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martes, 25 de febrero de 2014

La torre del río de la Miel de Nerja, historia de una ruina





    Restos de la Torre del río de la Miel



En 1743, Felipe Crame, un ingeniero que había recorrido la costa del reino de Granada para elaborar un informe sobre las reparaciones más urgentes que precisaban sus fortificaciones, escribía en el mismo lo siguiente sobre la torre del río de la Miel:

“la Torre del Río de la Miel del Partido de Vélez se arruinó enteramente con los temporales del invierno pasado y cubriendo una cala muy peligrosa para el  comercio de la costa por hallarse frecuentada de corsarios moros que encuentran en ella un buen aguadero conviene reedificarla de nuevo […]”[1].

Este sería uno de los mayores males que aquejaría a la torre desde el siglo XVIII. Seis años después, en 1749, seguía en las mismas condiciones y se comunicaba que “está totalmente destruida”, proponiéndose igualmente su reedificación[2].




   Torre del río de la Miel. Restos de la puerta de acceso y patín



Esta torre que ya estaba completamente inservible había sido construida en el último cuarto del siglo XVI (no conservamos documentación que acredite la fecha exacta), con el mismo diseño que las torres de Maro o de la Caleta, también conocida esta última como del Cañuelo. Era la antepenúltima torre de la costa de Nerja y del partido de la ciudad de Vélez-Málaga, al que pertenecía, por su parte de levante, y se levantó en la playa actualmente denominada del Molino de Papel. El objetivo era vigilar (no era entonces una torre dotada de artillería) una zona de costa muy atractiva para la piratería berberisca, como era la desembocadura del río de la Miel y las calas adyacentes, y por ello especialmente peligrosa.




    Torre del río de la Miel. Restos del pretil y plaza de armas



A la vista de que era completamente inútil, se decidió la construcción de una nueva en sustitución de aquella. Las obras, presupuestadas en 22.000 reales de vellón, comenzaron en 1751 y fueron dirigidas por el ingeniero Juan Zahoras. En enero de 1753 aún no se había concluido por haberse producido retrasos en los pagos y se designó al ingeniero Juan de Dios González para hacerse cargo de su terminación[3].




     Detalle del plano de la Torre Derecha de Algarrobo de Juan Zahoras. 1755.

La fortificación que se hizo era una torre artillada, fortificación abaluartada equipada con dos cañoncitos de bronce, uno dirigido hacia el Castillo de Nerja y otro hacia el puerto del Cañuelo, idéntica a la que, posteriormente, en 1755, el mismo Zahoras levantaría en la costa de Algarrobo,  la Torre Derecha, siguiendo un modelo que se estaba construyendo por aquel entonces en la costa de Almería.

Aunque no se conservan los planos que Zahoras debió realizar para la Torre del río de la Miel, sí han llegado a nuestros días los que hizo unos años después para  la Torre Derecha de Algarrobo. Por ellos podemos saber que la torre era de planta circular y tenía dos cuerpos: uno inferior de forma troncocónica que albergaba una estancia con bóveda, a la que se descendía por un escotillón abierto en la clave de la misma; en él se encontraba el almacén de pólvora; otro, el superior, era cilíndrico y albergaba una cámara con chimenea, destinada a cuarto para los torreros, que debería estar dotada de un tablado en alto para el personal; sobre su bóveda se encontraba la plaza de armas, una batería donde se situaban las piezas de artillería, rodeada por un parapeto; a ella se subía por unas escaleras embutidas en el muro, cuya boca estaba protegida por un cobertizo en el que había una ladronera para la defensa de la vertical de la puerta de entrada a la torre. A la torre se accedía por un patín -escalera de obra- exento conectado con la puerta elevada por un puente levadizo que salvaba el espacio existente entre ambos a modo de foso.

El material utilizado para la torre fue la mampostería revocada y enlucida interior y exteriormente, empleándose el ladrillo para algunas partes, como las bóvedas de las dos plantas así como para la del almacenillo de pólvora, y los marcos de puertas y ventanas. Podríamos imaginar e incluso reconstruir completamente la torre a partir de la Torre Derecha de Algarrobo, pues ésta se hizo siguiendo el modelo precedente de la del río de la Miel.




                   Torre Derecha de Algarrobo


Unos años después se pensó sustituir su artillería por otra más potente, pero en 1774, el ingeniero Francisco Gozar informaba de que  no podría recibir la artillería del calibre aprobado “por defecto de sus cimientos y estar enteramente cuarteada”, y por ello ya se había propuesto a la Corte la construcción de otra de nueva planta en sus inmediaciones[4]. Varios años después aún seguía en el mismo estado de deterioro, aunque ya se había presupuestado  la reconstrucción de la torre, y en 1778 se informaba de que “por estar totalmente inútil se debe indispensablemente reedificar, debiendo sostener con su defensa las embarcaciones que ancoran en su rada cargando éstas de carbón para la mayor parte de la costa […].”[5]

Por segunda vez en pocos años la torre había quedado seriamente dañada por el mar y de nuevo se hacía necesaria su reconstrucción. Se realizó un proyecto que no se llevó a cabo, optándose por una solución de urgencia consistente en la reparación de la gran grieta que la afectaba, a causa, quizá, del hecho de que Manuel Centurión acababa de construir en sus inmediaciones el  Molino de papel de río de la Miel y había que garantizar la protección de la zona.

