el cambio de nombre de la plaza de la Ermita que, a partir de entonces y hasta 1934, en que se volvió a cambiar por el de plaza Alejandro Lerroux, se llamaría plaza del Virrey Centurión (obviamente, el cargo de virrey se le adjudicó por error, ya que Centurión no lo fue nunca). En la actualidad, este ilustre nerjeño tiene dedicada una pequeña sección en la sala La puebla de Nerja en el siglo XVIII del Museo de Nerja. 

Para ampliar la información de este personaje, además de la visita al citado Museo de Nerja, recomiendo dos lecturas (para quienes se encuentren en Nerja, ambas están disponibles en la Biblioteca Pública Municipal ‘Salvador Rueda’ de la localidad):

ANGUITA GALÁN, E. y MORENO GÓMEZ, J., Malagueños en América: del orto al ocaso, Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 1992.

GONZÁLEZ DEL CAMPO, Mª I., Guayana y el gobernador Centurión (1766-1776), Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1984.

También puede consultarse en el blog de la Asociación La Volaera la entrada dedicada al molino de papel de Río de la Miel, a través del enlace:


ANEXO

Copia de la partida de bautismo de Manuel Centurión Guerrero de Torres realizada de su puño y letra por Alejandro Bueno García para Narciso Díaz de Escovar, del Libro de Bautismos del año 1732 de la iglesia parroquial de El Salvador de Nerja, desaparecido en 1936.

Archivo Díaz de Escovar, Caja 111.

En la villa de Nerxa en tres días del mes de abril de mil setecientos y treinta y dos años; yo D. Juan de Santiago Brabo, cura de la Iglesia parroquial de dicha villa; bapticé a Manuel Francisco hijo lexítimo de D. Isio Francisco Senturión y Córdoba y de Dª María Josefa Guerrero Torres y Miranda su muger, vecinos de esta villa: declaró su padre no haber tenido otro hijo de estos nombres y aseguró con juramento, que nació el día veinte y seis de marzo próximo pasado: fue su padrino Don Juan Guerrero Torres y Miranda, tío del bautizado, vecino de la ciudad de Vélez y Regidor Perpetuo en ella, a quien advertí el parentesco espiritual que con su ahijado y padres abía contraído y la obligación de enseñarle la doctrina Cristiana, de que doy fe. D. Juan de Santiago Brabo.

Libro 7º, fol. 143 vto. Del Libro de Bautismos de dicho año de 1732.


Copia manuscrita por Alejandro Bueno García de la partida de bautismo de Manuel Centurión (anverso). Archivo Díaz de Escovar, caja 111

Copia manuscrita por Alejandro Bueno García de la partida de bautismo de Manuel Centurión (reverso). Archivo Díaz de Escovar, caja 111





[1]Testamento de Manuel Centurión Guerrero de Torres, otorgado en Málaga, el día 13 de noviembre de 1793, ante el escribano Juan de Ribera. Archivo Histórico Provincial de Málaga, Leg. 3.583, fols. 1.490 r-1.499 v.

sábado, 18 de mayo de 2019

Los comienzos de la escuela nacional-católica en Nerja (1937)




Escrito del maestro Manuel Marín Gijón remitiendo a la Alcaldía de Nerja las instrucciones de la Inspección de Primera Enseñanza de Granada sobre organización escolar (anverso). Nerja, 7 de junio de 1937. Archivo Municipal de Nerja, Leg. H-108
Escrito del maestro Manuel Marín Gijón remitiendo a la Alcaldía de Nerja las instrucciones de la Inspección de Primera Enseñanza de Granada sobre organización escolar (reverso). Nerja, 7 de junio de 1937. Archivo Municipal de Nerja, Leg. H-108


El 9 de febrero de 1937, con la entrada de las tropas fascistas italianas del Corpo Truppe Volontarieenviadas por Mussolini en apoyo del ejército sublevado, Nerja pasaba a formar parte del territorio denominado ‘zona nacional’. El día siguiente, 10 de febrero, en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Nerja, el delegado de Falange Española, Antonio María Rico Nogueras, daba posesión a los miembros de la Comisión Gestora Municipal que en adelante regiría el municipio en sustitución de la disuelta corporación republicana presidida por el alcalde Manuel Martín Rico. Tres meses después, en mayo, se produjo la visita a las escuelas de Nerja del inspector jefe de la Inspección de Primera Enseñanza de Granada, Gonzalo Gálvez. En ella impartió instrucciones a los maestros y maestras sobre la organización escolar que a partir de entonces habría de observarse para que, “habiendo entrado España, gracias a nuestro Ejército salvador y a todos los buenos patriotas, en una nueva era, la Escuela primaria Española [...] se organice como la institución fundamental de la Patria grande, libre y única que estamos levantando”.

