Etiquetas

sábado, 11 de febrero de 2017

La ermita de las Angustias de Nerja, centro de la CNT-FAI (1936-1937). Textos y documentos




       Pelayo Mas, Ermita de Ntra. Sra. de las Angustias (Nerja), 1937. Barcelona. Fundació Institut Amatller d'Art Hispànic. Arxiu Mas, móvil Guerra Civil-74



Entre julio de 1936 y febrero de 1937 la ermita de Nuestra Señora de las Angustias de Nerja, santuario privado construido en 1720, aunque de propiedad municipal desde 1853, fue desacralizada. Su retablo e imágenes fueron pasto de las llamas (parece que algunas de ellas desaparecieron), parte de sus pinturas quedaron cubiertas por capas de cal, y se convirtió en centro de la organización anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Tras la toma de Nerja el 9 de febrero de 1937 por la columna italiana del Corpo Truppe Volontarie, al mando del coronel Guassardo, el fotógrafo Pelayo Mas, hijo del fundador del famoso Archivo Mas de Barcelona, especializado en fotografías de arte hispánico, recogió con su cámara el interior de la ermita tal como se encontraba en esos momentos. Con estas fotografías y otras que había tomado, o que tomaría posteriormente, de la destrucción del patrimonio religioso en distintos lugares, Pelayo Mas confeccionó un álbum representando el “Martirio del arte y destrucción de la Iglesia en la España Roja”, fechado en Sevilla en “julio 1938, III Año Triunfal” y que dedicó y regaló al arzobispo de Toledo, el “Emmo. y Rvdmo. Dr. Isidro Gomá, Cardenal Primado de la Iglesia en España, con la mayor reverencia y profundo agradecimiento de su devoto servidor y amigo que besa su sagrada púrpura”. El álbum pertenece a la archidiócesis de Toledo, pero los negativos de las fotografías se encuentran en el Arxiu Mas de Barcelona, donde pude localizarlas e identificarlas.


TEXTOS

1 
“En la tarde del diecinueve [de julio de 1936], algún corazón templado quiere poner un dique de cañaveras secas al barranco enloquecido. […] Primero el símbolo: saqueo del casino. Se apilan en la calle libros, estantes, sillones, el piano. Todo arde. Dos árboles de la plaza guardan en sus troncos memoria renegrida de aquella tarde.Ya el torrente sigue su camino lógico. Hay detenciones en los días siguientes. El veinticuatro cae otro símbolo: saqueo de la iglesia. Retablos e imágenes vienen abajo. En el tablazo arden.” 
José Acosta Sánchez. Nerja, primer encuentro con mi pueblo, Málaga, 1965, pág. 49.

“Existe en este pueblo la ermita de la Virgen de las Angustias, Patrona del pueblo, y fue saqueada y utilizada como Centro de la CNT-FAI.” 
Archivo Diocesano de Málaga, Caja 371, Nerja (transcripción en Lisardo Guede, Ermitas de Málaga, Málaga, 1987, pág. 158).

3 
“Se habla a menudo del impulso de destrucción de la masa; es lo primero en ella que salta a la vista y se puede advertir que se encuentra en todas partes, en los países y culturas más variados. Si bien se trata de un hecho comprobable que se desaprueba, jamás se explica satisfactoriamente. […] Una particular necesidad de este tipo de estruendo parece existir al comienzo de los acontecimientos, cuando la masa está todavía compuesta por un número bastante reducido de elementos y cuando no ha sucedido aún casi nada. […] Los cristianos destruyeron las cabezas y los brazos de los dioses griegos. Reformadores y revolucionarios hicieron bajar de su pedestal las imágenes de los santos, a veces desde alturas consideradas como de peligro mortal. […] La destrucción de imágenes que representan algo es la destrucción de una jerarquía  que ya no se reconoce. Se atacan las distancias habituales que están a la vista de todos y rigen por doquier. La expresión de su permanencia era su dureza, han existido desde hace mucho tiempo, desde siempre, según se cree, erguidas e inamovibles; y era imposible aproximarse a ellas con intención hostil. Ahora están caídas y quedaron hechas escombros. La descarga se ha consumado en este acto.” 
Elías Canetti. Masa y poder, Madrid, Alianza Editorial, 1982, págs. 13-14.

4
  “La destrucción de los edificios religiosos y el allanamiento de los espacios sagrados han de ser abordados desde la consideración de las funciones que sacramentalizan el espacio social que al ser suprimidos físicamente pretendía desactivar ese uso social del espacio público. La quema de iglesias y edificios religiosos fue general en toda la zona republicana en los días que siguieron a la sublevación. La furia incendiaria de los grupos anticlericales no era nueva en España […]. Es evidente que la violencia contra los bienes materiales de la Iglesia no tenía un mero afán destructivo, de hecho en lo que a edificaciones se refiere, después de ser incendiadas o saqueadas fueron reutilizadas con funciones políticas y sociales.” 
Lucía Prieto Borrego. “La violencia anticlerical en las comarcas de Marbella y Ronda durante la Guerra Civil”, Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia 25, 2003, págs. 751-772.