A comienzos del siglo XIX se volvió a plantear la necesidad de construir una nueva torre, entre otras cosas porque en febrero de 1805 se arruinó mucho más de lo que estaba, encargándose al ingeniero José Iglesias la redacción del proyecto, que tampoco se llevaría a la práctica. Mientras tanto, se optó por levantar una batería provisional ubicada en alto, en un recodo del antiguo camino de Málaga a Motril que debería rodearla por su parte posterior. El estallido de la guerra de la Independencia y la posterior situación económica que se vivió, impidieron la ejecución del proyecto de Iglesias y el papel defensivo de la Torre del río de la Miel  quedó asignado definitivamente a la batería provisional.

Cuando en 1830 la visitó el ingeniero Mauricio Rodríguez de Berlanga, refería que estaba inutilizada, pues “habiéndola situado con poco cimiento en un terreno muy flojo y muy inmediato al mar, éste fue socavando aquel, y ocasionó que se rebajara media torre, resultando cortada por una sección perpendicular a su base”. Proponía hacer una defensa estable en la zona, ya fuera batería o torre reducto, porque tanto en la playa del río de la Miel como en la de las Alberquillas “vienen los barcos enemigos y contrabandistas a hacer aguada y echar géneros”[6]. En 1849, Miguel de Santillana informaba de que “se cayó media torre y quedó la otra media inútil”  y descartaba definitivamente su reconstrucción[7].

Entre 1940 y 1945 la parte de la torre que quedaba en pie fue utilizada por los guerrilleros antifranquistas para ocultar en su almacén, bajo la paja, las armas que recibían[8]. En el Legado Temboury se conserva una fotografía de la torre, tomada en 1956 por Simeón Jiménez Reina, en la que se puede apreciar que en esos momentos su deterioro  era menor que el que presenta en la actualidad, pues aún conservaba gran parte del cuerpo superior y del terrado, el cobertizo, y  se pueden ver la puerta de acceso y el frente de tierra completos. A partir de entonces casi la mitad de la construcción existente a mediados del siglo XX ha ido cayendo al mar, aunque todavía pueden verse algunos de los elementos de la torre original proyectada por Juan Zahoras




Torre del río de la Miel. 1956. Fot. Simeón Giménez Reyna. Legado Temboury, Archivo   Fotográfico, fotografía 5086. 



[1] (A)rchivo (G)eneral de (S)imancas. Secretaría de Guerra, leg. 3400.
[2] A.G.S. Secretaría de Guerra, leg. 3408.
[3] A.G.S. Secretaría de Guerra, legs. 3411 y 3412.
[4] A.G.S. Secretaría de Guerra, leg. 3424.
[5] A.G.S. Secretaría de Guerra, leg. 3428.
[6] Archivo General Militar de Madrid. Colección General de Documentos, nº 3916.
[7] Idem.
[8] AZUAGA RICO, J.M, La guerrilla antifranquista en Nerja, Nerja, Izquierda Unida-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía, 1996, págs. 57-58.

miércoles, 19 de febrero de 2014

El Libro del Privilegio de Nerja y Torrox



                           
Portadilla del Libro del Privilegio de Nerja y Torrox (1705)


En el Ayuntamiento de Nerja se conserva la confirmación, otorgada en Madrid el 28 de noviembre de 1705 por el rey Felipe V, de los privilegios concedidos a los vecinos de Nerja y Torrox por la reina Juana I de Castilla doscientos años antes, en 1505.

El documento consta de veintidós folios numerados escritos en pergamino con letra humanística moderna en tinta color sepia y encuadernados en cuero. El anverso del primer folio hace las veces de portadilla y está profusamente ilustrado con hojas de acanto y dos putti que portan canastos llenos de frutos sobre la cabeza, símbolo de la abundancia; en el centro una cartela muestra el sello real y el inicio del texto: “SEPAN QVANTOS esta carta”, mientras que en la parte inferior otra cartela ovalada contiene una azucena, flor que alude a la pureza de la Virgen María.

Nerja y Torrox gozaban de un privilegio que databa de1505. Ambos lugares habían quedado despoblados al huir todos sus habitantes moriscos a Berbería en el verano de aquel año; a partir de ese momento los bienes que estos habían dejado pasaron a ser propiedad real. Inmediatamente se ordenó a la ciudad de Vélez-Málaga, bajo cuya jurisdicción estaban ambos lugares, que procediera a repoblarlos con cristianos viejos. Como no era fácil conseguir gente dispuesta a establecerse en una costa tan peligrosa e insegura, hubo que atraerla por medio de la concesión de generosos beneficios fiscales. Fue así como el 6 de septiembre de 1505, desde Segovia, Fernando el Católico, en su calidad de Administrador y Gobernador de los reinos por su hija, la reina Juana I de Castilla, emitió un albalá o carta por la que concedía a los nuevos pobladores de Nerja y Torrox una serie de franquezas y privilegios.

