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domingo, 22 de mayo de 2016

Algunas notas y un documento sobre la producción de seda en Nerja y Maro en los siglos XV y XVI


“Porque es lástima ver tanta tierra de riego perdida”

 Francisco Arévalo de Zuazo. 1571




Moral en El Playazo de Nerja (fotografía del autor)



En 1571, después de que fuera sofocada la rebelión que los moriscos habían iniciado unos años antes, Francisco Arévalo de Zuazo, corregidor de Málaga y Vélez-Málaga, fue comisionado por la Corona para informar sobre la situación de los lugares que habían estado habitados por ellos y que tenían que ser repoblados tras su expulsión del reino de Granada. Arévalo de Zuazo recorrió el territorio de la jurisdicción de Vélez-Málaga y el de otras ciudades, así como los señoríos de dichas zonas. Entre los lugares que visitó, y de los que informó, se encontraban Nerja y Maro, aunque no hubieran contado con población morisca rebelada, ya que los últimos moriscos los habían abandonado entre 1504 y 1505 y a comienzos de la década de 1540 también se habían marchado los cristianos viejos llegados en distintos momentos repobladores, hasta quedar prácticamente despoblados durante los cincuenta años siguientes.

Uno de los cometidos de Arévalo de Zuazo era valorar la posibilidad de conservar, introducir o extender, según los casos, el cultivo del moral y de la caña dulce, que desde la Edad Media habían proporcionado dos productos de gran importancia a la economía granadina: la seda y el azúcar, cuyos procesos productivos habían estado prácticamente en manos moriscas desde la incorporación del reino de Granada a la Corona de Castilla. La seda se producía sobre todo en las zonas montañosas de Granada y Almería y también en las de Málaga, aunque en menor cantidad y parece ser que calidad, para ser llevada desde allí a las alcaicerías existentes en cada una de las tres capitales, donde tenía lugar su comercialización, operación que estaba controlada por mercaderes genoveses. Para ello era imprescindible disponer de morales suficientes que proporcionaran las hojas para el alimento de los gusanos de seda. Acerca de esta utilidad hablan algunos tratados andalusíes de agronomía y en el siglo XVI también el doctor Andrés Laguna, quien en su traducción del tratado de Dioscórides sobre materia medicinal, publicado en 1566, añade de su propia mano al texto sobre las propiedades de las hojas del moral escrito por el médico griego que estas “son útiles para el mantenimiento de los gusanillos que nos fabrican la seda”[1].


Ilustración del moral (morus) en la obra de Dioscórides, Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos, 1566, pág. 116, (Biblioteca Nacional de España).


Arévalo de Zuazo da comienzo a su información sobre Nerja diciendo que en ella “hay disposición para poder plantar morales, y hay algunos que dicen hay más de seiscientas fanegadas de riego de cinco acequias donde se cogía mucho pan, […] porque es lástima ver tanta tierra de riego perdida”[2], y hace también extensiva a Maro, igualmente despoblado, la conveniencia de plantar morales en su territorio. Sin embargo, el moral era un árbol cuyo cultivo no era desconocido en Nerja y en Maro, donde desde la Edad Media se venía produciendo seda, si bien los primeros documentos que lo atestiguan datan de finales del siglo XV, ya en época castellana.

En efecto, las primeras referencias documentales que se conservan dando cuenta de la existencia de morales en Nerja son de la década de 1490. Tras la capitulación, en 1487,  de Vélez-Málaga y su tierra y de todos los lugares y alquerías de la Axarquía de Málaga y de la sierra de Bentomiz, también conocida como Alpujarras de Vélez, los Reyes Católicos repoblaron la ciudad con cristianos y concedieron una serie de mercedes a quienes habían acudido a la conquista del territorio o a quienes, viviendo en él, les hubieran ayudado. Este fue el caso de Maimón Leví, un judío vecino de Vélez-Málaga a quien el 28 de marzo de 1490 los reyes, en agradecimiento por los servicios prestados, concedieron un par de casas y cien fanegas de tierra de riego de sembradura, diez aranzadas de viña y una huerta, todo ello en las alquerías del término de la ciudad de Vélez, al tiempo que ordenaban a sus repartidores en aquella ciudad que se las señalasen y entregasen en su nombre. Las tierras le fueron entregadas el 14 de abril de 1491 por el escribano Enrique Fernández de Carabeo y estaban dispersas por una decena de lugares de la jurisdicción de Vélez, entre ellos Nerja y Maro; en Nerja se le dieron veintisiete fanegas de regadío en las que figuraban treinta y cinco morales[3]. Con la expulsión de los judíos, Maimón Leví, antes de marchar, se vio obligado a vender estas propiedades el 5 de junio de 1492, a Sancho Ponce de León, alcaide de Vélez-Málaga; este se las regaló un año después a su criado García de Guzmán y a Leonor Ponce, su sobrina, casada con él, derivándose posteriormente las tierras a distintos propietarios que ahora no vienen al caso.