Uno de los mayores retos a que se enfrentaron distintos gobiernos de la II República española fue el de la educación (dominada por la Iglesia católica desde mediados del siglo XIX) que, influidos por el ideario educativo de la Institución Libre de Enseñanza, llevaron a cabo una reforma educativa de gran calado. Se aumentó el número de maestros y se llevó a cabo un ambicioso plan de construcciones escolares; se mejoró la formación del magisterio, reformándose las Escuelas Normales y se creó la especialidad de Pedagogía en la universidad; se apostó por la escuela laica, eliminándose la obligatoriedad de la enseñanza de la religión en las aulas, así como por la escuela unificada, en que los distintos niveles educativos constituían los diferentes eslabones de una misma cadena, pudiéndose promocionar de uno al otro no en función de la posición socioeconómica del alumnado; se prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas, conforme disponía la Constitución de 1931, si bien en la práctica sus centros siguieron funcionando regidos por seglares afines como centros privados. Sin embargo, a partir de octubre de 1936, tras el golpe militar y el inicio de la guerra, en todo el territorio que iba quedando bajo el dominio del ejército sublevado el modelo educativo republicano era suprimido y sustituido por otro radicalmente distinto, el de la escuela nacional-católica.

Al ser nombrado jefe de gobierno y generalísimo de los Ejércitos, el 30 de septiembre de 1936, el general Franco procedió a la creación en Burgos de una Junta Técnica del Estado, compuesta por varias comisiones, que tomó posesión el día siguiente; una de ellas era la de Cultura y Enseñanza, presidida por el escritor José María Pemán, que tenía como atribución la reorganización de toda la enseñanza, desde la primaria a la universitaria, para adaptarla a las “orientaciones del nuevo Estado”.  Esta comisión se encargaría de poner los cimientos de una escuela nacional-católica a través de la que ejercer un control ideológico de los niños y jóvenes, donde los principios patrióticos, según los entendían las autoridades franquistas, y la doctrina católica constituían la espina dorsal de la misma; para ello se procedió a la rápida depuración del profesorado y a la revisión de los libros de texto, prohibiéndose todos aquellos que no estuvieran en la línea ideológica fijada. 

En este contexto tuvo lugar la visita de inspección de Primera Enseñanza a Nerja a la que nos referíamos más arriba y en la que se entregaron a los maestros y maestras de la localidad instrucciones de obligado cumplimiento para la organización del curso escolar, idénticas para toda la provincia, invitándose a “buscar voluntariamente otros medios de vida todos aquellos que no se sientan con la vocación necesaria para ser lo que el Maestro nacional será en esta nueva España”. Los docentes debían copiarlas en el Libro Personal del Maestro, sacando de ellas dos copias en papel simple, una para remitir a la Alcaldía y otra a la Inspección. De las remitidas a la Alcaldía, dos se han conservado en el Archivo Municipal de Nerja, la de la maestra de la Escuela Nacional Unificada de Niñas, Inés Ripoll Romero, y la del maestro Manuel Marín Gijón, propietario de la Escuela Unitaria de Niños fechadas el 5 de junio de 1937 (en Nerja había dos escuelas de niñas y dos de niños, una en Maro y dos escuelas nacionales mixtas, en Río de la Miel y Río Seco). 


Firma autógrafa de la maestra de la Escuela Nacional Unificada de Niñas de Nerja Inés Ripoll Romero


El documento comprendía trece instrucciones. Las nueve primeras trataban de cuestiones organizativas relativas al local de la escuela, documentos obligatorios, clasificación del alumnado en grados, materias, horarios y material escolar. De entre ellas, cabe destacar la 7.ª, sobre libros de texto, indicándose que hasta que se determinaran los libros que debían usarse en las escuelas nacionales quedaban autorizados únicamente los de F.T.D. (siglas de Frère Théophane Durand), editora de los libros escolares de los Hermanos Maristas, y todos los del Ave-María, escritos por el Padre Manjón. En las cuatro instrucciones últimas se fijaba el carácter nacional-católico que debía tener la escuela en lo sucesivo y el papel que en la formación de la misma debían desempeñar el maestro y la maestra. 


Logotipo de los libros escolares de los Hermanos Maristas, publicados por la editorial F.T.D.


En primer lugar, se asignaba a los docentes un papel misionero, de casi verdadero sacerdocio, obligándoles a proseguir fuera del aula la labor educativa, “modesto y afable el Maestro, honesta y sencilla la Maestra, sin pinturas ni afeites [...] en el paseo y en la tertulia, porque han de ser el espejo donde se miren sus convecinos, con los que deben compartir las penas y alegrías colectivas”.

El centro de todas las enseñanzas era la doctrina cristiana, que no solo debía cursarse como materia obligatoria, sino también impregnar todo el currículum. En la instrucción 11.ª se especificaba que el buen maestro o la buena maestra 
“sabrá siempre referirse a las normas católicas, sacando las consecuencias morales y religiosas que sean del caso. Porque hay que considerar que la Ley de Jesucristo es norma de vida, camino a recorrer hacia la eternidad, y que no podemos quedar satisfechos con enseñar a nuestros alumnos a flor de labios el Padrenuestro y la Salve, si no infiltramos en su corazón el suave aroma de las oraciones religiosas, moldeando su voluntad hacia la práctica constante de cuanto el Hijo de Dios nos enseñó, con el sacrificio y renunciación de todo lo material, en las aras de lo espiritual y eterno”. 

En clase se debía rezar obligatoriamente el Santo Rosario y la escuela debía asistir en corporación a las misas de los domingos, fiestas de guardar y solemnidades religiosas que se celebraran en el templo parroquial.

