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martes, 6 de marzo de 2018

Un caso de contrabando en las costas de la Axarquía a finales del siglo XVIII




Borrón de las plaias del Partido de Vélez. S.a, s.l. [Vélez-Málaga], s.f. [diciembre de 1797]. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Archivo General de Simancas,  Mapas, Planos y Dibujos, 61-25.


Desde la Antigüedad, la costa de la Axarquía estuvo jalonada de torres cuya función era la de dar avisos con señales de fuego o ahumadas a las distintas fortalezas dotadas de guarnición para su defensa. Desde finales del siglo XV, gran parte de esta costa, desde el arroyo de Patas Secas hasta el de Cantarriján, perteneciente a los actuales municipios de Vélez-Málaga, Algarrobo, Torrox y Nerja, estuvo bajo el mando de la ciudad de Vélez-Málaga, cuyo partido lo conformaban trece torres y cuatro fortalezas costeras y tres o cuatro situadas cerca de la costa, aunque no en la primera línea. Todo el dispositivo defensivo, tanto de este partido como de la costa del reino granadino se centralizaba en Vélez-Málaga, en cuyo palacio de Beniel tenía su sede la Capitanía General de la Costa del reino de Granada, trasladada a esta ciudad desde la capital del reino en el último cuarto del siglo XVI.

A partir de la toma de Gibraltar por los ingleses en 1704 el contrabando procedente del Peñón hará su aparición en las costas malagueñas, intensificádose a lo largo del siglo XVIII. De manera paralela se intensificarán el control y la represión del mismo por parte del Estado, tarea para la que se utilizará la infraestructura  defensiva y el personal existente. Serán los torreros de las distintas torres los encargados de transmitir avisos de fuego cuando avisten barcos de contrabandistas y las autoridades establecidas en la ciudad cabeza de su término las que organicen la represión, hasta que en 1850 se cree el Cuerpo de Carabineros, dependiente del Ministerio de Hacienda, encargado del resguardo de las rentas públicas y la lucha contra el contrabando.

La práctica del contrabando en la costa de la actual Axarquía fue generalizada y muy intensa desde el siglo XVIII. Se ha conservado documentación al respecto y de toda ella vamos a destacar la relativa a un episodio que tuvo lugar en los últimos años del siglo XVIII, y sobre el que dio puntual noticia Ignacio de Liaño y Córdoba.

Era este un destacado personaje, de gran significación en asuntos relacionados con la defensa en el partido veleño[1]. Liaño, caballero de la Orden de Santiago y teniente coronel, había sido nombrado veedor y ministro principal de Hacienda y Guerra de la costa del reino de Granada, llegando a Vélez-Málaga en 1781 para desempeñar su cargo. Era un  destacado hombre de ideas ilustradas, conocedor del pensamiento de Campomanes y amigo de Jovellanos, que en 1783, a los pocos años de instalarse en la ciudad, fundó la Sociedad Económica y Patriótica de Vélez Málaga para procurar “el adelantamiento de la industria, artes, agricultura, cría de ganados, y navegación”[2]. Uno de los aspectos que preocupó a Liaño fue la inexistencia de un muelle en Torre del Mar que protegiera la actividad de carga de los productos agrícolas del país y, desde septiembre de 1778, de entrada de mercancías nacionales y extranjeras.  Para paliar esta falta de infraestructuras propuso la construcción de un fondeadero, proyecto que no llegó a ejecutarse; se trataba de hacer una ensenada excavada al este de la fortaleza torreña, protegida por un brazo de muelle en la parte de levante y conectada con la ciudad por un canal navegable[3].

En su faceta de veedor como ministro principal de Hacienda, desarrolló una intensa labor en el control y represión del contrabando en las costas del partido de Vélez-Málaga, ya que en su capital estaba la sede del Ministerio de Hacienda en la costa. Entre la correspondencia que Liaño mantuvo con los distintos directores generales de Rentas mientras ejerció de veedor, figura el informe que envió a Francisco de Saavedra y Sangronis el 8 de diciembre de 1797, que ilustra perfectamente sobre la práctica del contrabando y las medidas que se adoptaban para perseguirlo. Expone el veedor cómo los barcos que salían cargados de frutos de la rada de Vélez-Málaga se dirigían a Gibraltar, donde los descargaban y se aprovisionaban “de tabaco y otros géneros […] y vuelven a estas playas para verificar la introdución del fraude, valiéndose de sus confidentes que les avisan con faroles, cohetes, lumbreras y otras señas, puestas en los montes de la costa, el sitio en que los esperan con los caballos para cargarlo e introducirlo tierra adentro”[4]. 



