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Retablo La muerte de san Bernardo (detalle). Ángeles músicos y cantores a la cabecera del lecho mortuorio de san Bernardo (fotografía del autor) |
La abadía de Santa María de Alcobaça, comúnmente denominada
monasterio de Alcobaça, se encuentra al oeste de Portugal, en la región de
Estremadura. Fue fundada en 1178 por el rey Afonso Henriques, dotada con gran
cantidad de tierras, y en ella se establecieron los monjes benedictinos de la
Orden del Cister. Con la desamortización de 1834 el monasterio fue abandonado
entrando en una fase de progresivo deterioro hasta que durante el siglo XX fue
sometido a un proceso de recuperación y restauración que se prolongó por
espacio de varias décadas; en 1989 fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la
Humanidad.
La abadía, la primera en estilo gótico que se construyó en
Portugal, es un enorme complejo con varios claustros y demás dependencias
monásticas. Tiene una iglesia de gran tamaño y altura con planta de cruz
latina, en cuyo transepto (brazo corto de la cruz), hacia el lado de la
Epístola, hay una capilla, la capilla de san Bernardo, decorada con un
espléndido retablo de terracota policromada, realizado entre 1687 y 1690 en el taller de alfarería del monasterio que
floreció durante aquellos años.
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Retablo La muerte de san Bernardo (fotografía del autor) |
En el retablo, parcialmente destruido, se representa la
muerte de san Bernardo de Claraval, monje cisterciense fallecido a los 63 años,
en 1153, y canonizado en 1174, que aunque no fue el fundador de la orden
desempeñó un papel muy importante en la difusión de la misma. En la parte
inferior del retablo, la del mundo terrenal, el cuerpo yacente de san Bernardo
está rodeado por desconsolados monjes que lloran su muerte; sin embargo, un
coro de ángeles niños, acompañado por tres ángeles músicos que tañen un órgano
positivo, un laúd y un violonchelo, ha descendido del cielo para, desde la
cabecera del lecho mortuorio, acompañar con su canto el ascenso a los cielos
del alma de Bernardo. En la parte superior, la celestial, la Virgen María, cuya
devoción impulsó Bernardo de Claraval, orlada por un arco triunfal compuesto
por ángeles niños y adolescentes que tañen violín, laúdes y vihuela, hace
ademán de inclinarse para acogerlo en su seno.
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Retablo La muerte de san Bernardo (detalle). Ángeles cantores y tañedores de laúd y violonchelo (fotografía del autor) |
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Retablo La muerte de san Bernardo (detalle). Monjes llorando (fotografía del autor) |
Los monjes barreros del monasterio, dirigidos por fray Pedro,
crearon un retablo teatral, con una escenografía barroca absolutamente
verosímil, consiguiendo que el espectador-devoto, invitado a contemplar la
escena, participara de la muerte de san Bernardo en la misma Alcobaça, a muchos
kilómetros de distancia de la abadía francesa de Claraval, donde en realidad
había tenido lugar el suceso bastantes siglos antes. En el magnífico juego de
expresiones, que despliegan el repertorio gestual del duelo, destacan los
rostros de los monjes llenos de tristeza por los que se deslizan las lágrimas y
la cara desencajada del ángel organista que, a punto de romper en llanto, no
deja de tañer dirigiendo su mirada a san Bernardo.
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Retablo La muerte de san Bernardo (detalle). Ángel tañedor de órgano (fotografía del autor) |
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