En la instrucción 12.ª se sentaban las bases de la educación cívico patriótica, sobre todo en las enseñanzas de la Historia de España y del Derecho, que debían ser impregnadas 
“de un hondo sentido nacional, [...] sin olvidar que Religión y Patria son las piedras fundamentales sobre las que hemos de edificar la nueva España, que nuestras insignias son la Santa Cruz y la gloriosa bandera Bicolor, y que es preciso, inexcusable y urgente asentar sobre símbolos tan excelsos toda la obra educativa de las generaciones futuras. Instrucción premilitar, batallones infantiles, cantos patrióticos, explicaciones continuas ayudas colectivas a cuanto se enderece a este fin, todo será poco para cambiar radicalmente la faz de nuestras Escuelas nacionales y el sentimiento y voluntad de los pequeños escolares”.

En la nueva España, era “obligación de la Escuela echar los cimientos sobre los que se tiene que asentar la familia, cuna y solar de todas las virtudes de la Raza”. Por ello, en la última instrucción, la 13.ª, se exigía de la maestra que orientara la formación de las niñas para que en el futuro desempeñaran el papel de esposas y madres, prefiriendo 
“siempre lo útil y práctico, lo necesario y conveniente, descartando el fárrago de definiciones abstractas y la cosmopolita erudición para considerar en la labor formativa de la madre española, que si la mujer es buena, y sabe hacer un templo de su hogar, no necesita ser doctora para guiar a los suyos, derrochando amor por los senderos del bien y de la cultura”.


Guía de la buena esposa, editada por la Sección Femenina. 1953



ANEXO

1936, mayo.
Nerja

Instrucciones del inspector jefe de la Inspección de Primera Enseñanza de Granada, Gonzalo Gálvez, dadas a la maestra de la Escuela Nacional Unificada de Niñas de Nerja, Inés Ripoll Romero, sobre organización escolar.

Archivo Municipal de Nerja, Leg. H-108.

[En el margen: Entrada n.º 224. 5 junio 1937.]

Hay un sello que dice:
Inspección de 1.ª enseñanza de Granada.

La Inspección de 1.ª enseñanza de Granada, en la primera visita del curso actual a esta Escuela nacional unificada de niñas que desempeña la Maestra propietaria D.ª Inés Ripoll Romero desea compendiar en las instrucciones –iguales por el momento para las de toda la provincia- la larga conversación que con la Maestra ha sostenido acerca de los problemas educativos a resolver en la hora presente, y de las muchas incidencias que su planteamiento origina. Porque es lógico pensar que habiendo entrado España, gracias a nuestro Ejército salvador y a todos los buenos patriotas, en una nueva era, la Escuela primaria Española –que hasta aquí ha tenido lo menos posible de Escuela y nada de española- se organice como la institución fundamental de la Patria grande, libre y única que estamos levantando, y para la cual hemos de trabajar todos los días, y a todas las horas, con la emoción y el fervoroso anhelo del que construye una obra de arte.

Por ello, la señora Maestra tendrá presente:

1.º La limpieza, ornamentación adecuada y cuidada del local-escuela, hasta hacerlo lo más amable y acogedor posible para los alumnos, es obligación de la Maestra, la cual, si no cuenta para ello con los fondos necesarios, que siempre pueden ser suplidos, en parte, por la voluntad y el buen deseo, intensificará sus gestiones cerca de las Autoridades y acudirá a la Inspección para que le preste su asistencia y consejo.

2.º Los registros reglamentarios –matrícula, asistencia, contabilidad, correspondencia, paidológico y visitas- se llevarán en cuadernos separados y obrarán siempre en el archivo de la Escuela.

3.º Los alumnos se clasificarán en tres grados, y se redactará un programa que responda a dicha clasificación, comprensivo de las materias que en la Escuela hay que enseñar.

4.º La distribución del tiempo y del trabajo será: tres horas por la mañana dedicadas a Lengua Española –lectura, escritura y gramática- y Matemáticas, con los intervalos y descansos de rigor, y tres por la tarde destinadas a la explicación de las distintas materias del programa, y de las cuales la última media hora de clase se consumirá directamente en teoría y práctica de la Doctrina Cristiana.

5.º Queda suprimida la vacación de la tarde del jueves, ya que en las disposiciones dictadas por la Junta de Defensa Nacional de España se dice que las horas de clase serán tres por la mañana y tres por la tarde sin excepción alguna.

6.º Todos los alumnos de los distintos grados llevarán un cuaderno para cada una de las materias del programa escolar, y estos cuadernos conservados en carpetas individuales pasarán al archivo de la Escuela, terminado el curso, sin que los alumnos puedan llevarlos consigo.

7.º En el momento oportuno la Superioridad determinará los libros que han de usarse en las escuelas nacionales; pero mientras tanto, quedan autorizados los de F.T.D. y todos los del Ave-María, escritos por el Padre Manjón, sin perjuicio de que la inspección irá asesorando al Maestro, hasta formar una bibliografía escolar convenientemente seleccionada.

8.º Se llevará el “Diario de clase”.

9.º Precisa organizar rápidamente las conferencias a que se refiere la circular del Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia, fecha 26 de agosto próximo pasado.

10.º Se exigirá con todo rigor el cumplimiento de num.11 de la repetida circular, que se refiere a la residencia de Maestros y Maestras en esta localidad; pero bien entendido que se impone esta residencia para que se coadyuve como ciudadanos a la magna obra que ha emprendido el Ejército salvador de España, y para que, como Maestros, se prosiga, fuera del salón de clases, la labor educativa que les está encomendada. Modesto y afable el Maestro, honesta y sencilla la Maestra, sin pinturas ni afeites, con voluntad firme y sintiendo siempre la responsabilidad del cargo, verdadero sacerdocio, saben ellos que su obra no termina a la salida de clases, sino que continúa en el paseo y en la tertulia, porque han de ser el espejo donde se miren sus convecinos, con los que deben compartir las penas y alegrías colectivas.