   Torre de Moya, primera del partido de Vélez Málaga por la parte de poniente



El día 28 de noviembre de 1797, él mismo había tenido que colocarse al frente de las tropas de la costa y poner en marcha el dispositivo establecido para aprehender el cargamento de tabaco de varios barcos, uno entre las torres de Algarrobo y Lagos y otro en Cantarriján, en el límite oriental del partido. Para ello, distribuyó partidas compuestas por un total de ciento dos hombres de tropa desde la torre de la Caleta, en Cantarriján, hasta la de Moya, la última de partido por la parte de poniente, 
“para que dándose la mano pudiesen cubrir su extensión auxiliadas de las trece torres, repartidas de media a media legua que hay en ella, haciendo a los torreros y sus cabos el más estrecho encargo sobre que hiciesen con el hacho la señal de rebato (que corre de unas en otras) siempre que descubriesen barco sospechoso que intentase llegar a los resbaladeros a varar, y al mismo tiempo a las partidas apostadas, que acudiesen al sitio o torre donde saliese la primera señal de rebato, dejando siempre sus puestos con alguna custodia por si acaso fuese falsa la llamada o señal”[5]
Se aprehendieron varios alijos de tabaco y se detuvo a un hombre
“que entre las armas que se le aprehendieron es una de ellas un cuchillo que por su labor, temple y firmeza, no he querido que se haga pedazos, según está prevenido, y sí remitirlo, como lo haré en primera ocasión, a manos de V. E. para que vea la especie de lujo que gastan en sus armas los contrabandistas de este país.”[6]

Acompañaba a la carta de Liaño el Borrón de las plaias del partido de Vélez[7], donde figuran todas las torres y castillos de la marina de esta ciudad y la distribución por partidas de los ciento dos efectivos, que había utilizado Liaño para organizar la operación.



           Torre de la Caleta, primera del partido de Vélez-Málaga por la parte de levante


Transcribimos a continuación, modernizando la ortografía y signos de puntuación, la carta de Liaño a Saavedra que contiene jugosos comentarios sobre la práctica del contrabando en la época:


1797, diciembre, 8
Vélez-Málaga

Carta de Ignacio de Liaño y Córdoba, veedor y ministro principal de Hacienda y Guerra de la costa del reino de Granada, a Francisco de Saavedra y Sangronis, secretario de Hacienda, informándole del contrabando de tabaco en la costa del partido de Vélez-Málaga.

Archivo General de Simancas, Dirección General de Rentas, 2ª Remesa, leg. 1.027.

Excmo. Señor:

Con conocimiento de haber salido de esta rada un barco palangranero, que llevaba a su bordo algunos frutos de este país con su correspondiente guía de la aduana, y noticia del juez de Marina para llevarlos a Cádiz u otros puertos de España, según siempre se pretexta por los patrones de estos barcos, que son los que abandonando su instituto de pescar en el canto, se han viciado en el contrabando; el cual hacen llegando a la plaza de Gibraltar con dichos frutos y recogiendo (según dicen) de un judío las vueltas de guía que contrahace, o por otros medios fraudulentos, con que las consiguen de aquellos puertos para donde llevan sus correspondientes conocimientos, y asegurados ya con estas vueltas de guía, cargan en Gibraltar de tabaco y otros géneros sus barcos y vuelven a estas playas para verificar la introducción del fraude, valiéndose de sus confidentes que les avisan con faroles, cohetes, lumbreras y otras señas puestas en los montes de la costa, el sitio en que los esperan con los caballos para cargarlo e introducirlo tierra adentro, habiendo antes hecho su depósito de géneros en el sitio que acuerdan y allí repartidos a prorrata los efectos entre todos los interesados, de los cuales hacen siempre cabeza dos o tres de estos especuladores que hacen su viaje en dichos barcos.

Calculando pues el día de la salida del barco de esta rada, conceptué que para el día 28 de noviembre último podría estar de vuelta y próximo a hacer el desembarco en estas playas, y para aprehenderlo procedí, animado de mi obligación como subdelegado de V. E. y de los estrechos encargos del capitán general interino de esta Costa, a pedir los auxilios de tropa convenientes al comandante de las armas de este cuartel, D. Joaquín Escobedo, que me facilitó con el mayor celo cuantos le pedí, y juntos con los resguardos de Rentas, con acuerdo de todos y con presencia del plano y torres de estas playas, comprendidas desde la de Caleta a la de Moya, cuyo borrón incluyo, distribuí las partidas en las 7 leguas que comprende en los sitios que juzgamos a propósito para que, dándose la mano, pudiesen cubrir su extensión, auxilidas de las trece torres, repartidas de media a media legua que hay en ella, haciendo a los torreros y sus cabos el más estrecho encargo sobre que hiciesen con el hacho la señal de rebato (que corre de unas en otros) siempre que descubriesen  barco sospechoso que intentase llegar a los resbaladeros a varar, y, al mismo tiempo, a las partidas apostadas que acudiesen al sitio o torre donde saliese la primera señal de rebato, dejando siempre sus puestos con alguna custodia, por si acaso fuese falsa la llamada o la señal, y también que todas estas partidas procurasen observar las señales de luces, faroles y demás que en los montes al frente de las playas hacen los confidentes contrabandistas a los barcos en que tienen sus intereses para que, borrando dichas señales o extraviándolas, no pudiese el barco que se esperaba tener seguridad en ellas y hacerle vacilar y consumir sus víveres en el mar, en donde a cierta altura y hora, dentro de la canal, se presentan siempre los tales barcos para observar las dichas señales, que les dicen hacia dónde deben dirigir su rumbo sin el riesgo de la tropa o resguardos que hay colocados en tierra.