En primer lugar, se les declaraba libres y exentos de contribuir en “pedidos, y monedas, y moneda forera y de otro cualquier servicio e sisa e imposición” que hubiera que pagar a la Corona. También quedaban francos, libres y exentos de pagar la alcabala, un impuesto indirecto sobre el valor de las ventas, de todo lo que vendieran en dichos lugares procedente de su “labranza y crianza e de toda la carne muerta que se vendiere e pesare” en sus carnicerías, salvo los cueros y sebos, y la pasa, higo y almendra. Tampoco pagarían la alcabala del pescado que se cogiera en sus términos, tanto si era para el mantenimiento de los vecinos como “para fuera parte”, ni del pescado fresco o salado que se trajera de otros lugares para ser vendido en Nerja y Torrox. Asimismo, los vecinos quedaban exentos de satisfacer la alcabala del pan, vino y carne que llegara de otros lugares para su mantenimiento.



                                    
 Libro del Privilegio de Nerja y Torrox (fol. 10r)


Días después, el 23 de septiembre de 1505, a petición del “Concejo, alcaldes, alguaciles, regidores y oficiales y hombres buenos del lugar de Torrox” la reina Juana otorgó la carta de privilegio de la merced y franqueza contenidos en el albalá de su padre, confirmando y aprobando todo lo establecido en el mismo. En lo sucesivo, todos los monarcas de la Casa de Austria, es decir Carlos I, Felipe II, Felipe III y Felipe IV, confirmaron el privilegio, a excepción de Carlos II que no lo hizo por no serle solicitado, siempre a petición de Torrox. Pero aunque Nerja no hubiera realizado solicitud expresa de confirmación de la carta de privilegio, se entendía que le era igualmente de aplicación, pues el albalá del rey Fernando se había dado conjunta e inseparablemente a los dos lugares y cada vez que su texto se insertaba en los documentos figuraban ambos topónimos expresamente citados.

El día 8 de octubre de 1705, las villas de Nerja y Torrox (es la primera y única vez, desde su moderna formación en 1635 hasta el siglo XIX, que Nerja aparece citada en los documentos con el nombre de villa, ya que su denominación era la de puebla) solicitaban al rey Felipe V la confirmación del privilegio. Había dos problemas de procedimiento para acceder a la petición; uno de ellos era que dicho privilegio, contrariamente a lo establecido por el nuevo monarca para poner cierto orden ante el volumen de estas peticiones, no contaba con la confirmación de sus tres antecesores inmediatos, pues, como hemos visto, faltaba la de Carlos II; el otro consistía en que los peticionarios no conservaban el original del privilegio, cuya presentación se exigía para atender la demanda. Sin embargo, a pesar de ello, el rey accedió a la petición, ordenando su libramiento a los funcionarios competentes, a los que  tranquilizaba comunicándoles que “dispenso y suplo los dichos defectos y a vosotros os relevo de cualquier cargo o culpa que por ello os pueda ser imputado”.



Retrato de Felipe V (pechina de la ermita de la Virgen de los Remedios de Vélez-Málaga)


¿Qué había sucedido? ¿Por qué pedían precisamente en esos momentos Nerja y Torrox la confirmación de la carta de privilegio y por qué el monarca la otorgaba, aun cuando de haber observado sus propias disposiciones no debería haberlo hecho?

Transcurría entonces la Guerra de Sucesión española que estalló en 1702 al disputarle el archiduque Carlos de Habsburgo el trono español a Felipe de Anjou (Felipe V), coronado tras la muerte de Carlos II, y finalizó en 1713. Los reinos de Andalucía y el reino de Granada apoyaron a Felipe V, cuyas tropas experimentaron un gran retroceso en el verano de 1705 con la pérdida de todo el levante (el año anterior Gibraltar había sido ocupado por los ingleses y tuvo lugar la batalla naval de Vélez-Málaga). Para recaudar fondos con que sufragar los gastos de la guerra, el nuevo monarca exigía a los territorios que le permanecían fieles continuas aportaciones económicas, que se incrementaron precisamente ese año de 1705. Es, pues, en este contexto en el que hay que situar el deseo de Nerja y Torrox de ver confirmado su antiguo privilegio, pues las exenciones fiscales de que disfrutaban les permitirían, sin duda, gozar de un gran desahogo en esos momentos de enorme presión recaudatoria. Por su parte, el monarca no dudó en atender la petición, pues le interesaba ante todo mantener intactas las adhesiones a su causa en unos momentos tan adversos para la misma.

A lo largo del siglo XVIII este documento, que actualmente forma parte del patrimonio histórico de Nerja, sería aportado, junto a otros, por sus vecinos en los diferentes pleitos que mantuvieron con Vélez-Málaga para obtener la propiedad de las tierras, casas y huertos, y para emanciparse políticamente de la ciudad, así como con los dueños del ingenio azucarero de dicha puebla, la familia López de Alcántara.