11.º La Doctrina Cristiana, además de tener su puesto en el programa escolar, ha de ser el centro de todas las enseñanzas, y la buena Maestra sabrá siempre referirse a las normas católicas, sacando las consecuencias morales y religiosas que sean del caso. Porque hay que considerar que la Ley de Jesucristo es norma de vida, camino a recorrer hacia la eternidad, y que no podemos quedar satisfechos con enseñar a nuestros alumnos a flor de labios el Padrenuestro y la Salve, si no infiltramos en su corazón el suave aroma de las oraciones religiosas, moldeando su voluntad hacia la práctica constante de cuanto el Hijo de Dios nos enseñó, con el sacrificio y renunciación de todo lo material, en las aras de lo espiritual y eterno. Al efecto, la Escuela en corporación debe de asistir al Templo Parroquial los domingos, días festivos y siempre que se celebre alguna solemnidad religiosa que requiera su presencia, y en el salón de clases débese rezar el Santo rosario y realizarse aquellas prácticas de nuestra Religión compatibles con el lugar.

12.º La educación cívico-patriótica se basará en las enseñanzas de la Historia de España y del Derecho, impregnándola de un hondo sentido nacional, aprovechando para ello, además de la lección exprofeso, todas las incidencias de la labor escolar, sin olvidar que Religión y Patria son las piedras fundamentales sobre las que hemos de edificar la nueva España, que nuestras insignias son la Santa Cruz y la gloriosa bandera Bicolor, y que es preciso, inexcusable y urgente asentar sobre símbolos tan excelsos toda la obra educativa de las generaciones futuras. Instrucción premilitar, batallones infantiles, cantos patrióticos, explicaciones continuas ayudas colectivas a cuanto se enderece a este fin, todo será poco para cambiar radicalmente la faz de nuestras Escuelas nacionales y el sentimiento y voluntad de los pequeños escolares.

13.º Sabe la Sra. Maestra que sus alumnas son madres en embrión y esposas en ciernes, y que es obligación de la Escuela echar los cimientos sobre los que se tiene que asentar la familia, cuna y solar de todas las virtudes de la Raza. Por ello preferirá siempre lo útil y práctico, lo necesario y conveniente, descartando el fárrago de definiciones abstractas y la cosmopolita erudición para considerar en la labor formativa de la madre española, que si la mujer es buena, y sabe hacer un templo de su hogar, no necesita ser doctora para guiar a los suyos, derrochando amor por los senderos del bien y de la cultura.

Tenga presente la señora Maestra que la Escuela no será lo que debe ser si no le presta todo su calor, si no hace de la misión que se le ha confiado la preocupación de su vida, con el sacrificio y fervor que exigen la ímproba tarea de formar hombres cabales, capaces de cumplir su destino en este mundo. Lea diariamente “EL MAESTRO MIRANDO HACIA DENTRO”, examine de continuo su conciencia y perfecciónese en la labor de apostolado y sacrificio que le incumbe, muy distinta de la de cualquiera otro servidor de la Nación.

La Inspección de 1.ª enseñanza de Granada está firmemente decidida a que se cumplan las presentes instrucciones; y espera conseguir, sin más excitaciones y sin adoptar procedimientos coercitivos, que todos los Maestros nacionales de la provincia se den cuenta de su responsabilidad en estos históricos momentos, llegando incluso a buscar voluntariamente otros medios de vida todos aquellos que no se sientan con la vocación necesaria para ser lo que el Maestro nacional será en esta nueva España.

Nerja, Mayo 1937.
El Inspector, Gonzalo Gálvez, rubricado.

Nota: Las presentes instrucciones se copiarán en el libro personal del Maestro, y de ellas se sacarán dos copias en papel simple, una para remitir a la Alcaldía y otra a la Inspección.

Es copia.

La Maestra
Inés Ripoll [rubricado]






domingo, 7 de abril de 2019

«En Nerja, donde el ṭirāz rayado». Historia de un texto de ibn Sa'id al-Magribī



Fragmento de la descripción de Nerja por ibn Sacīd. Analectes de al-Maqqarī, T. I, pág. 109. (Rodeado por una elipse roja el topónimo Nāriŷa)

1. Una fuente escrita medieval sobre Nerja 

En el siglo XIII, probablemente en la década de 1230, el polígrafo andalusí Alī ibn Mūsa ibn Sacīd al-Magribī (en adelante, ibn Sacīd), visitó la alquería de Nāriŷa/Nerja. Iba acompañado de su padre, Mūsa ibn Muḥammad, y tiempo después, en alguna de sus obras cuyo manuscrito se ha perdido dio noticia de aquella visita, recogió una somera descripción del lugar e insertó un poema que compuso inspirado por el paisaje y el ambiente que allí se respiraba.