Efectivamente, la práctica bien ordenada de estas precauciones tuvieran al barco o barcos cargados de contrabando tan vacilantes e indecisos en el mar, que sin determinarse a dirigirse a tierra, y ya casi consumidos sus víveres a la ventura, se determinaron a poner la proa a tierra, y a varar en cualquier parte, por lo que después de nueve días uno de los barcos llegó al rebalaje al favor de una espesa niebla, entre las torres de Lagos y Algarrobo, donde echó en tierra dos fardos de tripes para uno de los especuladores de este fraude, que aunque se huyó, dejó los fardos y se aprehendieron por un soldado de la partida que observaba aquel sitio, lo que junto con haberle disparado un cañonazo la torre de Algarrobo, obligó al barco a virar para afuera y hacerse a la mar.

Con esta noticia creció la vigilancia de las partidas y perdió el barco la esperanza de echar en tierra su carga, tomando la resolución [de] transbordarla a otro barco o lanchón que no haciéndose sospechoso pudiese verificarlo, y limpio y lavado el principal barco palangranero, se presentó a la vista de esta rada y recibió la visita del resguardo, sin duda para hacer que descuidasen las partidas, y que creyesen que lejos de estas playas habría hecho su desembarco, ciertos de que presentando su vuelta y guía y no hallándose rastro ni olor a tabaco, ya estabann seguros en su hecho; pero en realidad no les valió la astucia, pues sabida por un confidente y observado el lanchon donde se transbordó el fraude, se logró en la mañana del día 7 del corriente recoger todo el tabaco transbordado y traerlo en dos carros a la Administración de esta ciudad, donde también se han llevado los dos fardos de tripe aprehendidos por el soldado, sobre cuyos hechos se ha principiado la sumaria y causa a los patrones del barco, especuladores y demás indiciados en ella, para seguirla y sustanciarla según derecho e instrucciones que gobiernan este juzgado de la Subdelegación de mi cargo, donde además hay noticia de que en la misma noche se aprehendió otro fraude que puso en tierra en el arroyo de Cantarriján una embarcación ragusea que fletaron en Gibraltar los mismos especuladores del contrabando que fueron en el citado barco palangranero, porque en este no les cupo todo el cargamento de su empleo, cuya aprehensión fue hecha por la partida que se estableció a la vista de las torres de Nerja y Macaca, y también se pondrá en esta Administración.

Doy a V. E. este aviso teniendo a la vista el artículo 8º de la Real Instrucción de 22 de julio de 1761, que así me lo preceptúa.

Al mismo tiempo, me parece oportuno noticiar a V. E. que, en la misma madrugada del día 7 del corriente, la partida del 1er teniente de este Regimiento de Caballería de la Costa, D. Miguel de Cárdenas, que cubría uno de los puestos acordados, prendió un famoso contrabandista y, según dicen, malhechor, [...], compañero que fue del facineroso Frasquete, a quien poco tiempo hace que se ahorcó y descuartizó en Granada, y que entre las armas que se le aprehendieron es una de ellas un cuchillo que por su labor, temple y firmeza, no he querido que se haga pedazos, según está prevenido, y sí remitirlo, como lo haré en primera ocasión, a manos de V. E. para que vea la especie de lujo que gastan en sus armas los contrabandistas de este país y cuán hábiles son los armeros y fabricantes de ellas aquí.

Dios guarde a V. E. muchos años, como deseo.

Vélez-Málaga, 8 de diciembre de 1797 = Excmo. Sr. = Ignacio de Liaño y Córdoba= Excmo. Sr. D. Francisco de Saavedra.
Liaño [rubricado]






[1] MONTORO FERNÁNDEZ, F., La Sociedad Económica de Amigos del País de Vélez Málaga (1783-1822), Vélez Málaga, Ayuntamiento de Vélez Málaga, 1999.
[2] Ibidem, pág. 225.
[3] Proyecto de Fondeadero para embarcaciones de comercio en el surgidero de Torre del Mar de Vélez Málaga. S.a, s.l., s.f., Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Archivo Histórico Nacional, Estado, Mapas, Planos y Dibujos, 779. También, CAMACHO MARTÍNEZ, R., “Urbanismo utópico en Vélez Málaga: el puerto de 1784 en la ideología de la Ilustración”, en Vélez-Málaga en el siglo XVIII, algunos aspectos urbanos, Vélez-Málaga, Arte y Cultura, 1997, págs. 17-42.
[4] Archivo General de Simancas, Dirección General de Rentas, 2ª Remesa, leg. 1.027.
[5] Ibidem, fols. 1 r-1 v.
[6] Ibidem, fol. 2 r.
[7] Borrón de las plaias del Partido de Vélez. S.a, s.l. [Vélez Málaga], s.f. [diciembre de 1797]. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Archivo General de Simancas, Mapas, Planos y Dibujos, 61-25.