Despoblada Nerja en el verano de 1505, la ciudad de Vélez-Málaga tuvo que hacerse cargo de su repoblación con cristianos viejos, a la vez que asumía la jurisdicción del Castillo Alto, uno de los dos con que contaba la localidad, y llegaba a un acuerdo con el citado García de Guzmán, regidor de su Ayuntamiento, para que se hiciera cargo de la fortaleza. En consecuencia, García de Guzmán se convirtió en la máxima autoridad de Nerja hasta su muerte en 1526, recibiendo del concejo de Vélez diversos mandatos para el ejercicio del gobierno de la misma.  Uno de estos documentos, fechado el 17 de abril de 1520, y que transcribimos a continuación, es una carta que le envía el concejo veleño en que se pone de manifiesto la existencia de una auténtica rapiña de hojas de moral en Nerja por parte de determinadas personas que pretendían producir más seda de la que realmente podían con sus propios morales y se le dan instrucciones para poner orden en el asunto (tanto en esta como en las demás transcripciones de documentos incluidas aquí hemos modernizado la ortografía y añadido algunos signos de puntuación imprescindibles para su mejor comprensión):

“Nos, el concejo, justicia e regimiento de la noble ciudad de Vélez-Málaga, hacemos saber a vos, García de Guzmán, alcaide de Nerja e regidor de esta ciudad, cómo nos ha sido hecha relación que Diego de Barrionuevo e otras personas crían seda en Nerja e que tienen mucha más cantidad de seda de la que pueden criar con la hoja que tienen en ella, a cuya causa se cree que cuando les falte la hoja han de coger los morales que la ciudad tiene en el dicho lugar de Nerja; de que los que tienen a renta la hacienda de la ciudad pueden recibir mucho daño si por cogerles a ellos los morales que tienen en la hacienda de la ciudad se les perdiese su seda; e nos pidieron lo mandásemos proveer por manera que los dichos inconvenientes cesen. E porque se pueda proveer e remediar lo que en ello conviene, fue acordado de vos encomendar e cometer que sepáis e os informéis qué seda cría el dicho Diego de Barrionuevo e otras cualesquier personas en el dicho lugar de Nerja, e sepáis asimismo si tienen tantos morales cuantos les basten para criar la seda que tienen, e a los que viéredes e supiéredes que no tienen los morales que han menester para la seda que así crían les mandéis de nuestra parte que nos, por la presente, les mandamos que no críen más cantidad de aquella para que tuvieren morales, hoy dentro de tres días se provean de todos los morales que hubieren menester para ella, so pena de tres mil maravedís a cada uno de ellos que lo contrario hiciere, e más que pagarán los morales que hallaren cogidos con la pena contenida en las ordenanzas, e más que pagarán el daño que recibieren los que tienen arrendada la dicha hacienda, puesto que no se tomen cogiendo la dicha hoja. En las cuales dichas penas desde ahora los condenamos e habemos por condenados lo contrario haciendo, e aplicamos la tercia parte para el que lo ampare, e las dos tercias partes para los propios de esta ciudad. Hecho a XVII de abril de MDXX años. El bachiller Santacruz [rubricado]. Martín de Andía [rubricado]. Diego de Escobar [rubricado]. Hernando de Villalobos [rubricado]. Juan de Santacruz  [rubricado], escribano del cabildo.”[4]


Imagen del documento transcrito. Archivo de la Real Chancillería de Granada, Leg. 3.058, doc. 1, sin foliar.


También en Maro se documenta la existencia de morales en los primeros años del siglo XVI. El lugar había sido abandonado por sus habitantes moriscos en 1504 y en febrero del año siguiente la reina Juana I de Castilla se lo vendía a su secretario Gaspar de Gricio, tomando posesión del mismo un mes después, el 13 de marzo de 1505. El teniente de corregidor de Vélez dio la posesión de Maro a un criado de Gricio, que actuaba en nombre de su señor, enumerando todos los cultivos y árboles que había, entre los que se citaban expresamente los morales. Es obvio que la hoja de moral había sido utilizada por los moriscos mareños para alimentar los gusanos productores de la seda y el cultivo de este árbol debía ser algo tradicional en sus tierras.

Los morales seguían estando presentes en Maro en las últimas décadas del siglo XVI, aunque finalmente, a partir de 1582, tanto en este lugar como en Nerja se terminaría apostando por el cultivo de la caña de azúcar más que por el del moral; a pesar de ello, este último estaba totalmente protegido, como lo demuestran las escrituras de arrendamiento de tierras de Maro a diversas personas otorgadas en 1585 por su propietario, el licenciado Felipe de Armengol, en las que se especificaba que aquellas debían ser plantadas íntegramente de cañas, pero se exigía a los arrendatarios no dañar ni talar los morales que hubiera y mantenerlos en perfecto estado de conservación, prueba evidente de la importancia que la producción de seda seguía teniendo en la zona[5].



Hojas de moral (fotografía del autor)


[1] Pedazio Dioscórides Anazarbeo, Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos, Traducido por Andrés Laguna, Salamanca, 1566, pág. 117.
[2] Relaçión de los lugares de moriscos que yo Arévalo de Çuaço e visitado por mandado de Su Magestad para la población en el distrito que en particular se me a mandado. Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla, leg. 2.158.
[3] (A)rchivo de la (R)eal (Ch)ancillería de (G)ranada, Leg. 3.058, doc. 1, sin foliar.
[4] A.R.Ch.G. Ibidem.
[5] Son varias las escrituras de este tipo que se conservan en el Fondo de Vélez-Málaga del Archivo Central de Melilla; una de ellas puede leerse transcrita en RUIZ GARCÍA, P., La Axarquía, tierra de azúcar. Cincuenta y dos documentos históricos, Vélez-Málaga, 2000, págs. 113-118.

2 comentarios :

  1. Precioso. Gracias Paco.

    “Porque es lástima ver tanta tierra de riego perdida”

    Francisco Arévalo de Zuazo. 1571

    Francisco Capilla. 2016


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  2. Paco, muy bueno tue trabajo, tenía yo ganas de encontrarme algo parecido sobre la seda y el cultivo de las moreras.

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