El texto, que ha resultado ser una de las escasas fuentes escritas para la historia de Nerja en la Edad Media, sobre el que me extenderé más adelante, nos ha sido transmitido por al-Maqqarī, un historiador argelino de Tremecén que vivió entre los siglos XVI y XVII, es decir, unos cuatrocientos años después que ibn Sacīd. Él lo incluyó en su obra Nafḥ al-ṭīb min guṣn al-Andalus al-raṭīb (Efluvio de perfumes sobre la memoria de al-Andalus), primera parte de un título más extenso, en la que incorporó gran cantidad de noticias, fragmentos y poemas tomados de distintos autores antiguos[1].

Del Nafḥ al-ṭīb de al-Maqqarī, del que se han conservado varios ejemplares manuscritos custodiados en distintas bibliotecas, el arabista español Pascual de Gayangos publicó en 1840 y 1843, en inglés, una traducción resumida y reordenada, que no iba acompañada del texto en su lengua original y en la que incluía un breve párrafo referido a Nerja[2]. El texto árabe completo de al-Maqqarī, que se divide en ocho libros, con una extensa introducción y notas en francés, fue publicado por primera vez en dos volúmenes entre 1855 y 1861, en la ciudad holandesa de Leiden por varios especialistas con el título de Analectes sur l’histoire et la littérature des árabes d’Espagne (Analectas sobre la historia y la literatura de los árabes de España). El que interesa aquí es el primero de los ocho, que trata de la descripción de al-Andalus; en las páginas 109 y 110 del volumen se encuentra la descripción de Nāriŷa/Nerja y el poema que le sigue, tomados de ibn Sacīd.

Casi al mismo tiempo, en 1860, el arabista Francisco Javier Simonet publicaba la Descripción del reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas, sacada de los autores árabes, seguida del texto inédito de Mohamed Ebn Aljatib. Al tratar de Nerja Simonet incluyó el texto de ibn Sacīd, cuyo nombre translitera como Ebn Sadi, transmitido por al-Maqqarī, pero finalmente optó por suprimir el poema «por no dilatarme»[3]. Años después, en 1874, Francisco Guillén Robles, en la Historia de Málaga y su provincia, resumiría en un par de líneas lo esencial de Nerja contenido en el libro de Simonet[4].

De manera que, a partir de las publicaciones mencionadas, quien no supiera árabe clásico y quisiera acceder a la información que ibn Sacīd había dejado escrita de la Nerja del siglo XIII, recogida por al-Maqqarī en su Nafḥ al-ṭīb, solo podía hacerlo a través de la traducción que ofrecía Simonet o del resumen en inglés de Gayangos, pero no al poema que, como se ha dicho, únicamente estaba incluido en la edición en árabe de al-Maqqarī publicada en Leiden y, por lo tanto, requería el conocimiento de dicha lengua.



Portada de los Apuntes históricos de Nerja (1899), de Alejandro Bueno García


2. La recepción del texto de ibn Sacīd en Nerja

A finales del siglo XIX el nerjeño Alejandro Bueno García (1859-1927) llevó a cabo la publicación de unos Apuntes históricos de Nerja (1899), un opúsculo de 32 páginas en el que esboza un discurso histórico, dando a conocer los aspectos y acontecimientos del pasado de la localidad que consideraba más importantes [5]; a esta obra le seguirá la Reseña histórica de la villa de Nerja (1907), más amplia y desarrollada que la anterior[6]. Aunque las actividades habituales de Alejandro Bueno eran, según él mismo reconocía, «la política, la administración, y la agricultura, faenas a que me dedico»[7],  su interés por la historia le llevó a investigar y documentarse, dedicándose a la tarea, en palabras de su propio hijo, de «dotar a su pueblo de memoria de sí mismo, esto es, de conciencia histórica local y lo hizo como lo habría hecho un universitario, aunque no tenía título académico alguno»[8]. Podemos adscribir a Alejandro Bueno al grupo de historiadores locales y cronistas de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX que, sin formación académica, pero guiados por su curiosidad y pasión por la historia, se convirtieron en muchos casos en los pioneros de la historiografía local en España. Bueno estaba influenciado, a través de sus lecturas y contactos, por la prestigiosa escuela de arabistas españoles que durante el siglo XIX dieron un impulso formidable a los estudios sobre al-Andalus, aspecto este clave para entender el empeño del historiador nerjeño por conseguir el texto de ibn Sacīd, única fuente escrita a partir de la que pudo construir un relato sobre la Nerja medieval, a la vez que la situaba en el mapa literario de lugares elogiados por destacados autores del pasado.

Desde muy joven Bueno García asumió distintas tareas y ejerció cargos en el Ayuntamiento de Nerja (escribiente, depositario de fondos, secretario en funciones, concejal y alcalde), por lo que tuvo a su disposición la documentación histórica custodiada en el archivo de la institución que consultó y utilizó para sus libros. Pero, además, poseía una nutrida biblioteca y se sirvió de las obras comentadas de Simonet, Guillén Robles y otros, como él mismo confiesa en las notas de los Apuntes y de la Reseña. De dichos autores obtuvo los datos correspondientes a la Nerja andalusí que completó con referencias a la fortificación medieval (el denominado Castillo Alto), algunos de cuyos vestigios todavía podían verse en su época, y del cercano Castillejo de río de la Miel. Mientras que en los Apuntes la información sobre la Nerja andalusí era reducida y en ellos lo que quizá resulte más interesante sean los datos que proporciona su autor sobre los vestigios de la alquería y sus sepulturas y su localización, en la Reseña incluye íntegra la traducción que hizo Simonet del texto de ibn Sacīd, añadiendo el poema que por primera vez se publicaba en castellano, aunque en una muy mala traducción, maquillada por la versificación que le hizo Narciso Díaz de Escovar, del gusto de muchos lectores, pero en gran parte alejada de lo que realmente escribió ibn Sacīd.



Portada de la Reseña histórica de la villa de Nerja (1907), de Alejandro Bueno García


Antes de dar a la imprenta la Reseña Alejandro Bueno había hecho gestiones para conseguir el poema de ibn Sacīd así como su traducción castellana con objeto de incluirlo en el libro. El 15 de mayo de 1906 el arqueólogo e historiador Rodrigo Amador de los Ríos, quien poseía en su biblioteca madrileña un ejemplar de la edición en árabe de la obra de al-Maqqarī publicada en Leiden, enviaba a José Ortega García, inspector del cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y nerjeño, una copia manuscrita del poema a petición de este. Ortega se la remitió a Nerja a Alejandro Bueno, quien a través del coronel de Carabineros Emilio Noguera Herrero consiguió una traducción del texto, realizada por el entonces canciller del consulado español en Tánger, Manuel Villalta Atalaya[9]. El 8 de agosto de 1906 Bueno escribía a Narciso Díaz de Escovar, afamado polígrafo, cronista de Málaga, poeta y amigo suyo, con quien mantenía una intensa correspondencia, comunicándole que «por fin me han traducido en la legación de Tánger las poesías a Nerja y ahora lo está haciendo un arabista de Ceuta muy nombrado»[10], el profesor del colegio militar de dicha ciudad, Sid Medani. Un mes después, el 10 de septiembre, Alejandro Bueno volvía a escribir a Díaz de Escovar enviándole tres traducciones distintas del poema y advirtiéndole de la dificultad que habían expresado los traductores en la realización del trabajo «porque para este clásico antiguo no hay diccionarios [... y] convienen todos ellos en que para arrancar al texto toda su hermosura poética es de necesidad reforme las traducciones un poeta, y en este caso a V. recurro con esta agradable jaqueca en la seguridad de que sabrá como nadie sacar la punta al ovillo y hará un hermoso trabajo digno de un poeta tantas veces laureado». Y añadía: «Use para su composición de los tres textos pues todos ellos tienen algo de interés, y no prescinda de la palabra Narija, pues si bien dos de ellos no la emplean, es porque Narija quiere decir manantial abundanterío caudalosocaudal de aguas, mayor curso, de cuya circunstancia viene el nombre de Nerja», pidiéndole finalmente que acortara los versos porque «sería conveniente para la impresión»[11]. La traducción versificada del poema de ibn Sacīd publicada por Alejandro Bueno, puede leerse en las páginas 14 y 15 de su Reseña histórica de la villa de Nerja (hacer clic sobre el título  de la obra para acceder en línea al ejemplar alojado en la web de la Biblioteca Virtual de Andalucía).

A partir de entonces, no exactamente el poema de ibn Sacīd, sino la traducción versificada por Díaz de Escovar y publicada por Alejandro Bueno, se convirtió en el modelo a seguir para todos los panegiristas de Nerja que han encontrado en sus versos algunos de los tópicos que, en una suerte de «vuelo lírico», han repetido al cantar sus bellezas, equiparándola al paraíso en poemas, prosa, coplillas; en el «piropo a Nerja» de las celebraciones de Carnaval; y últimamente en ciertos mensajes excesivamente cargados de autocomplacencia que se difunden por las redes sociales. 

Agotadas tanto la edición de la Reseña de Alejandro Bueno como la reedición de la obra que se hizo en 1987, y convertida en un libro de culto casi imposible de conseguir a falta de otros estudios históricos sobre Nerja hasta hace un par de décadas, el poema fue reproducido, aunque separado del resto del texto de ibn Sacīd, en varias publicaciones de carácter local, la última de las cuales se debió al que fuera cronista oficial de Nerja, José A. Pascual Navas. La importancia que a lo largo del siglo XX alcanzó el texto de ibn Sacīd fue tal que el Ayuntamiento de Nerja decidió dar el nombre de este escritor andalusí a una de las calles de la localidad: la calle Ebn Sadi, adoptando la transliteración de Simonet, mantenida por Alejandro Bueno.

3. El texto de ibn Sacīd en el Museo de Nerja



Panel dedicado al texto de ibn Sacīd en el Museo de Nerja (cortesía del museo)


En los primeros meses de 2018, cuando se ultimaba el diseño de los nuevos contenidos museísticos del Museo de Nerja, el museo de historia de la localidad sometido a renovación desde unos años antes, el director del mismo, Juan Bautista Salado Escaño, decidió incluir el texto de ibn Sacīd en una sección dedicada a Nerja y Maro en la Edad Media, por ser una fuente escrita fundamental para la historia nerjeña de la época. Para ello pidió a la arabista María Antonia Martínez Núñez, profesora de la Universidad de Málaga, considerada la mejor especialista de España en epigrafía árabe en al-Andalus, que realizara una nueva traducción del texto de ibn Sacīd, incluyendo el poema. El resultado fue una traducción literal, pulcra, sin distorsiones de carácter lírico y absolutamente fiable que reproduzco a continuación por cortesía del museo:

«Dijo Ibn Sacīd cuando realizó la mención de la alquería de Nerja: la alquería de Nerja es una alquería grande que se parece a las ciudades. Está rodeada de jardines y tiene un río que seduce a quienes lo miran. Y es de los distritos de Málaga. Y él la recorrió una vez con su padre, Abū cImrān Mūsà, y eso fue en el tiempo en que tenían la tintura de seda y habían instalado unas tiendas en el valle del río entre sus vados. Algunos de ellos bebían, otros cantaban y tocaban música. Preguntaron: ¿cuál es el nombre de este lugar? Dijeron: al-Ṭirāz. Y dijo mi padre: un nombre que se ajusta a lo que designa y una palabra que explica su significado. Encontré el lugar dicho dotado de riqueza y una voz diciendo: “Di”, entonces dijo: 

         En Nerja, donde el ṭirāz rayado,
Dije: me detengo sobre un río cuya boca sonríe.
Dijo: Escuchas los sonidos
Dije: de cantos que deleita.
Dijo: ¿Acaso, ¡oh jardín del Paraíso!, no soy un hombre?
Dije: Pues no sea mi suerte arrepentirme por tus culpas.
Dijo: Es penoso para nosotros visitarte, como
Dije: visita el fantasma de Sulaymà a un converso.
Dijo: Y si yo hubiese dado la opción, no habría creído
Dije: nadie que tu enclave es para mí la mejor panorámica.
Dijo: En donde el céfiro y la sombra a causa de sus encantos
Dije: preservan en el jardín de la picadura de una serpiente del río.
Dijo: ¡Oh dolor! que no hubo para mí retorno.
Dije: Sé rey, que yo te protegeré del mal de ojo.
Dijo: Yo considero esto el fin del pacto entre nosotros.
Dije: Y el Misericordioso observa mi añoranza y se apiada.
Dijo: ¡Salud, salud! no deja de repetirte
Dije: y las nubes no cesan por ti de derramarse.» 



Poema de ibn Sacīd. Analectes de al-Maqqarī, T. I, pág. 110. (Rodeado por una elipse roja el topónimo Nāriŷa)


En el texto al-Maqqarī cuenta que ibn Sacīd visitó la alquería de Nerja y reproduce las observaciones que este escribió sobre el lugar: que era una alquería de gran tamaño rodeada de jardines perteneciente a Málaga (la cora de Rayya) y que en aquel momento una de sus actividades económicas era la manufactura de ṭirāz, un tejido de seda brocado, verdadero artículo de lujo cuya posesión estaba reservada a escasísimas personas. El término ṭirāz designa el tejido, que adoptaba diversos diseños, uno de los cuales era el rayado, que consistía en una serie de bandas que alternaban generalmente los colores rojo y azul con inscripciones en oro. Pero también al-Ṭirāz designaba el taller en que se realizaban las operaciones de fabricación de este tejido. Por lo tanto, el punto exacto de Nerja en el que los viajeros se encontraban en la escena que se describe, y que da lugar a la composición del poema final, era el del taller de la manufactura, al-Ṭirāz, situado junto al río Chíllar, en las afueras de la alquería. El recurso de oír a alguien, una voz, que le invita a improvisar y que inicia una especie de duelo poético proponiendo un primer verso, da pie al poema en el que los versos, que riman en mīm (eme) por ser esta la letra en que terminan todos ellos, se suceden, precedidos los que proponen de la palabra «dijo» y los que sirven de respuesta de la palabra «dije». Entre la versión versificada que publicó Alejandro Bueno y la traducción fiel al original de María Antonia Martínez hay una diferencia abismal y gracias a esta última podemos leer en castellano y captar el sentido exacto del texto que ibn Sacīd compuso. Sirvan como ejemplo de lo que afirmo los primeros versos, que en la traducción de María Antonia Martínez dicen:

«En Nerja, donde el ṭirāz rayado,
 Dije: me detengo sobre un río cuya boca sonríe.
 Dijo: Escuchas los sonidos
 Dije: de cantos que deleita.»,

en una de las traducciones que obtuvo Alejandro Bueno figuraban como: 

«Esperaba entregarme al sueño
Dije: arriba del río corre y remolinea
Dije: te oía hacia lejos
Dije: con una vista de vegetación», 

siendo transformados por Narciso Díaz de Escovar tras su versificación en:

«Tendido sobre alfombra de mágicos colores
mientras el dulce sueño mis párpados cerraba,
Narija, mi Narija, brotando entre las flores
con todas sus bellezas mi vista recreaba.» 



Ṭirāz


4. Algunos datos sobre Nāriŷa/Nerja

Nāriŷa, la Nerja medieval que visitó ibn Sacīd, no se encontraba donde la población actual, sino alejada de ella 1,7 km aproximadamente, en la margen derecha del río Chíllar, aunque algo apartada del mismo. Las indicaciones de Alejandro Bueno unidas a la información proporcionada por la documentación conservada de distintos apeos y deslindes de tierras de fechas posteriores a la conquista castellana del territorio y del siglo XVIII, confirmada por los resultados arrojados por varias excavaciones arqueológicas de urgencia llevadas a cabo en los últimos veinte años, han permitido ubicar la alquería en un terreno atravesado por la carretera comarcal de Nerja a Frigiliana, entre la denominada cuesta del Cabañil, el cerro de Arriba y el polígono industrial Castillo Alto. 

Esta alquería debió fundarse en el siglo X, al igual que la vecina de Mārūh/Maro, cuando, derrotadas las comunidades rebeldes que durante décadas habían hecho frente desde las montañas al poder del estado cordobés, fueron obligadas a «bajar al llano», con objeto de que se pudiera ejercer un control fiscal efectivo sobre ellas, a la vez que se insertaban en el modelo social dominante en el estado. El caserío se extendía a la sombra de una fortificación (ḥisn), el castillo Alto, que era una torre de alquería rodeada de una cerca. Además de los datos proporcionados por ibn Sacīd, se sabe que la alquería disponía de mezquita, baño y una necrópolis (maqbara) en la que se han podido documentar 187 tumbas con una datación que abarca desde el siglo X al XV. 

Las tierras de Nerja estaban regadas y la propia alquería se abastecía del agua del río canalizada a través de una extensa red de acequias, practicándose en ella diversos cultivos, aunque el más importante era el del moral, de cuyas hojas se alimentaban los gusanos de seda. Por tanto, la seda, como ya se puede deducir del texto de ibn Sacīd, era el producto principal de Nerja que era trabajada en la propia alquería para fabricar ṭirāz  y también transportada a las alcaicerías de las ciudades próximas para su comercialización. En los primeros años del siglo XVI, bajo dominio castellano, aún seguía siendo la base económica de Nerja.



Situación aproximada de la alquería de Nāriŷa/Nerja a partir de datos de un documento de 1743


Conquistado el territorio por los Reyes Católicos en 1487, la situación de los moriscos nerjeños a partir de 1500 se hizo muy difícil, huyendo en masa al norte de África entre 1504 y 1505. Despoblada Nerja durante gran parte del siglo XVI, el castillo y caserío andalusíes fueron definitivamente abandonados al fundarse la nueva población junto al mar en 1633. A mediados del siglo XVIII aún eran visibles las ruinas de Nāriŷa, de las que, hacia 1900, ya quedaban escasos restos en superficie. Hoy muchos de esos restos han sido destruidos o están ocultos a la vista.



Rótulo de la calle Ebn Sadí de Nerja




[1] El título completo de la obra de al-MaqqarīNafḥal-ṭīb min guṣn al-Andalus al-raṭīb wa-dikr wazīri-hā Lisān al-Dīn ibn al Jaṭīb (Efluvio de perfumes sobre la memoria de al-Andalus y el recuerdo de su visir Lisān al-Dīn ibn al Jaṭīb). La primera parte, un 75% de la obra, se divide en ocho libros: el primero está dedicado a la descripción de al-Andalus; el segundo a la conquista; el tercero a la historia de los emires y califas que tuvo; el cuarto a la ciudad de Córdoba, su historia y monumentos; el quinto trata de los sabios andalusíes que viajaron a oriente; el sexto a los sabios de oriente que viajaron a al-Andalus; el séptimo a la Historia literaria y las cualidades morales e intelectuales de los andalusíes; y el octavo a la conquista de al-Andalus por los cristianos.
[2] GAYANGOS, Pascual de, The History of the Mohammedan Dynasties in Spain: extracted from the Nafhu-t-tib min ghosni-l-Andalusi-r-Rattib wa Ta’rikh Lisa’un-ad-Din Ibn-l-Khattíb, by Ahmed Ibni Mohammed al-Makkarí, a native of Telemsán, vol. I, Londres, 1840, pág. 50. El fragmento relativo a Nerja dice: «farther on, on coast, is Nerjah (Nerja), which Ibnu Sa’id describes as a very large town, almost resembling a city in size, surrounded by orchards and gardens, and with a river so pleasant that in tempts the travelers to halt on its banks».
[3] SIMONET, Francisco Javier, Descripción del reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas, sacada de los autores árabes, seguida del texto inédito de Mohamed Ebn Aljatib, Madrid, 1860, págs. 94-95.
[4] «[...] y Naricha, Nerja, que era una populosa alquería cuyos muros bañaban las aguas de un río: en Nerja se tejían ricas y vistosas telas de seda». GUILLÉN ROBLES, Francisco, Historia de Málaga y su provincia, Málaga, 1874, pág. 249.
[5] BUENO GARCÍA, Alejandro, Apuntes históricos de Nerja, Vélez-Málaga, 1899.
[6] BUENO GARCÍA, Alejandro, Reseña histórica de la villa de Nerja, Vélez-Málaga, 1907.
[7] Carta de Alejandro Bueno García a Narciso Díaz de Escovar, Nerja, 19-XII-1905. (A)rchivo (D)íaz de (E)scovar, caja 111, doc. 9.12.
[8] BUENO GARCÍA, Francisco., Semblanza de Alejandro Bueno García (¿1960?), ejemplar manuscrito, Nerja, Archivo de la Fundación Francisco Bueno García.
[9] BUENO GARCÍA, Alejandro, Reseña..., pág. 14.
[10] Carta de Alejandro Bueno García a Narciso Díaz de Escovar, Nerja, 8-VIII-1906. A.D.E., caja 111, doc. 9.12.
[11] Carta de Alejandro Bueno García a Narciso Díaz de Escovar, Nerja, 10-IX-1906. A.D.E., caja 111, doc. 9.12.